Yellow Light.

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Micah nada de un extremo a otro en la piscina de la escuela. Se zambulle con violencia y sale como si fuera a dar un brinco fuera del agua, toca el borde con los dedos y da vuelta. El entrenador lo mira desde la orilla con cronómetro en mano. Hay más chicos haciendo lo mismo, pero sus ojos están sobre Micah. ¡Vaya que nada rápido!

Sus músculos se tensan y golpean el agua dentro la cual vibran en cámara lenta como si fueran cuerdas de guitarra. Sus manos apartan enormes cantidades de agua frente a él dándole un impulso con el cual logra aventajar por tres metros al siguiente nadador.

Tiempo.

Micah se sujeta del borde de la piscina y se quita los visores, los deja sobre la orilla y se talla los ojos. Se sienta sobre el cemento y respira para calmar su corazón que parece rugir para volver al agua.

-Buen tiempo, Micah -dice el entrenador poniéndose en cuclillas detrás de él.

-Gracias-contesta Micah con una sonrisa. Sus compañeros apenas están llegando a la meta, pero él no hace alarde. Se remite a remojar sus pies y chapotear.

-Buen entrenamiento a todos-agrega el profesor poniéndose de pie-, séquense y sáquense de aquí -sonríe y vuelve a mirar al cronómetro. ¡Es un prodigio ese niño!

Micah se queda un rato más viendo el agua chocar contra sus pies y sintiéndola. Mira como escurre de su piel y se le antoja para una pintura.

Sus compañeros se despiden de él discretamente, toman sus mochilas y se las ponen al hombro antes de salir. El entrenador se fija que no quede nadie para acercársele a Micah.

-¿Practicaste en las vacaciones, Micah?

-No mucho, le verdad. Nadaba en el mar, pero sólo para distraerme. Nada más, ¿Por? ¿Fui mas lento que el año pasado?

-Un poco, sí -miente el entrenador-, un par de segundos nada más.

-¿Un par de segundos? ¡Eso es muchísimo, profesor!

-Pues si no entrenas ¿qué quieres que suceda?

El entrenador mira la cara de decepción de Micah. Sus ojos fijos y la boca entreabierta. Así es como un talento conserva su habilidad, poniéndola en duda siempre. Cuando están tan seguros de ella se vuelven flojos y se confían demasiado, pero cuando tienen el riesgo de perderla aumenta su disciplina y mejorar enormemente. O por lo menos eso piensa el entrenador.

-No, pues sí. Tiene razón.

-Échale ganas a las clases y verás que unos dos meses vuelves a tu marca de siempre.

-¿Dos meses? Es mucho tiempo.

-Es la fecha cuando empiezan las eliminatorias-sonríe con astucia.

-¿Cuáles eliminatorias?

-Las del campeonato nacional de natación.

-Ah, esas -Micah suspira-. La E.I nunca entra-pone los brazos detrás de él y se apoya en ellos.

-Nunca entraba. Este año sí lo hará.

-¿De verdad?-sus ojos brillan y sus dientes se dejan ver tras su sonrisa.

-Sí, este año nos autorizaron entrar a la convocatoria. No sé que problemas administrativos tenía la escuela con el seguro antes, pero ya no, así que teóricamente ya estamos inscritos...

-Eso es increíble, profesor. De verdad que bueno que el equipo...

-... pero...

Micah suspira.

El Diablo Entre Nosotros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora