"ADOLESCENTE, SÚPER SOLDADO Y COMPLETAMENTE DESORIENTADA"

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GISELLE BUCHANAN ROMANOFF *INSERTE NOMBRE CLAVE AQUÍ, LOS FAVORITOS SON "LA FABULOSA MANTIS ROSA" Y "LA CATARINA SALVAJE"*
EDAD: 17 AÑOS
"ADOLESCENTE, SÚPER SOLDADO Y COMPLETAMENTE DESORIENTADA"

Un sonoro golpe retumbó en todas las paredes del polígono de tiro, sonando curiosamente parecido a las explosiones de las armas y acallando todos los ruidos mientras todos se volvían a tratar de ver qué demonios había sucedido; nadie podía imaginarse quien había recibido tremendo golpe o porqué, en S.H.I.E.L.D., especialmente en algunos grupos de entrenamiento, reverberaba la testosterona y nunca faltaban los golpes y las peleas... pero ninguno sonaba como aquello, con aquella resonancia magnética de dignidad herida... Había sido un golpe duro, de eso no había duda alguna, pero había sonado casi como si fuera dado con la palma abierta, casi como si hubiera sido esa reacción netamente femenina a algo que la ultrajaba y que casi todos conocían como una cachetada; pero la única mujer de aquel grupo era la hija de la Viuda Negra y el Soldado del Invierno... y honestamente nadie se la imaginaba dándole una cachetada a alguien, una bala entre los ojos sonaba más de su estilo. Una hilera de reclutas comenzó a estirarse fuera de los cubículos de tiro, tratando de ver sin ser vistos; si el agente a cargo del entrenamiento del día los capturaba tratando de enterarse de algo que no podía ser calificado más que de chisme, seguramente cambiaría los dummies blanco por ellos y haría que los otros le dispararan sin piedad ni atención a las consecuencias... y si era Giselle quien había golpeado a alguien de aquella manera y los encontraba haciendo aquello... bueno, les haría desear que el agente a cargo los hubiera visto y los hubiera utilizado de blanco.

Dos pares de pesadas botas de combate resonaron sobre el asfalto que cubría el suelo del polígono de tiro y un oído suficientemente avezado y bien entrenado habría sabido determinar con facilidad que el golpeteo de una de las botas, aunque reglamentarias, era más delicado, el peso evidentemente menor que el del otro par... una mujer y un hombre se alejaban a trompicones y en medio de la umbra que reinaba en aquel espacio; los otros reclutas tenían razón; de haber encontrado el ángulo adecuado para asomar la cabeza sin tener el peligro de que se las volaran, habrían podido ver a Giselle Buchanan y a Jason Hill, los dos líderes de facto de aquel variopinto grupo y los más prometedores reclutas del equipo Delta, salir corriendo de aquel lugar, sin siquiera haber dejado las dos pistolas con las que habían estado trabajando... una violación tan básica y rudimentaria de una regla que los dos reclutas, hijos de famosos agentes de S.H.I.E.L.D. habían aprendido cuando usaban pañales, que demostraba el estado de la mente de ambos chicos.

La puerta hermética se cerró detrás de Jason, el que iba a la saga, haciendo su mejor esfuerzo por alcanzar a Giselle que contaba con la ventaja de ser un Súper Soldado, con Súper velocidad y toda la parafernalia... lo que hacía que su semi trote pusiera en graves aprietos al alto chico que iba corriendo a la mayor velocidad que podía. Los agentes que pasaban los observaban con expresión curiosa, muy poco acostumbrados a ver a aquellos adolescentes reclutas comportándose de tal guisa pero sabedores de que era muy mala idea meterse en los asuntos privados de la hija de Natasha Romanoff... después de todo, Giselle era la segunda generación de la Viuda Negra en ese ambiente y todos sabían que las chicas como ella gustaban de mantener sus asuntos privados... bueno... privados...

Jadeando como si hubiera corrido una maratón o escapado de un tsunami y con la marca rojiza de una mano paradójicamente femenina y delicada en la mejilla, Jason Hill logró darle alcance a la furiosa castaña, atrapando con su mano libre, la muñeca de la mano de ella que sostenía el revolver y dando un suave tirón tentativo para pedirle... suplicarle... que se detuviera, el chico sabía perfectamente bien que Giselle podría seguir caminando, arrastrándolo sin piedad y sin más esfuerzo que el que le costaba el caminar en ese momento: -Por favor Romanoff... espera -Le dijo, viéndola con esos ojos grises que la mitad de las secretarias de S.H.I.E.L.D. encontraban irresistibles... y que la otra mitad había visto demasiado cerca en más de una ocasión, Jason Hill tenía una enorme reputación de Casanova a sus espaldas, una, que ella había escuchado difundirse con jactancia entre todos los otros idiotas que eran sus compañeros mientras entrenaban o cuando estaban en los vestidores que tenía la curiosa y dudosa gracia de compartir con ellos. -Espera Romanoff... déjame explicarte...

Temiendo que el chico sufriera un infarto por la manera en que jadeaba pese al insignificante hecho de que tenía un fabuloso estado físico pues era el segundo mejor recluta del mejor equipo de S.H.I.E.L.D.; Giselle se detuvo abruptamente y se volvió a ver al chico que casi le sacaba una cabeza, por lo que tuvo que elevar la mirada y curvar una ceja... aunque la hija de Bucky Barnes sabía como verse amenazadora, aun en momentos como aquel en que quedaba más baja que el chico con el que se enfrentaba: -Explicarme... ¿qué cosa, Hill? -Respondió con pequeños cristales de hielo colgando de los bordes de su voz -¿Que un día simplemente decidiste que yo debería ser una de tus conquistas? -Continuó, aplicando las técnicas tan conocidas que le permitieron liberar su mano de la presa que él tenía sobre ella y poniéndole el seguro al arma, que recién notaba que llevaba en la mano -O quizá, ¿qué demonios te poseyó para abandonar tu cubículo y acercarte al mío a besarme?... Aunque quizá, en este momento, lo mejor que podrías hacer sería darme una buena razón para no ponerte una de esas .45mm de punta estrellada en medio de los ojos, casi estoy segura de que mi mamá pasaría por alto que eres el único hijo de una de sus únicas mejores amigas si le digo que prácticamente me asaltaste sexualmente... -Jason Hill dejó escapar una risa que sonó entre divertida y aterrada; no podía evitarlo, había crecido a la sombra de la leyenda de la letal Viuda Negra y en ese momento no sabía si Giselle, que tenía su propia leyenda negra a sus espaldas, bromeaba o no: -¡Oh vamos, Romanoff... fue sólo un beso! -Fue todo lo que se atrevió a replicar, ganándose uno de los proverbiales enarcamientos de las elegantes y oscuras cejas de la chica, que lo observó de arriba abajo con expresión calculadora y fría por un largo momento mientras él agregaba: -No puedes negar que te gustó... aunque fuera un poco...

Ese fue el pie para que la expresión de la Meta Humana cambiara enteramente y se volviera lejana y confusa, Giselle no podía evitar preguntarse, con la curiosidad que la caracterizaba, si de hecho había disfrutado algún momento antes de que casi decidiera fracturarle la mandíbula con una cachetada... sabía bien que Jason Hill, con sus rizos negros, sus profundos ojos grises, su mandíbula cuadrada y su cuerpo perfectamente esculpido por el duro entrenamiento de S.H.I.E.L.D. era el sueño de las otras reclutas y de muchas empleadas de la agencia; además, era encantador y de hecho era uno de los pocos chicos con los que pasaba el 70% de su vida, a los que consideraba su amigo, cualquiera habría estado encantada con la atención que le estaba dedicando en ese momento... más aún teniéndolo, como en ese instante, susurrándole con voz ronca: "Me gustas Romanoff... mucho... eres preciosa y divertida... me encantas..." Pero Giselle encontró el muro de hielo impoluto que siempre parecía recubrirla por debajo de la piel... enmudeciéndola y aislándola de un mundo que no comprendía y que no la entendía a ella y se dio cuenta de que, por más que le confiaría su vida, por más que se divertía mucho con él y le encantaba tenerlo cerca, no había sentido absolutamente nada cuando la había besado, ni ahora, teniendo su rostro, que sin lugar a dudas era masculino y atractivo, tan intenso y tan cercano. Giselle negó lentamente con la cabeza y se alejó rápidamente de él; era uno de sus primeros amigos y no quería herirlo, pero tampoco podía ofrecerle lo que él le pedía porque sencillamente no le nacía en ninguna parte de su alma o de su cuerpo: -No seas ridículo Hill... -dijo, alejándose de él con rapidez -los romances entre compañeros complican todo y te cuestan la vida... y yo tengo que regresar esta pistola antes de que alguien le diga a alguno de los míos que ando correteando por ahí con una pistola de prácticas en las manos... -Y se esfumó, a toda velocidad, mientras él se quedaba atrás, demasiado consciente de que, como en tantas otras cosas de la vida que habían compartido desde que eran niños, Giselle le llevaba la delantera y que por más que se esforzara en alcanzarla, lo único que lograría vislumbrar serían los larguísimos rizos de caoba bamboleándose a su espalda con ese vaivén delicado y rítmico que siempre le había resultado hermoso e hipnótico...

Las ventajas de ser una meta humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora