23. Fuego y cenizas

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Alexander

Regreso a casa lleno de miedo, esperando que nada de lo que acaba de ocurrir, haya podido ser visible ante los ojos de Summer. Subo las escaleras poco a poco y con cautela, esperando cualquier grito o indicativo de que me van a mandar al diablo, hasta llegar al frente de la habitación de Summer. Tomo aire y lo suelto de golpe aturdido, y sumamente tembloroso.

Noto que la puerta se encuentra semi abierta, y tardó varios segundos en reunir el valor necesario para poder ver a los ojos de Summer, y fingir que nada ha sucedido. Puede que sea de las cosas más cobardes que haga, ya que debería ser franco con mi novia y contarle todo lo que sucede, pero algo me dice que no lo entendería, y que podría complicar aún más todo que seguirlo ocultando.

Summer espera sentada sobre la cama, aún con su ropa puesta. No quiero decir que la esperara sin ella, es claro, pero me refiero a que es tarde, y es hora de dormir. Tragó saliva con dificultad, y puedo ver cierta preocupación en su bella cara de ángel.

-¿Quién era?

-Eh, ¿qué?, ¿a qué te refieres?-Pregunto notoriamente nervioso, y hago hasta lo imposible porque no se note como mi cuerpo tiembla.

-Dijiste que alguien nos seguía, e hiciste que bajara y me encerrara, así que quiero saber qué pasó.

-¿Viste algo?-Creo que mi pregunta es demasiado idiota, y aún más si es que en realidad no vio nada, y solamente no dejo mi paranoia de lado.

-Creo que volvemos al principio... Sí te lo pregunto, es porque no tengo la menor idea de lo que ocurre.-Suspiro aliviado, y me siento a su lado a la orilla de la cama.

-Tan sólo estoy algo paranoico, creo que algo extraño se me metió a la mente después de ver una película sobre ello.-Escucho como ríe y sonríe. Siento el calor de su suave mano, y me tenso un poco por un par de segundos.

-Gracias por la cena, hoy ha sido una de las mejores noches de toda mi vida. Comprometida con la persona que amo en toda la vida, no puedo creerlo en verdad.-Mi mano viaja hasta donde comienza su mejilla, y mi pulgar se encarga de acariciarla con suavidad y ternura.

-Temía que dijeras que no... Pero ahora admito sentirme aliviado y capaz de poder dormir.-Su risa me hace pausar un momento.-créeme, llevo días sin poder hacerlo.

-No sería capaz de poder dar una negativa a eso. No después de tan maravillosa cena, el violín y bueno... Creo que me he enamorado.-Hace una pausa, y alza su mano a vista de ambos.-De mi nuevo anillo, claro, no te emociones.- Una linda carcajada sale de sus labios, y no saben lo hermoso que se siente verla tan entusiasmada.

-Pues yo me enamoré de la mujer que lo posee.

Muerde su labio apenada, y todavía me sorprende que a estas alturas se siga sonrojando por comentarios como esos. Acerco mi rostro poco a poco al de ella, hasta que nuestras narices logran rozarce una con otra, pudiendo sentir la calidez de su aliento golpeando mi barbilla.

Lo que era predecible, sucedió. Toqué por fin sus finos labios, y comencé a sentir el dulce de su labial de vainilla, el cual hace tanto estaba presumiendo, pero que no había tenido la oportunidad de probar hasta ahora. Los movimientos eran tranquilos y sin prisa, haciendo que mi corazón se llenará de paz y ternura.

Mis labios comenzaron a trazar el tan remarcado mapa de su piel, bajando a su cuello, y llenando mi sentido del olfato con su rica fragancia. Mis dedos llegaron hasta su espalda, buscando la forma de comenzar a bajar el cierre interminable de su vestido. Justo estando encima de ella, y con la mitad de mi objetivo de quitarle el vestido completado, recordé una pequeña barrera que en realidad no me siento capaz de romper.

Volverte a ver (inexplicable pt. 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora