Los días pasan como las gotas que caen de un grifo semi abierto: lentos, pausados, pero siempre constantes, a un ritmo tranquilo que no lleva dentro ninguna prisa. Con Jerry en el hospital, Az se siente un poco mejor, pero esa sensación de felicidad dura poco, menos de lo que él pudiera pensar. Ese éxtasis se sintió tan, tan bien, que rozaba en lo adictivo. Az no hace más que sonréir cuando Mauricio pregunta:
-Oye, ya no he visto a Jerry, ¿has sabido algo de él?
-No, no, para nada -contesta Az. Cuando Mauricio se voltea, él sonríe con malicia.
-Siempre fue un flojo, se me hace que le dio hueva continuar el año y decidió salirse sin más. Neta pobres de sus padres por tener un hijo como él.
-Sí, su situación me da mucha pena -agrega Az.
-El que también me da pena es Juan Pablo. En serio es más imbécil que una puerta -Mauricio sacude la cabeza. Está sentado contra un árbol en el patio de la escuela y lanza las hojitas de un girasol hacia enfrente, una por una-, no sé como diablos llegó hasta aquí.
-Suerte quizás -contesta Az.
-No creo que sea suerte. Seguramente soborna maestros o algo por el estilo.
Se quedan en silencio durante un rato. Az no deja de mirar hacia el edificio frente a él esperando a que salga Micah. Palpa una cajita de cartón a su lado, bien escondida de Mauricio mientras llega.
Poco tiempo pasa cuando por fin aparece. Se está secando las manos con una toalla de papel mientras camina. Az mira su delicadez, sus ojos marrones y su barbilla pequeña. ¿Cuánto tiempo le tomó darse cuenta de su belleza sutil? ¿Cuándo había dejado de ser un enano y u chaparro para convertirse en el único blanco de las miradas de Az? Y sobre todo, ¿Para que carajos le dijo a Az que lo amaba si le diría después que no puede estar con él? Eso era cruel de su parte.
-Hola -saluda Micah.
-¿Fuiste a construir el baño o que tanto hacías? -bromea Mauricio.
-Nada, no me tardé tanto.
-¡Te tardaste casi todo el receso!
-¿Por qué diantres cuentas cuanto me tardo en el baño, pervertido?
Comienzan a platicar entre ellos mientras Az se queda ahí, como un extraño ajeno a la plática sin saber que Micah estaba en el baño tratando de suprimir el aleteo de las mariposas en su estómago y sus manos sudorosas. Azael de verdad que lo ponía nervioso, pero de una manera linda. Cada vez que Micah veía a Az era como si estuviera viendo el cielo desde un carrito que no deja de subir una montaña rusa. Era el mismo sentimiento que sentía con Jerry hacía poco más de un año y por eso se resistía a aceptarlo.
El sol se colaba entre las ramas del árbol, iluminando la cara de Az a medias. Su cara sería y su boca inexpresiva eran dignas de ser retratadas. El título de la obra hubiera sido algo como "El chico a quien no calienta el Sol."
La campana suena y Mauricio se levanta listo para irse a clase. Micah comienza a darse la vuelta pero Az lo sujeta de la mano, lo que lo hace sentir algo extraño en la espalda y la nuca.
-Micah, necesito darte algo -le susurra para que no escuchara Mauricio.
-¿Ahorita? -pregunta Micah mirando a todos lados.
-Sí, es sólo un segundo.
Ambos voltean a ver a Mauricio quien se encuentra con una de sus muchas amigas. Camina hasta perderse de vista en el edificio.
ESTÁS LEYENDO
El Diablo Entre Nosotros
FantasíaSus ojos negros, su cola puntiaguda y sus cuernos no ocultaban la belleza de esa cara bajo la cual se escondía una profunda tristeza.