45. El final perfecto

548 28 4
                                    

Summer.

Me siento como total idiota por haber sacado a la luz mi secreto antes Jason, puesto que aunque no es mujer, es demasiado chismoso con los temas que le parecen polémicos, y esto sí que será su venganza en bandeja de plata.

—No sabía que le hablabas de secreto.—Dice Jade consternada.

—Pudiste haber preguntado de lo que estábamos hablando, ¿no lo crees?—Digo en cierto tono molesto y deshecho, y ella agacha su cabeza bastante apenada, tanto por ella como por mí.

—Vamos, no me hagas sentir peor.

—No tengo idea de lo que vaya a hacer... Tengo miedo.

—No va a dejar de ser tu hermano, pero en cambio sí que puede dejar de ser mi esposo.

—Si recuerdas que no somos hermanos de sangre, ¿no?

—De todas formas eso no hará que decida dejar de ser tu hermano.

—Lo conoces, y sabes que puede tomarse la libertad de desconocerme como la mujer que le hacía travesuras cuando dormía.

—Summer, mejor deja tu dramatismo y ayúdame.

—Creo que hay alguien más que necesita ayuda también.

Frunce el ceño, y yo exhalo con pesadez. Nuevamente recuerdo la forma en que estaba Alex anoche, pero no me parece que quiera ayuda. Él mismo sabe en lo que se está metiendo y con lo que está jugando, pero de igual forma no parece importarle. Ha llevado mucho tiempo siendo un chico correcto, que sufre en silencio, y que trabaja y se esfuerza con todo, por lo que pienso que en este momento, lo que tal vez necesita es un poco de libertad; ya luego le diré que será padre, y tal vez regrese a ser razonable con sus acciones.

—Olvídalo... Tenemos que pensar en algo.

Jason.

Me maldigo mil veces por haber dejado las llaves del auto y la billetera en casa, que no tuve de otra que venir caminando a buscar a un amigo para conversar. Mis pies se sienten como si me hubieran quemado, y el calor es tan potente, que ya me he abierto un par de botones de la camisa, y me he arremangado las mangas por arriba de los codos.

Los últimos metros para llegar a la puerta del departamento de Alex, los camino con mucha dificultad, y ya no creo tener las fuerzas como para tocar a la puerta, pero veo que eso no será necesario. La puerta no parece estar bien cerrada, lo cual hace que me espante de inmediato. Entro a toda prisa, y a mi alrededor las cosas son un desastre.

Esperaba un recibidor impecable al igual que todo lo demás, pero lo que logró percibir, es un montón de cosas regadas, como si alguien quisiera sostenerse de algo, pero todo lo hubiese tirado en un intento fallido. Corro un par de metros, para abrirme paso a lo que es una sala, y es cuando diviso a Alexander Dankworth tirado en la alfombra, con un par de botellas de tequila vacías, y noto que tiene el torso desnudo.

—Ay, Alexander....

Me agacho para poder ver si respira, pero es obvio que sí. No es su primera etapa de rebeldía, ya que antes solía incluso beber más hasta entrar en un coma etílico. Logro darle la vuelta para poder ver su rostro, y me tranquiliza ver que simplemente está profundamente dormido.

Soy el que menos haría acciones buenas, o quien se tomaría la molestia de ordenar desastres, pero me encargo de llevarlos hasta el sillón más próximo, y posteriormente limpiar todo lo que ha destruido, descolocado, o ensuciado.

Voy por algunas sábanas limpias de su habitación, y vuelvo a donde se encuentra para poder taparlo con ellas. En un intento por cuidar de mi amigo, él toma mi muñeca con fuerza, y abre los ojos, para luego reincorporarse de golpe.

Volverte a ver (inexplicable pt. 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora