Paranormal 6

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¡Atrapada! ¡Maldita sea estaba atrapada! ¿Cómo demonios había podido ser tan estúpida como para dejarse atrapar de aquella manera? Bueno, la realidad era que la pregunta más lógica era: ¿Cómo habían podido atraparla de aquella manera? Unos segundos antes estaba en el sótano del hospital abandonado que Hydra utilizaba como escondite algunas veces y un segundo después, sin haber caído en ningún momento, se había encontrado emparedada en un agujero apenas suficientemente ancho para contenerla.

Un sonido bajo y susurrante la hizo quedarse muy quieta mientras la tierra comenzaba a desgajarse y caer sobre ella en una aterradora lluvia de malos presagios; su corazón se desbocó sin importarle el dolor sordo que aún le causaba y su respiración se aceleró hasta volverse jadeante y superficial; se estaba quedando sin aire... no había suficiente aire para ella en aquel lugar y las paredes; esas malditas paredes de tierra apisonada parecían estar a punto de colapsar sobre ella, enterrándola viva...

Giselle estaba al borde del pánico como nunca antes lo había estado, aquel no era un enemigo al que pudiera enfrentar frente a frente y vencer, su fuerza, su velocidad, sus armas y sus demás capacidades sobre humanas no servirían de nada contra ello; no podía agarrar a golpes la tierra y obligarla a retraerse... era la primera vez que se enfrentaba a un problema que no podía resolver con astucia o con fuerza...

O, por lo menos, la pulsante claustrofobia que comenzaba a aprisionar su mente le hacía creer aquello; estaba atrapada... millones de metros cúbicos de tierra la rodeaban por todos lados, ahogándola... el primigenio terror humano de ser enterrado vivo burbujeaba por sus venas convirtiendo su sangre en lava que la quemaba y la hacía aterrorizarse aún más: un círculo vicioso estúpido de terror creciente.

Algo la golpeó en la cabeza, un golpecito sordo sobre su espeso cabello oscuro que, sin embargo, se sintió como si el mundo entero le hubiera caído encima: un terrón de tierra humedecida que se desgajó nada más tocarla y que la hizo manotear en el paroxismo del pánico. Ahora lo entendía todo: el Polttergeist de un rato antes había sido una premonición, un aviso: estaba a unos minutos de morir, aplastada, asfixiada, perdida y enterrada viva... No pudo evitarlo, la chica, que nunca había llorado ni gritado, ni siquiera cuando caía en picada y sin paracaídas de un avión en llamas, incierta de su destino, comenzó a sollozar, toda su fuerza colapsando bajo la fina capa de tierra que seguía cayendo sobre su cabeza y sus hombros.

Las ventajas de ser una meta humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora