Paranormal 10

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No le importó nada más, realmente; ¿Cómo podría importarle algo, con honestidad? Estaba sola... quien sabe en donde porque honestamente dudaba seguir en el sótano de ese maldito hospital a donde había ido a recuperar armamento de Hydra. Iba a morir porque, por más que pudiera aguantar más la respiración que un humano común y corriente, nunca podría hacerlo indefinidamente y la cosa asía su pierna con la suficiente fuerza como para dejarle claro que no pensaba dejarla ir mientras la arrastraba al fondo de aquel foso de aguas negras como la tinta...

Y si iba a morir, ¿qué más daba hacerlo luchando? Ese fue el momento en que Giselle Buchanan Romanoff recordó quien era ella y de lo que era capaz: Sus manos tantearon su cuerpo en busca del arma, sus movimientos entorpecidos por el agua, demasiado espesa para dejarle libertad de movimientos y la oscuridad absoluta y abrumadora que silenciaba todo a su alrededor. Tenía que estar ahí, la hija de Natasha Romanoff siempre llevaba un arma en algún lugar donde pudiera alcanzarla sin importar las circunstancias, aquella no podía ser la excepción... a menos que la hubiera perdido entre todos los forcejeos previos... El pensamiento heló su corazón que ya tartamudeaba entre los remanentes de la infección y la viciosa falta de aire que estaba haciendo que sus pulmones ardieran aún más.

Casi dejó escapar un sonido de júbilo que habría hecho que desperdiciara aún más de ese precioso oxígeno, cuando sus dedos tropezaron con la culata de su 9mm modificada que llevaba en la zobaquera, cerca del corazón; los cerró con fuerza alrededor de ella, temiendo obsesivamente perder el arma al sacarla, no creía tener la suficiente fuerza para luchar contra la fuerza del agua y buscar la que llevaba a la cintura, en el muslo o en la pantorrilla, y tiró de ella, peleando con saña contra los diminutos tentáculos que parecían enroscarse sobre su piel para detenerla, hasta que finalmente se las arregló para separarla lo suficiente de su cuerpo; apretar el gatillo fue otro triunfo, todo parecía oponerse a que ella lo hiciera... pero finalmente lo logró.

El primer disparo fue el más dificil, a partir de ahí, vació el cargador, temiendo que el agua arruinara la pólvora... pero aquella no era agua común y corriente... Sintió, más que escuchó el rugido del animal que la apresaba, y, un instante después, la presión sobre sus tobillos comenzó a ceder hasta desaparecer por completo pero ella no se detuvo; quería vaciar su arma en aquel bastardo antes de morir, porque sabía que iba a morir, no tenía ni idea de hacia donde quedaba la superficie y su cabeza comenzaba a llenarse de la bruma de la inconsciencia; desmayarse sería el primer momento, después de eso vendría la muerte.

El "crack" del vidrio fue más audible aún; y, entonces, todo sucedió demasiado rápido: la succión, la inercia, la fuerza irresistible que la jalaba más y más hacia el fondo... hasta que se encontró a cuatro patas entre los restos de una mezcla de calamar gigante y monstruo de Cthulu, teniendo arcadas y tosiendo desesperadamente mientras trataba de llevar aire a sus pulmones que parecían haberse detenido. Su costado escocía y la sangre manaba abundante de una enorme cortada de la que sobresalía un pedazo de grueso vidrio... Giselle ni siquiera quiso pensar que aquello podría haber sido una pecera; ¿qué clase de monstruo mantiene una aberración como la que había tratado de matarla?

Las ventajas de ser una meta humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora