Paranormal 4

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Un intenso olor a drenaje inundó el lugar, un tufo caliente y espeso que se enroscó en torno a la chica y amenazó con ahogarla; casi como si Giselle de pronto hubiera dejado atrás ese helado sótano y descendido al más oscuro rincón del drenaje citadino, ese, donde las leyendas urbanas hablan de lagartos y gente que se esconde de la luz del día junto a ratas y otras alimañas... Pero Giselle no se dejó engañar por el cambio en la atmósfera, nunca había sido afecta a las historias de fantasmas, tampoco era asidua a los cinemas, su vida giraba en torno al trabajo desde que era muy pequeña, pero había visto un par de películas de terror, de esas que decían haberse basado en "historias reales" y le había quedado bien claro que los espíritus malignos siempre iban acompañados de pestilencia.

Giselle se retrajo antes de ser consciente de lo que estaba haciendo, sus pies comenzaron a dar pasos lentos y titubeantes, para alejarse de lo que fuera que se estuviera acercando a ella, cada paso que ella daba reflejaba un eco enfermizo que pronto le dejó bien claro que no era sólo el sonido de sus pies el que reverberaba, alguien más estaba caminando ahí, alguien que la imitaba, más que probablemente acercándose a ella mientras ella se alejaba.

Su corazón comenzó a dar tumbos en su pecho, le dolió, después de todo, aún no estaba completamente recuperada de su infame aventura en Nigeria. Su mano se levantó lentamente para ir a posarse en su pecho y presionar, necesitaba respirar, necesitaba inhalar y exhalar, pero honestamente no recordaba como se hacía.

Un alarido poco humano se escapó de sus labios cuando sus dedos, en lugar de encontrarse con la tela de su traje y el cierre que lo mantenía en su sitio, como esperaba hacerlo al llevar su mano a su pecho, habían topado con una garra helada que de pronto había comenzado a presionarla, causándole más dolor y dificultando más su respiración. Manoteó, pero no pudo hacer gran cosa para zafarse, la tenían atrapada y su cuerpo comenzaba a apagarse en ese, el peor momento... definitivamente, haber salido del hospital antes de tiempo para aquella misión "tan fácil" estaba probando ser la peor idea que pudiera ocurrirsele.

Boqueó en busca de aire, el frenesí de terror en que su cuerpo se había lanzado estaba bombeando adrenalina por sus venas, una contradicción entre su cuerpo que quería dormir y su mente que estaba en un paroxismo de actividad maniática, tratando de encontrar la manera de escaparse de esa garra que apretaba con fuerza, arrastrándola hacia un sitio que, instintivamente supo, era el último lugar al que querría ir...

Las ventajas de ser una meta humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora