──Papá ──le llamé, lo que ocasionó que casi se le cayera el teléfono que tenía en sus manos.
──¡Thiago!... ¡Hijo, feliz cumpleaños! ──guardó su teléfono en su bolsillo y cortó la poca distancia que nos quedaba para de esa forma poder abrazarme.
Después de todo lo ocurrido, mi relación con él estaba muy bien. No podíamos recuperar el tiempo perdido, pero sí podíamos intentar que nuestro futuro fuese mejor. En verdad me siento muy especial al saber que está aquí; no esperaba verle el día de hoy y en verdad que me tomó por sorpresa.
──No sabía que vendrías ──le comenté.
──Bueno, David nos comentó y decidimos venir a saludar y por supuesto darte nuestros regalos ──terminó de relatar.
──¿Nos?
──Hey, pero si ahí está el hombrecito... ¿No llegamos tarde para la fiesta? ──resonó esa grave voz masculina de pronto. Una voz que reconocí al instante.
──¿Dónde andabas dejando el auto, Eitel? ──reprochó mi padre. El padre de David venía con dos enormes cajas envueltas en papel de regalo en sus manos.
──¡Vamos, Xion! ¡No me ayudas a traer los regalos y encima me reclamas! ──soltó con un tono divertido, a la vez que dejaba los regalos en el suelo──. ¡Feliz cumpleaños, Thiago! ──se acercó animado para repetir el gesto de abrazo que mi padre también hizo.
──¡G-gracias a ambos! ──hablé algo entrecortado porque demonios, ya sé de dónde David sacó su fuerza.
──¿Y bueno... dónde están mis dos niños? ──preguntó Eitel.
──Bueno, creo que estaban por ahí bailando o qué sé yo... Yo sólo vine hasta aquí porque me sorprendió ver a Xion, digo, a papá en este rincón ──él al ver que corregí el modo en que lo había llamado me dio una sonrisa.
──Bueno, el ambiente por aquí se ve genial, creo que esperaré hasta que los vea para saludarles ──dio un vistazo a la pista de baile que se encontraba del todo repleta por gente bailando de un lugar a otro.
──¡Claro que no! ──le indicó mi padre──. ¡Sólo veníamos a saludar y de paso dejar los regalos! Ya más bien nos íbamos yendo...
──¿Eh? ¡Vamos, Xion! ¡El ambiente se ve divertido y hay licor gratis! ──le hacía una especie de puchero a mi padre lo cual hacía que éste lo fulminara un poco.
No pude evitar soltar una risilla por lo bajo debido a la situación tan cómica que se presentaba ante mí en este justo instante
──¿Se te olvida que tenemos cuarenta y cuatro años? ──mi padre le fulminó con la mirada.
──¡Ñañaras! ¡Nunca se es demasiado viejo para divertirse! ──le respondió éste con un tono burlista. Sí, no había dudas, éste es el padre de David y Mario.
──Tantos años sólo manteniendo el contacto mínimo y sin embargo sigues igual que siempre.
──Lo mismo puedo decir de ti, mi querido Xion ──le sonrió de una manera malévola──. Y ahora si me disculpan, el vodka de aquella mesa me llama ──dijo antes de tomar rumbo a una de las mesas de tragos que se hallaban en el fondo del salón.
Sí, no había duda del por qué Mario y David son cómo son. Eitel es igual o inclusive peor de lo que son esos dos.
──Y bueno... ¿Tú no quieres ir a continuar bailando? ──me preguntó mi padre, viéndome con esos penetrantes ojos verdes.
──La verdad no, bailar no es lo mío ──me eché a reír un poco, lo que ocasionó que mi padre también riera.
──Si quieres podemos ir por un trago y vamos a tomar un poco de aire fresco ──sugirió.
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¿No te doy Miedo? (M#1)
Mystery / Thriller(BORRADOR) Al recibir la noticia de haber sido admitido en la universidad de sus sueños, Thiago, un chico solitario, de penetrantes ojos rojo carmín, muy aplicado y además misterioso, deberá irse hasta la ciudad de Londres para poder empezar una vid...