Mision: Alexander Pierce 1.3

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Giselle no entendía eso del "amor", por lo menos eso era lo que pensaba mientras estaba en la fila del Starbucks, con un boleto de primera fila a los arrumacos de la pareja frente a ella; aparentemente aquellos dos no conseguían el significado de "conseguir una habitación" porque las manos de ambos deambulaban por extensiones de piel que la Súper soldado no quería ni imaginarse que tenían...

Apenas unos meses antes se había permitido confesarse que estaba enamorada de Tristen Rogers, "su primo" y había sido en un momento en que se sentía morir de dolor y hemorrágias internas luego de haberse lanzado de un jet que caía en picada, sin paracaídas. En ese momento en que no tenía nada que perder se había permitido aceptar que amaba al chico que siempre había pasado por su "primo" por ser hijo del mejor amigo de su padre... pero aún así, aunque sabía que lo amaba, nunca se imaginaría a si misma en aquella posición de aquellos dos... ¿acaso ella acababa de reventarle una espinilla? Okay, Giselle había tenido suficiente de aquella escena. Sus bonitos y sonrosados labios se curvaron en una mueca de asco mientras ella giraba sobre los talones de sus botas de combate (que por una vez no eran color rosa chicle porque llevaba el uniforme de francotirador de S.H.I.E.L.D. debajo de la larga gabardina) y salió huyendo de aquel Starbucks. La idea de que "aquello" fuera amor, el amor real que sentían las personas reales y sin modificaciones, como las de ella, la asqueaba si era honesta. Prefería lo suyo... aunque no estaba segura de que era "lo suyo"; el tiempo nunca parecía estar de acuerdo con los planes de Tristen o suyos, parecía una epidemia de la agencia, que nadie pudiera tener una vida amorosa feliz y plena sin que los planes malvados de algún villano horrendo se interpusieran en su camino.

Ahora, no sólo estaba asqueada, tenía menos de media hora para conseguir café antes de ir al hangar de reunión en el cual los esperaba el helicóptero que los llevaría al punto de disparo desde el cual asesinarían a Alexander Pierce... maldito fuera el amor de los humanos normales que la dejaba sin cafeína.

Las ventajas de ser una meta humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora