Capítulo 21: No estás solo.

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PETTER

¿Qué acabo de escuchar? No me lo puedo creer ¿Acaso ella me ha llamado por mi nombre? Pero se suponía que Sebastián no le había comentado nada acerca de mí.

──Oh, ya entiendo ──mencionó la chica, para luego darle un golpe a su hermano──. Eres un tonto, Sebastián. ¿Cómo no le mencionaste que me pasabas hablando de él día y noche por mensajes de texto?

El rubio se pasó una de sus manos por la nuca, mientras que en su rostro se notaba la gran vergüenza que su hermana le estaba haciendo pasar. Sus mejillas se coloraron un poco.

──¿Eh? ──titubeé.

──Bueno, ya que la expresión de Sebastián lo delata, te explicaré. Desde hace varias semanas, el hermoso y tonto chico que tengo a mi lado, no ha parado de contarme cosas de un chico que lo tiene loco...

──¡Sthepanie! ──se quejó el rubio.

──No dejaba de comentarme lo lindo que le parece...

──¡Sthepanie! ──se quejó de nuevo pero esta vez con un tono más alto que antes.

──También me contó acerca del buen cul... ──el chico rápidamente se dirigió a su hermana para taparle la boca.

──Para ya o le diré a la enfermera que te deje sin comida hasta mañana ──la advirtió con un tono bajo de voz, sin embargo, alcancé a escucharle a la perfección.

──Por si no sabes eso es ilegal, tarado ──le reprochó apenas se soltó de la mano que había puesto en su boca.

──¡Me arrepiento tanto de haberme ofrecido a venir! ──susurré en un tono bajo, con la intención de que no fuese escuchado por esos dos hermanos.

──Lo lamento, Petter. No se suponía que al venir aquí te sintieras incomodo ──el rubio miró de mal modo a su hermana.

──También me disculpo. Lamento que Sebastián no te haya dicho que anteriormente me había contado de ti. Aunque en sí él debió de habértelo dicho ──la chica fulminó a su hermano.

──N-no hay problema ──dije con algo de pena ajena.

Creía que Yuya y Eduardo eran un excepción, pero al parecer estos dos son incluso peor de inmaduros e imbéciles. Yo y mis geniales ideas me terminan siempre dejando en situaciones verdaderamente bochornosas.

──Podemos empezar de nuevo, ya de buena manera ──sonrió la pelinegra──. Imagino que Sebastián sí te dijo que me llamo Sthepanie, ¿no?

──Sí ──respondí casi por intuición. El rubio me hizo un gesto con el fin de que me acercara hasta la camilla en donde se encontraba su hermana.

──Vaya, eres más lindo de cerca. Es un placer por fin conocer a mi futuro cuñado ──me ofreció su mano, mientras que en su boca se mostraba una enorme sonrisa.

Correspondí a su amable gesto.

──¡Sthepanie, para ya! ¡No llevamos ni cinco minutos aquí y ya estás de intensa! ──le reclamó.

──Lo lamento, lo lamento ──murmuró con algo de burla──. ¡Gracias por venir a visitarme!

El rubio tomó un gran suspiro de aire.

──¿Cómo te has sentido? ──le preguntó su hermano.

──Mejor... Ya he sido desintoxicada por completo. Todo mi cuerpo está a salvo, pero... las emociones todavía me atacan ──la chico bajó la expresión de su rostro.

¿No te doy Miedo? (M#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora