17

3.5K 389 9
                                    

Era receloso con mis cosas y en especial con mis composiciones. Te quité las hojas de las manos, tan rápido que tus ojos un poco hinchados de tanto llorar se mostraron grandes, más de lo normal.

—Pero que...

—No me gusta que miren mis cosas —exalté molesto.

Guardé las partituras en mi bolso mientras tú, presumida como siempre, tarareabas una y otra vez mi canción.

—¿Podrías dejar de cantar mi canción sin mi autorización? —alegué furioso, viéndote a los ojos. Tú sólo reíste y juro que en ese momento me declaré idiota.

Si, un idiota, uno de esos que sólo se veían en el pasado, enamorándose de una mujer que jamás en la vida lo miraría. Te vi hermosa a pesar de tener el maquillaje un poco corrido y tu cabello algo desaliñado.

Reíste en tu tristeza, reíste a pesar de que tu mundo en ese momento era un caos. Reíste y yo en ese momento me declaré un adicto a tu labios.

El último adiós ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora