Paranormal 13

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Dócilmente, Giselle tosió más agua negra de sus pulmones como él le susurraba, sibilante como una víbora, que lo hiciera, fingiendo ignorar la mano que se había cerrado sobre su seno izquierdo en un profundo masaje que él fingía iba dirigido a ayudar a su corazón y sus pulmones a resistir las arcadas que le sacudían el cuerpo; tenía que seguirle el juego y fingir que confiaba en él, la manera posesiva en que se pegaba a ella, dejándole bien claras sus asquerosas intensiones le decía que él probablemente reaccionaría mal si ella se resistía y algo en la posición en que la tenía le aseguraba que, quizá, él disfrutaría demasiado de la cacería si ella luchaba con las escasas fuerzas que le quedaban.

Trató de no estremecerse con el manoseo de aquel hombre, necesitaba ser más inteligente que él, había sido diseñada genéticamente en el vientre de su madre para eso: para ser una fabulosa estratega; pero la adolescente en ella se rebelaba ante aquella idea, Giselle no quería que él la tocara ni la sostuviera; lo quería lejos de ella, no susurrándole al oído lo buena chica que era mientras la erguía para recostarla contra su pecho. "Tienes que ser inteligente" se repitió "de nada sirve agotar tus fuerzas si ni siquiera sabes donde está la salida..."

Aquello era más fácil de decir que de hacer, su cuerpo comenzaba a cargarse de energía de nuevo y luchaba contra su mente por golpear a aquel bastardo y alejarse de él, en ese momento casi sonaba tentador estar en la pecera de agua negra luchando con el Cthulu o lo que aquella cosa, que había desaparecido... fuera...

Giselle desechó la inquietante idea de volver a la pecera, era estúpida, no tenía manera de salir por ahí porque ni siquiera sabía como había terminado ahí en primer lugar y se aisló de su cuerpo, que él tocaba, para recorrer con la mirada, con muchísimo cuidado aquella maldita habitación infernal...

Las ventajas de ser una meta humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora