54

2.7K 319 5
                                    

Estabas frente a mí, tan perfecta e inmaculada, tan sublime y limerente, tan entera y para mi incompleta porque no te podía tocar en mis memorias. Te tenía frente a mí, con una cara que no supe si era de sorpresa o repudio, con el cabello suelto ondulado y el vestido rosa de tirantes que me gustaba, aunque nunca te lo dije.

Me quedé con la mandíbula pegada al paladar, no sabía cómo actuar. Tanta fue mi incredulidad que por un momento cerré y abrí rápido los ojos. Estabas ahí, esperando.

—¿Qué buscas? —Apenas pude hablar, lo que la sorpresa me permitía.

—Sólo vine a entregarte esto —me dijiste cortante, te agachaste a un lado de la entrada y recogiste un estuche, uno perfecto para un único instrumento—. Supe que arruinaste tu guitarra el otro día. Vine a entregarte ésta como compensación.

El último adiós ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora