Capítulo Especial de Halloween.

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──¡Maldito, David! ¡¿Dónde coño te metiste?! ──dije para mí mismo en lo que recorría de un lado a otro el piso de la habitación.

¿Por qué me encontraba tan molesto? Bueno, es muy simple... el imbécil de David había decidido que el día de hoy no hiciéramos nada para la cena y en su lugar pidiéramos una pizza; habíamos acordado que él iría a traerla y yo iría por unos refrescos a la cafetería. Todo parecía estar bien hasta que noté que el muy tarado se estaba demorando demasiado y ya mi hambre me comenzaba a malhumorar.

¡Toc! ¡Toc! ──la puerta dio dos golpes y de inmediato me dirigí a abrirla.

Más valía que fuera ese imbécil o en verdad le lanzaría los refrescos en la cara en cuanto lo viera llegar. Me detuve un momento enfrente de la puerta, tomando de la manecilla.

──¿Quién es? ──pregunté con una voz algo molesta.

──Soy yo, Thiago ──esa respuesta me confirmó quién era el que estaba al otro lado de ésta.

Tomé un suspiro de aire antes de abrir, para seguido de eso girar la manecilla hacia un lado logrando que la puerta se abriera por completo.

──¿Se puede saber en cuál pizzería se supone que est...?

El brazo izquierdo de David me jaloneó de mi hombro y con un leve empujón me terminó tumbando sobre la cama, cerró luego la puerta y colocó la bolsa en donde traía la pizza sobre mi escritorio.

──¿Qué demonios te sucede? ──le pregunté. No me había molestado en mirarle su rostro y en verdad desearía no haberlo visto──. ¿Q-qué demonios tienes en la cara?

No podía creer lo que mis ojos estaban presenciando, el muy imbécil ojiazul tenía toda su cara maquillada tal y como la de un zombie; con la piel de un color putrefacto, algunas heridas falsas de las que desprendía un poco de sangre falsa y su cabello del todo desordenado.

──¿Te gusta? ──se acercó un poco a la cama en donde me había lanzado──. Es el disfraz que planeo usar para Halloween; Zafira estaba probando cómo funcionaría el maquillaje y creo que en mí ha quedado de maravilla.

Solté un suspiro resignado.

──¡Eres un tarado! Estuve esperando como idiota aquí por treinta minutos; incluso pensé que algo malo te había sucedido y tú solo estabas probando el maquillaje para una festividad que se celebra mañana.

Su rostro se encontraba maquillado, pero aun así podía notar cómo se había dibujado una gran expresión de asombro en él.

──¡Lo lamento! No quería preocuparte, pero quería que fuera sorpresa el momento en que vieras mi maquillaje ──se excusó con esa vocecita infantil que hacía cuando sabía que había hecho algo mal.

Por muy imbécil que fuera, cuando me hablaba con ese tono, me era imposible seguir molesto con él. Odiaba que lo usara por esa razón, porque sabe que mi malhumor se va cada vez que lo hace.

──Ya, está bien... me gusta tu maquillaje ──me enderecé de manera en que quedé sentado. Me crucé de brazos, cerrando los ojos.

Una sensación húmeda me empezó a invadir la boca; los labios de David, pero había algo en éstos que me dejó con una sensación extraña pero de igual forma muy agradable. Abrí mis ojos, notando al ojiazul enfrente de mí; su maquillaje de cerca en verdad era increíble y a la vez asqueroso, pero por mucho maquillaje grotesco que usara, el que es guapo se queda guapo.

──¿Por qué tus labios saben a cereza? ──una sonrisilla burlona se escapó de su boca.

──Es que la sangre que se usa para el rostro y otras partes del cuerpo no tiene muy buen sabor, pero por suerte hay una sangre comestible que se puede poner en la boca y tiene sabor a cereza ──se explicó.

¿No te doy Miedo? (M#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora