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Traté de asimilar tu cambio. Eras más habladora, más espontánea, y lo peor, es que entre ese cambio estaba yo, y digo peor porque me hablabas hasta de la cosa más tonta, pero a ese cambio no se sumó que me reclamaras cada que me equivocaba.

Duraste un mes en eso, traté de acostumbrarme y hasta nuestras palabras eran más de dos en nuestros diálogos, cosas diferentes al estudio.

Sabía que te gustaba el color rojo, que te encantaba tomar chocolate caliente en pleno verano, que te disfrutabas la lluvia luego de los extensos días de calor y que te gustaba el rock-balada.

Pero como dicen, no todo es como te lo imaginas.

Sabía de antemano que me usabas, por eso no te tomaba en serio. Querías llamar la atención, querías olvidar que tenías que ver todos los días a tu ex.

El último adiós ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora