──¡Con cuidado, Sebas! ──le advirtió la chica del cabello rosa al joven de los cabellos rubios en el instante en que una sombra casi le toma por una de sus piernas.
Los dos jóvenes junto al padre del de los ojos carmín, se hallaban ahora corriendo de muchas presencias que solo tenían un objetivo en mente, llevarlos hasta la cúspide del acantilado, ese tétrico lugar en donde la mayor concentración de energía se estaba formando.
──¡Corred más rápido! ──les dijo el hombre mayor a los jóvenes, al ver que esas cosas parecían ir aumentando su ritmo con cada paso que daban.
Después de caminar por unos minutos más, empezaron a ver cómo la maleza y arbustos se empezaban a poner cada vez más y más espesos, lo que al mismo tiempo dificultaba el hecho de ir corriendo de esas presencias, fantasmas, espectros, demonios, y en sí, todas esas formas de energía que están en la montaña.
El camino de vegetación exuberante que se hallaba por los senderos en los que se estaban encaminado, era cada vez más difícil de recorrer, todo eso sumando el ser perseguidos con una apenas nula vista de lo que se encontraba adelante. Los vientos de esa zona por la que iban se fueron intensificando, unas brisas muy frías azotaron sus rostros haciendo que sus cabellos se alborotasen, el aire estaba muy pesado y a la vez helado, un frío que te hiela todos los pelos de la espalda.
El camino se iba empinando y empinando, no había tiempo de pensar, solo se podía correr y correr, tal vez por sus mente pasase la posibilidad de que estuviesen yendo hacia alguna salida, pero claro, esa posibilidad no era verosímil con la realidad de lo estaba a punto de pasar...
***
──¡Oh, pero miren! ¡Si llegaron todos casi al mismo tiempo! ──dijo aquella voz femenina, una voz femenina que sin ninguna duda, el chico de los ojos azules reconoció.
En ese enorme acantilado ahora se hallaban los dos grupos que habían ingresado a la montaña, el del ojiazul con su padre, y el de la chica del pelo rosa, el joven del cabello rubio y el padre del de los ojos carmín.
──Kea ──fue lo único que dijo el joven. Aquella joven que tanto le había ayudado para cumplir con su cometido de acercarse a Thiago, la orientadora del campus.
La silueta encapuchada que había dicho aquellas palabras, se quitó la máscara que tapaba su identidad, dejando a la vista una piel blanca, cabello de un castaño muy oscuro, ojos de un penetrante rojo carmín y una sonrisa malévola, burlista y hasta se podría decir sádica.
──¡Es un placer verte, David! ──mencionó en lo que le sonreí al ojiazul con mucha burla.
──Tú... ¿Tú eres quien planeó todo esto? ──la voz del joven ya se oía alterada, su penetrante mirada se dirigía a la de la joven como si desease lanzarla por el acantilado en ese justo momento. Ella le volvió a dar esa sonrisa de burla antes de proceder a dar respuesta a la pregunta que antes le formuló.
──Antes de dar una respuesta a esa pregunta... ¡Ya puedes venir!
De entre uno de los extremos de esa zona del acantilado, uno de los extremos que llevan a él y que por ende se conecta con la parte boscosa de Delivist, salió esa silueta que hizo que el corazón del ojiazul se partiese en mil pedazos. Ahí estaba la silueta de la persona que más había llegado a amar, su pequeño de ojos carmín, o al menos, la silueta de lo queda de él.
Su cabello estaba negro como la noche, sus ojos tenían la pupila roja y la parte blanca estaba totalmente negra, su piel estaba blanca como nieve, su ropa del todo rasgada, y la expresión de su cara en definitiva no pertenecía al hermoso chico del que se había enamorado en el pasado. Esa expresión ni siquiera le miró, simplemente caminó hasta quedar al lado de la chica que anteriormente le había llamado.
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¿No te doy Miedo? (M#1)
Mystery / Thriller(BORRADOR) Al recibir la noticia de haber sido admitido en la universidad de sus sueños, Thiago, un chico solitario, de penetrantes ojos rojo carmín, muy aplicado y además misterioso, deberá irse hasta la ciudad de Londres para poder empezar una vid...