3. "Quiero ver el rostro de Jason"

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Jade

El día que recibí la llamada de un número desconocido, algo en mí volvió a la vida. Nada más ni nada menos que mi hermano. No, no es una broma, él me llamó, me dijo que volvería a Londres y que necesitaba verme.

-¡Tienes que estar bromeando! ¡No tienes idea de lo mucho..!- su voz al otro lado de la línea dijo mi nombre con lentitud-.

-Tienes todo el derecho de odiarme, pero necesito explicarte. Te amo, hermana, te espero pronto de vuelta.

Colgó. Solo colgó. Lancé mi celular a la cama, despertando a Dominique con mis gritos y ese golpe al enorme y afelpado colchón hizo que casi diera a su cabeza. Las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas, y una mata de rizos llegó hasta mí, abrazándome.

-Mon amour -dijo lentamente, asustado. Besó todo mi rostro hasta que me vi obligada a sonreír.

-Es... cielos, estoy bien. ¿Vendrías conmigo a Londres?

 Dominique Bussey. Un refinado chico francés. Aunque no lo crean, apesar de que estuve metida día y noche en mis redes sociales, hice amigos alrededor del mundo, y Dom es uno de ellos. Lo conocí casi seis meses luego de que... Alexander "muriera", pues ni siquiera el estar con Summer me hacía sentir bien. Jason y yo nos alejamos mucho también, aunque aún hablábamos no era lo mismo.

Cuando le dije que iría a Francia se mostró muy feliz y amable. Me pidió que habitara en una de las recámaras de su casa de ensueño; no pude negarme luego de que su madre insistió también.
Al llegar, una cabeza rizada corrió a mi bienvenida. Esos profundos ojos melosos miraron a mis ojos por largos segundos, para luego envolverme con sus largos brazos por completo.

Pasaron unas pocas semanas, sí, pero nos volvimos grandes amigos. Un día, estábamos almorzando con sus padres, y a mi maravillosa sorpresa me pidió ser parte de su vida de una manera más grande. El recuerdo de Jason me nubló la mente, pero un simple "sí" salió de mis labios.

-¿Londres? -preguntó con su hermoso acento-. Oui, mon amour.

-Sabes que no te entiendo mucho, Domi, pero estoy feliz de que aceptes.

-Sí puedo entenderte, al menos. Anda, vamos, mon amour. ¿Cuándo salimos?

Esa misma mañana tomé el primer vuelo a Londres, acompañada de Dominique. Tomaba mi mano mientras recargaba mi cabeza en su hombro, escuchando como cantaba lentamente su canción favorita. Tu m'as promise... Et je t'ai cru. Caí dormida, pero pronto estaba siendo sacudida por Dom.

Tomamos un taxi y pronto llegamos a casa. Cuando abrí la puerta, observé a mi hermano parado, caminando de lado a lado con la cabeza agachada, abrumado.

-¡Alexander! -grité, sintiendo el llanto sofocarme. Él se detuvo, dudoso de mirarme, pero lo hizo y ambos rompimos en llanto.

Corrió hacia mí, y mi cabeza golpeó su pecho. No decíamos nada, pero el simple hecho de mirarnos y seguir llorando lo decía todo. Intentó hablar, pero su voz se quebraba.

-¡No te atrevas! No estoy lista aún para escucharte.-hice un ademán frente a su rostro. Ahora estaba frente a él, aún hincados en el suelo-. Olvídate de Summer, perdóname que te lo diga pero Marian, papá y yo somos los únicos que estaremos para ti pese a todo, Summer puede arrepentirse en cualquier momento, pero nosotros no. Somos familia. Y nos dejaste. Me dejaste a mí. 

Volverte a ver (inexplicable pt. 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora