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La hora del almuerzo por las tardes era prácticamente un infierno. Algunos hombres se encontraban tranquilos, pero la mayoría se peleaba al grado de que los guardias tuvieran que intervenir. Justin se encontraba mirando fijamente a su plato de comida, si así se le podía llamar a eso que le habían servido. Realmente no tenía hambre, pero estaba obligado a comerlo. Junto a él había otros hombres que prefería no voltear a verlos. No estaba en condiciones para pelear, llevaba muletas. De echo, no estaba en condiciones ni para estar ahí con todos esos psicópatas y criminales. Bien, él también lo fue, pero ahora mismo se sentía arrepentido de haberlo sido. Lo único que quería era salir de una vez. Le dio un bocado a su puré, cuando un chico se posicionó detrás de él. Pudo sentir su presencia y su mirada fija en él. Hubo un momento de silencio sepulcral, todos se callaron y dirigieron sus miradas hacia él. Justin supo que ese hombre lo miraba intensamente.

—Estás en mi lugar, niño— Le informó, con tono amenazante. Justin giró su cuerpo lentamente sin quitarse de su asiento, y lo vió. Era un hombre de escasos 30 o 35 años. Estaba completamente tatuado de los brazos y tenía barba. Lucía realmente aterrador e intimidante... pero no para él.

—Oye viejo, hay muchos lugares aquí— Habló Justin sin miedo alguno. Señaló con su brazo toda la estancia de lugares vacíos. El hombre abrió los ojos a tope, mientras que todos los demás susurraban cosas en voz baja, sorprendidos. Jamás nadie le había contestado a él.

—¿Sabes quien soy, niño?— Preguntó, para intimidarlo. Justin sonrió.

—¿El típico fortachón que asusta a todos los demás presos solo para conseguir la atención que nunca tuvo en su vida?— Lo atacó. Al hombre por poco se le cae la quijada hasta el suelo de la sorpresa. Todos los presos cantaron un bonito 'Uh' en sorpresa. Nadie podía creer lo que acababa de escuchar por parte de Justin. Aquél hombre tomó a Justin del cuello de la camisa y apretó con fuerza. Se acercó a su rostro y Justin no dejaba de sonreír.

—Yo soy Dios aquí— Habló él. —Nadie se mete conmigo. Y si no quieres pudrirte en el infierno, mueve tu rubio trasero de mi asiento y ándate a la mierda, niño— Lo amenazó. Justin alzó las cejas.

—¿Dios? Que patético— Se burló. —No pienso moverme, ¿Qué harás al respecto? ¿Hecharme agua bendita?— Justin no pudo soportar la risa. Todos seguían sorprendidos, jamás habían visto nada igual.

—Estarías en el suelo convulsionando, pero no me meto con discapacitados— Dijo él. Justin no podía parar de reír. ¿Podía ser más divertido? Quizás exageraba, pero esto en realidad lo divertía.

—Solo son muletas. Anda, golpéame— Lo retó. 'Dios' sonrió y soltó a Justin de la camisa.

—Eres listo, niño. Sabes que me castigarán si lo hago, y estoy hasta la mierda de los castigos. Sé que eres nuevo aquí, ya tendré algo para ti. Por lo pronto me das pena, eres igual de inservible que los otros— Aseguró. Justin se puso de pié y se acomodó en sus muletas.

—No lo creo. Yo saldré pronto, la próxima semana no me verás aquí. En cambio tú eres el que me das pena. Por lo que sé, llevas años aquí por haber asesinado a toda tu familia. Y te falta toda una vida por recorrer. Estarás aquí hasta que te mueras, y, ¿Sabes que es lo peor? Que nadie te extrañará— Empezó a caminar en dirección a la salida con ayuda de sus muletas. La audiencia no podía creerlo. Justin volvió a verlo un momento. —Y quizás yo también estoy aquí por haber asesinado. Pero te diré una cosa frente a todos estos hombres. Me arrepiento de haber desperdiciado mi vida en esa mierda. Mientras tú no te arrepientas, seguirás atrapado en esa persona que aparentas ser. Alguien odiado y excluído de todos los demás. Suerte con eso, señor Dios— Se dio la vuelta y se marchó, dejando a todos con la boca abierta.

-

Lloraba mucho, era demasiado el dolor. Se sentía asfixiada. El aire le daba fuerte contra el cuerpo, provocándole escalofríos. Y se acercaba más a la orilla. Sus lágrimas caían sin piedad, sabía que no había más razones para seguir con vida. Estaba destrozada, estaba hecha mil pedazos. Llegó al barandal. Tomó todas sus fuerzas, puso sus manos sobre él, y de un repentino movimiento... saltó.

—¡Rosy!— Gritó él desesperado. La volvió a mover de los hombros, hasta que ella reaccionó.

—¿Qué? ¿Qué?— Preguntó entre un susurro. Fue recobrando la vista poco a poco, hasta que vió a su mejor amigo con los ojos saltados del susto. Tocó su frente, sudaba mucho.

—¡Por Dios!— Dijo él asustado. —Estabas moviéndote para todos lados, sudabas y temblabas. ¿Qué clase de pesadilla estabas teniendo? ¡No podía despertarte!— Se lamentó. Ella exhaló aire profundamente antes de hablar.

—Yo... nolosé— Pasó una mano por su cabello. Recordó que estaba en la sala viendo una película con Bruce. Se había quedado dormida en el sillón y él estaba acostado abajo, en el cómodo tapete, comiendo palomitas. —Me caía de un edificio enorme. Es todo lo que recuerdo, pero... lo he tenido muchísimas veces— Se lamentó. —No sé porqué— Susurró.

—Aveces pasa, no te asustes— Aclaró él. —Me alegra que despertaras, pero me temo que ya tengo que irme— Le señaló la hora en su celular. —Es tarde—.

Ella abrió bien los ojos y se fijó en la hora. Eran las 9:31 pm. Wow. Había pasado el día completo con Bruce. Y la había pasado de maravilla, las horas se habían pasado muy rápido.

—Valla— Susurró ella. —¿Mi padre no ha llegado?— Preguntó extrañada.

—No. El único que ha bajado es James, y ha sido para robarme palomitas— Recordó triste. Ella rió.

—Bien— Se levantaron al mismo tiempo y lo condujo a la puerta. —Te veo el lunes en la escuela, ¿De acuerdo?— Dijo ella. Bruce asintió y se puso su suéter.

—Hecho— Respondió. —Gracias por la comida. Descansa linda— Le dio un beso en la mejilla y un ligero abrazo, como siempre. Ella sonrió.

—Adiós— Se despidió. Bruce se fue. Ella hechó un vistazo afuera. Maldición. ¿Por qué seguía sintiéndose observada? Quizás alucinaba, quizás no. Pero realmente sentía que alguien la vigilaba, era una sensación horrible y estresante. Automáticamente la hacía sentirse nerviosa. Cerró por completo la puerta de la casa con llave. Se giró de nuevo hacia la estancia. Pero lo primero que vió al voltearse, la dejó sin aliento.

-

Justin intentaba consiliar el sueño, cuando tocaron con unas llaves a la reja de su celda. Era el maldito guardia de mierda, otravez.

—¿Pasa algo?— Preguntó alzando su cabeza. El hombre abrió las rejillas y dejó sobre su cama un pequeño sobre. —¿Qué es esto?— Preguntó Justin incorporándose, mientras el guardia cerraba de nuevo la celda.

—Te llegó a ti. Mi trabajosólo es vigilar y entregar cartas— Y sin más que decir, se marchó. Justinfrunció el ceño y tomó el sobre en sus manos. No había remitente, pero sídestinatario. Y para su sorpresa, el destinatario era él. Algo confundido,rompió la orilla del papel y sacó su contenido. Valla. Eran fotografías.Encendió una pequeña luz de la celda, para poder mirarlas con claridad. Oh...Dios. Se quedó petrificado. Era ella. Con el mismo chico del parque. El corazónse le aceleró. ¿Por qué había recibido esto? Se fijó en la fecha. Eran de hoypor la mañana. Joder. No. Empezó a pasar una por una. Solo eran ellos dos,abrazándose, divirtiéndose, e incluso... besos. ¿Qué? No, no, no. Su corazónlatió con fuerza tremenda. Todos sus sentidos se encendieron. La ira se apoderóde sus venas con potencia. Su demonio interior salió a la superficie. Sumandíbula se apretó. ¿Qué mierda era esto? Su respiración se aceleró. Si era su'mejor amigo', ¿Por qué la trataba así? Para Justin, esto no tenía sentido.Ella era suya. Suya. Suya. ¿Ese cabrón no lo entendía? Fuera quien fuera el quehubiera mandado las fotos, había captado a la perfección esos momentos. Sintióun dolor enorme dentro de él, como si le clavaran una navaja directo alestómago. Aún peor. Pero no lloró. Acumuló todo su coraje dentro de él. —Saldrépronto... él solo debe saber que saldré pronto...— Se dijo a si mismo, como unaadvertencia para Bruce. Estaba furioso, y repasaba las fotos, y más seencabronaba. Por que confiaba en ella, pero en él no. Esto iba más allá de unaamistad, podía verlo reflejado en esas imágenes. Él estaba muerto por ella. YJustin, no lo permitiría. Entonces llegó a la última foto y vió un recado sobreella. 'Esto hace ella sin ti' decía. Entonces supo de manera inmediata quienera el remitente: Anthony Hookman. Y por ese momento, sólo por ese precisomomento... Justin le dio las gracias por haberle mandado esas fotografías.  -

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora