¿No te doy Miedo? (M#1)

Capítulo 16: Miedo e incógnitas.

Se acercaba la hora en que había acordado ir a Delivist con el psicópata. Tenía miedo, en verdad estoy asustado. Delivist es un lugar muy tétrico: los árboles son enormes y dan la impresión de que en cualquier momento te caerán encima; el silencio es de ultratumba tanto así que el único sonido que se puede apreciar es el de las hojas de las ramas que se mueven con ferocidad por los vientos de la época. También, aunque tenga la habilidad de conectarme con los muertos, todas las historias que he escuchado acerca de ese lugar en verdad son escalofriantes.

Había recogido lo que ese tipo me dejó detrás de los dormitorios. Me sorprendí al ver que lo que dejó era más simple de lo que pensaba; una caja de un tamaño mediano en la cual aprecié dos cosas: agua bendita que en la botella traía una etiqueta con un dibujo de un símbolo de protección —el cual identifiqué gracias a lo que Miku me ha explicado del libro— quee básicamente te resguarda de entidades malignas. Lo segundo era una nota de papel en la que se apreciaba una «T» roja y unas indicaciones:

1-Remójate con el agua la boca, el cuello, las manos, los pies, la frente, el estómago y por último el pecho.

2-No vistas ropa de color negro; viste ropa de colores

3 -No olvides usar tu collar.

No entendí en qué forma todo esto me daría seguridad ante ese psicópata, pero definitivamente no dudaré acerca de lo que esa nota dictamina. Cumplí con cada una de sus peticiones, me froté el agua en las zonas que la nota pedía, me vestí con una camisa azul, pantalones de un tono rojizo, acompañado de vans y una chaqueta gris. El collar sólo me lo quitaba cuando tomaba un baño para evitar que se dañara, pero me aseguré de llevarlo puesto antes de salir.

Luego de la película me había despedido de todos. Les di la excusa de que necesitaba estudiar en la biblioteca para los parciales que se acercaban. Todos acataron al mandato, pero David me pidió que estudiara en la habitación, sin embargo le dije que no es nada sencillo concentrarme con su presencia cerca y, por supuesto, él tampoco puede estarse tranquilo teniéndome cerca, así que al final accedió solo con la condición de que llevara mi teléfono y además con el hecho de que él me recogería una vez que haya terminado.

Tomé rumbo hacia la montaña Delivist. Llevaba mi mochila gris, y también había tomado una medida de seguridad por mi cuenta, había colocado un cuchillo de la cocina en mi bolsillo izquierdo del pantalón. No pensaba actuar a lo estúpido y terminar clavándole el cuchillo sin razón, pero si las cosas se salían de control es un hecho que tendría que defenderme a lo salvaje.

No sabía en qué parte de la montaña debía de encontrarme con él, así que solo seguí un camino sin rumbo por los senderos; si continuaba de esa forma, en algún momento tendría que encontrarlo. Tenía mucho miedo, el estómago me rugía, no por hambre sino por los nervios. Las hojas de los árboles se movían muy rápido debido a los vientos de temporada. Podía escuchar el sonido de los grillos pero no lograba identificar de dónde provenía debido a que había mucho eco por doquier. También se escuchaba el cántico de las lechuzas y algunas ramas secas que crujían al ser estripadas por mis pisadas.

Me comenzaba a desesperar, llevaba unos diez minutos caminando de un lado hacia a otro, pero nada de nada, el psicópata no daba señal de haber llegado.

—¿Dónde diablos estás? —dije para mí mismo. Un escalofrío me recorrió de pronto toda la espalda acompañado de una ráfaga de viento helado.

—No creí que fueras tan ingenuo como para no notar que te estaba siguiendo —resonó una voz a mis espaldas.

Una enorme pesadez se formó en mis pies, como sino pudiera moverme de donde estaba parado. Un nudo empezó a dejarme sin habla. Esa voz tan rasposa, definitivamente es la misma que escuché por el teléfono. De a poco me volví hacia atrás, notando la silueta del psicópata.