33. Amor eterno

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Summer.

Agradezco la bella insistencia y preocupación de Jade para que dejara de beber, o ahora mismo no hubiese podido ni levantarme, y tengo demasiadas cosas por hacer el día de hoy. Son cerca de las nueva de la mañana, y me estiro sobre mi cama para desperezar a mi cuerpo que se rehusa a salir de entre las sabanas a esta hora.

Me pongo la ropa más cómoda que me es posible ponerme, lo cual implica un par de jeans ajustados y algo rotos del frente, una playera pegada a mi cuerpo, y una sudadera holgada por encima. Recojo mi cabello esponjado y sin forma en un moño alto, y me pongo mis típicos pendientes de perlas.

Meto mi teléfono, iPad, cartera y agenda al bolso enorme que tanto me gusta, y bajo a la cocina para beber algo de jugo de naranja de empaque, y una manzana roja que me he encontrado. No he tenido el recibimiento que me hubiese gustado, ya que al parecer para mis padres que nunca se encuentran en casa, es normal la falta de convivencia con sus hijos.

Escucho pisadas escandalosas bajando las escaleras, y en seguida sé que se trata de mi hermano, pues es algo muy característico de él, por su falta de cuidado con el ruido. ¿Pero que podía yo esperar de alguien que le gusta tocar la batería cada vez que puede?. 

—Buenos días.—Dice algo malhumorado.

—¿Y a ti qué bicho te ha picado?—Se limita a besar mi frente cuando me tiene a un lado, y luego recarga sus codos sobre la encimera de la isla.—Uff, olvídalo, parece que alguien ha muerto dentro de tu boca.—Comento asqueada alejándome un poco, por el olor a alcohol fermentado que destila Jason.

—Estoy que me muero de lo mucho que bebí anoche, y no consigo quitarme el maldito olor ni con una plasta grande de pasta dental.

—También he bebido, aunque tal vez no lo suficiente.—Hago una mueca de lado, y me pongo a buscar un par de  sobres de sal de uvas dentro de los cajones de la cocina. Se los pasó a Jason junto con un vaso de agua, deslizando los por el mármol.— Ya no eres un niño, Jason. Debiste controlarte anoche.

—Discúlpame, pero no he llamado a mamá Summer para que me de una represalia por mis acciones.

—Maldito humor el tuyo, Jason.—Contesto irritada, y prefiero ignorar su comentario, ya que me sigue dando tristeza lo que pasó con el bebé.—Tengo que salir a dejar todo listo para esta noche. Me he encargado de que tu traje lo envíen cerca del medio día.

—No voy a parecer pingüino o mesero, ¿verdad?—Al menos su sentido de la diversión sigue intacto.

—Por eso el tono es gris Oxford, aunque me hubiese gustado más en negro.—Esboza una sonrisa satisfecha.

—Gracias, hermanita.—Pongo mis ojos en blanco, y salgo de casa.

Puede ser muy temprano, pero mi sorpresa de esta noche debe quedar tan deslumbrante (literalmente), que estoy segura las horas se me van a pasar volando. Primero voy sorteando a los coches por el espantoso tráfico matutino de Londres, hasta llegar a la pastelería Gourmet en el que he ordenado el pastel, los postres y la mesa de dulces.

Todo parece ir en orden, y me han dejado echarle un vistazo a todos mis pedidos, dejándome boquiabierta con la maravilla que han hecho del pastel de bodas. Satisfecha vuelvo a confirmar la hora, y salgo disparada al jardín en que será la fiesta. Jason y Jade, viven en la ignorancia del sitio de su boda, y agradezco la confianza que han depositado en mí para dejar todo perfecto.

Cuando llego al lugar, ya varios encargados verifican la iluminación, posicionan las mesas y sillas sobre una tarima de madera, suficientemente grande para que entren cerca de 300 personas. El sitio donde va a colocarse el DJ, ya esta instalado, y me adentro en la cocina para asegurarme que los del catering ya han llegado y bajan la vajilla, entre otras cosas.

Volverte a ver (inexplicable pt. 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora