Az contempla la puerta cerrada. Suspira y se gira. El departamento está en tinieblas, pero no solo. En la esquina hay una sombra, una sombra que expide una aura negra, macilenta, sucia.
-¿Qué quieres, papá?
-Nada, hijo. Sólo quería venir a saludarte. Hace tanto, tanto tiempo que no hablamos y, bueno, después de tu pequeño escape al mundo humano quería saber si habías madurado y hecho un hombre.
-No, a ti eso te importa menos que nada. Estás aquí por algo más. Lo sé. Tú nunca te has preocupado por mi ni por como me encuentro. No sabes como aprecio eso.
-Ese sarcasmo tuyo.
-No es sarcasmo. De verdad, lo que más amo de ti, es que nunca estás.
-Hijo, felicidades. Acabas de heredar mi mejor cualidad. Vas por un buen camino –el Diablo sonríe. La oscuridad se ensancha.
-¿Cómo supiste donde estaba?
-Dejaste la botella de bleue fée tirada en el piso. No fue difícil saber que habías huido. Te faltaron agallas para matarte –el Diablo se puso un dedo en la barbilla-. No sé si eso es valentía o cobardía. Pero bueno. Decidí esperar a que regresaras. Pero los días pasaban y pasaban. Tú mamá estaba muy angustiada y me pedía que te buscara. Así que te di un poco más de tiempo... sólo porque soy muy buen padre.
-¡TÚ NO ERES UN PADRE!
-Claro que lo soy. Quiero que madures, que te hagas hombre. Con mi ayuda no podías, así que te dejé por tu cuenta.
-Tú no me dejaste por mi cuenta. Yo fui quien decidió escapar de ti. Eres un maldito monstruo.
El Diablo sacude la cabeza.
-Pensé que ya te habías dado cuenta, supongo que no has madurado tanto como yo pensaba.
-¿Darme cuenta de qué? ¿De qué putas hablas?
-Te fuiste porque yo lo quise. Sólo por eso –el Diablo prende su pipa, el calor del tabaco ardiente ilumina su cara por un segundo, terrible y malvada-. ¿Crees que no me di cuenta de que tenías una botella de bleue fée en tu cuarto? Es más, ¿sabes quién le facilitó la botella a tu amado, adorado, apreciado Virgilio? Esas cosas no se consiguen en las tiendas de los círculos inferiores. Yo fui quien se la dio.
-¿Qué? –Az comenzaba a temblar de pies a cabeza. Se sacudía violentamente. Su estómago estaba en llamas.
-Oh sí, hijo. Es hora de que te des cuenta. Virgilio es un actor de primera. ¡De primera te digo! No sólo te hizo creer que te amaba, sino que también fingió excelsamente su muerte. Que en realidad no fue una muerte, sino más bien una liberación. Lo redimí de su tormento. Su alma quedó libre. Ese era el trato.
-Mientes, ¡Mientes! No creas que no me doy cuenta, sólo dices eso para destruirme, para que me suicide y te libres de mí.
-Piensa lo que quieras, hijo. Imagina que es un final abierto si eso te hace sentir mejor. Pero recuerda que más sabe el diablo por viejo y por diablo. No encontraste ningún obstáculo para salir del Infierno. Encontraste mi caja fuerte con una contraseña estúpidamente sencilla. Encontraste la botella de bleue fée. Te di un motivo para largarte, que fue la simulación de la muerte de Virgilio, pero te esmeraste en seguirme jodiendo. Buscaste pleitos en Sodoma y debo admitir que eso me enfureció. Me diste el pretexto perfecto para arrancarte tus preciadas alas. Estaba pensando en dejártelas, pero oye, después de humillar a la familia así no tuve otra opción. Aunque me hubieras servido bastante si las hubieras conservado. Te hubieran confundido los humanos con un ángel.
-No... ya basta. De verdad, no te he hecho nada. Te dejé en el Infierno para que vivieras feliz, para que no me tuvieras que ver y te dejara de avergonzar. ¿Qué más quieres de mí? Ya no tengo nada. Te has llevado todo. Sólo me queda el mundo humano.
-A eso quería llegar hijo mío, a eso precisamente. Vine porque... estás listo.
-¿Listo para qué? –Az se limpiaba las lágrimas que no dejaban de resbalarse por sus ojos.
-Para regresar a donde correspondes. Eres el príncipe del Infierno y comienzas a actuar como tal.
-No es verdad. No soy... no soy como tú.
-Hijo, de verdad me estás poniendo esto muy difícil. ¡Mira a tú alrededor! Llevaste a este... -el Diablo mira con desagrado a su alrededor-, lugar llamado Acapulco a la ruina total. La gente muere cada día, hay droga en las calles, hay muertos en fosas y fosas y fosas en la Sierra, el Estado está podrido en corrupción, policías honestos mueren y muren y no dejan de enviar más. Los hoteles quiebran, los turistas se van. ¡Es glorioso! Te has convertido en mí. Y la mejor parte. ¿Conoces ese dicho, no? ¿"Quien salva una vida salva al mundo"? Tú lo aplicaste a la inversa. "Quien destruye una vida destruye al mundo". Te he visto hijo, y déjame decirte que estoy orgulloso de ti. Traicionaste a tú amigo Mauricio, lo metiste en las drogas y ahora nunca va a salir. Deberías haber visto la cara de su madre cuando lo vio vomitando sangre en el suelo sin poder moverse. ¡Casi pierde el juicio! Ahora ella está en un psiquiátrico en Iguala o un pueblo de esos. Incluso tu amiguito Micah, ¡Ja! A él le tocó la mejor parte del pastel. Justo en este momento está siendo torturado por ti. Y de que manera... Lo elevaste para dejarlo caer. Ahorita mismo está a punto de competir y si tuviera tu apoyo sin duda ganaría y se iría a las nacionales. Az, te lo digo, si tú estuvieras ahí, ahora, con él, su pase a los Olímpicos estaría asegurado. Pero no estás y eso es la mejor parte. Truncaste un sueño que ni siquiera comenzó.
-No...
-Hijo, ven. Déjame abrazarte. Te has convertido en la viva imagen de tu viejo. –el Diablo abraza a Az-. De verdad tengo fe en ti. Mi plan funcionó a la perfección.
Az siente que brea hirviendo le recorre el cuerpo. Sus manos, sus brazos, todo él está en llamas. Toma su padre del cuello y comienza a golpearlo con tanta fuerza que sus propios nudillos se rompen.
-¡Já! Magnifico, de verdad eres igual a mí. Pecas de ira. –habla el Diablo entre golpes-. No dejas de decepcionarme. Sin duda eres como yo.
-No... soy... como... tú –Az deja de golpearlo. Mira a su alrededor. El departamento está en llamas. En el pasillo se enciende una alerta y la gente comienza a salir.
Az está en el Infierno. En su pequeño infierno. Rodeado de llamas.
-Azael, por más que lo quieras ocultar, no puedes ignorar quien eres y de donde vienes. Eres un Diablo, no un humano. Deja de comportarte como uno. Mi sangre corre en ti. Te vas a convertir en mí algún día. Acéptalo.
El Diablo desaparece entre las llamas, fundiéndose con ellas.
Az se queda de rodillas, dejando que las vigas caigan sobre él. Llorando, desenado dejar de existir.
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El Diablo Entre Nosotros
FantezieSus ojos negros, su cola puntiaguda y sus cuernos no ocultaban la belleza de esa cara bajo la cual se escondía una profunda tristeza.