ZAFIRA
Ah, ¡Demonios! No debí haber comido tanta nutella durante la película; en verdad que no le cayó muy bien a mi estómago el haberme tragado dos botes enteros con fresas, pero definitivamente valió la pena; claro, mi gastritis no dice lo mismo en este justo instante. Lo bueno es que tengo a un sexy enfermero rubio que me puede ayudar con este problema, así que no tengo de qué preocuparme.
Salí de mi habitación con mi pijama de corazones y con unas pantuflas de conejo hacia la enfermería en la que Sebastián se pasa la mayor parte de su tiempo libre estudiando o qué sé yo qué hace ahí. Tomé un rumbo no muy acelerado para no lograr que el molesto dolor en mi abdomen aumentara. No estaba demasiado frío el ambiente pero si podía sentir cómo la brisa lograba mover ligeramente algunos de mis azules mechones.
Llegué a la enfermería después de un corto recorrido de unos cinco minutos desde que salí de mi habitación hasta que estuve en frente de la entrada del lugar. Noté que la puerta no abría y eso en verdad me extrañó un poco debido a que Sebastián siempre está aquí a estas horas de la noche e incluso más de una vez le he visto quedarse a dormir por si algo llegase a suceder.
Bueno, supongo que tal vez no se encuentre aquí por el momento; sin embargo yo necesito de algo que me ayude a calmar los molestos calambres de mi estómago así que vamos a hacerlo por el modo más cool. Tomé uno de los broches de alambre que uso para mantener mi hermoso cabello en su lugar y lo empecé a torcer hasta que logré que éste quedara más recto que antes. Lo introduje en la cerradura y comencé a hacer unos cuantos movimientos para conseguir que el seguro se soltara.
──¡Bingo! ──dije para mí misma en el instante en que un sonido al otro lado de la puerta se dejó oír y de paso conseguí que la puerta por fin se abriera.
Eché un vistazo, notando que el rubio no estaba en el mostrador y las luces de toda la recepción se encontraban apagadas. Bien, no importa, solo necesito ir al botiquín y ver qué tomo para lograr bajar el dolor de mi abdomen. Me dirigí hasta el botiquín que estaba cerca del mostrador y empecé a revisar a ver qué tomaba para aliviar la gastritis... pastillas, alcohol, agua oxigenada... lo encontré; las cápsulas que ayudan a bajar la gastritis.
Zafira, sos la puta ama ──pensé desde mis adentros.
Muy bien, creo que ya podré irme a.... oh, una de las habitaciones que está en el pasillo se encuentra prendida. Pensaba que ese rubio no estaba aquí, bueno, iré a decirle que me llevaré dos cápsulas del botiquín. Di unos cuantos pasos para poder llegar hasta la habitación de donde provenía la luz...
──AHHH ──pegué un grito como los que doy cuando me golpeo el dedo chico con la esquina de la cama.
Ah, estaba sin palabras por lo que mis ojos estaban viendo; creo que la nariz me explotó al ver una escena tan hermosa.
──¿Se puede saber qué carajos estás haciendo tú aquí? ──preguntó casi de un susurro Sebastián desde la cama, sin removerse mucho de ésta.
Seguía atónita al tener la dicha de ver algo tan kawaii; Sebastián se encontraba recostado en la cama y nada más y nada menos que Petter, se encontraba recostado en su pecho mientras se abrazaba un poco del cuello del rubio; como un koala aferrado a un palo de bambú.
──¿Qué diablos haces aquí? ¿Cómo entraste si la puerta estaba cerrada? ──preguntó una vez más Sebastián, sin hacer mucho escándalo con el fin de que Petter no se despertara.
──Pues necesitaba de una pastilla para la gastritis, pero no esperaba llegar a encontrarme con algo tan hermoso mientras lo hacía ──le respondí al rubio, intentando no morir de la ternura mientras se lo decía.
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¿No te doy Miedo? (M#1)
Mystery / Thriller(BORRADOR) Al recibir la noticia de haber sido admitido en la universidad de sus sueños, Thiago, un chico solitario, de penetrantes ojos rojo carmín, muy aplicado y además misterioso, deberá irse hasta la ciudad de Londres para poder empezar una vid...