23

89 3 0
                                    

                  

La gente bailaba por allá, por acá... todos alocados, comiendo, tomando cerveza, festejando en aquél día tan especial. Era aproximadamente la 1 de la madrugada y esto apenas iniciaba. Rosalyn se encontraba con Justin, Taylor, Bruce y Alicia platicando cómodamente en una mesa. Reían y reían sin parar. Las cosas iban realmente increíbles. No había nada sospechoso o fuera de lo común, lo cual era un gran alivio.

—Iré a por hielo adentro. Regreso muñeca— Avisó Justin. Rosalyn asintió. Justin se levantó de la silla y caminó entre la gente, hasta llegar a la casa. Caminó a la cocina, y para su sorpresa, no estaba vacía. Había una rubia allí. Oh, pudo recordar quién era. —Con permiso— Pidió Justin, al ver que ella tenía el refrigerador abierto, buscando quien sabe qué. Ella se volteó para verlo y una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro, la cual Justin prefirió ignorar.

—Oh, lo siento— Dijo ella. —Ya la encontré— Sacó del refrigerador una lata de refresco y se apartó. Justin sonrió fingidamente y ahora prosiguió a abrir el congelador, para sacar el hielo. Pudo sentir que ella continuaba atrás de él, pero no hizo nada al respecto. Sacó el hielo y se acercó a la barra, para partirlo con un cuchillo. La voz de ella lo sobresaltó.

—¿Puedes ayudarme a abrir esto?— Preguntó ella. Justin volteó a verla, y ella tenía su brazo estirado para entregarle la lata. Justin asintió, amable.

—Claro— Respondió. Pensó que era patético pedir abrir una soda, pero tenía que ser caballeroso. Sujetó la lata en sus manos y con sus dedos la abrió fácilmente. Sonrió pero su sonrisa se borró al instante, pues al parecer la bebida estaba batida, y todo el refresco terminó sobre su camisa. —¡Mierda!— Se quejó, al sentir el frío líquido bañarse sobre su camisa. Ella se hizo la "Sorprendida".

—¡Ah! ¡Lo siento tanto, no tenía idea!— Se disculpó. Se acercó a Justin para auxiliarlo. —Déjame ayudarte— Pidió ella. Se acercó a la lascena para agarrar un pequeño trapo y limpiarle la camisa. Él negó con la cabeza.

—No, no te preocupes. Estoy bien— Dijo él. Pero ella se acercó hasta él y puso sobre su camisa el trapo. Comenzó a limpiarle. —De verdad, yo lo hago— Dijo Justin.

—No, déjame a mí— Insistió Carolina. Justin se quedó quieto unos momentos. Ella se acercó demasiado, suficiente como para dejar a la vista su enorme escote en aquél vestido amarillo. Justin tuvo que ser fuerte unos segundos, pero no pudo, cualquier hombre sería débil ante aquella vista. Agachó levemente su cabeza para ver mejor sus enormes pechos. —¿Te gusta lo que ves?— Preguntó ella. Justin se quedó en shock al escucharla decirlo. Se apartó de inmediato y reaccionó.

—¿Disculpa?— Preguntó Justin desconcertado. Ella sonrió y volvió a acercarse a él, acorralándolo contra la barra. Se pegó por completo a su cuerpo y sus pechos se pegaron contra el torso de Justin.

—Puedes tocarme lo que quieras...— Le susurró. Justin tragó saliva. —Ella no lo sabrá— Aseguró. Justin sonrió. La sujetó de la cintura, pero cuando ella creyó que había caído, fue todo lo contrario. La sujetó fuerte y la apartó por completo de él. Dio pasos hacia la puerta de entrada de la cocina, dejándola atónita.

—¿Tú te haces llamar su amiga? Valla chiste— Dijo burlón. —Rosalyn es mi novia y la amo. No vuelvas a acercarte a mí, zorra— La atacó. A Carolina casi se le cae la quijada hasta el suelo al escucharlo. Nunca ningún hombre le había hablado así jamás, ni siquiera la habían rechazado. Así que sin más que decir, Justin le sonrió y le guiñó el ojo, mientras salía de la cocina, dejándola sola y más avergonzada que nunca en su vida.

-

—¿Y el hielo?— Fue lo primero que preguntó Rosalyn al ver que Justin volvía a la mesa. El sonrió y sin decir nada, la besó intensamente. Taylor, Bruce y Alicia se sintieron un poco incómodos al verlos, así que se voltearon para otro lado. Rosalyn se quedó pasmada al sentir como Justin la besaba con ganas, apasionadamente. Cuando se separó de sus labios, la dejó sin aliento. —¿Y eso?— Preguntó ella, sonriendo satisfactoriamente debido a aquél inesperado beso.

—¿Te he dicho lo hermosa y perfecta que eres?— Preguntó Justin. Ella sonrió enormemente y se ruborizó.

—Lo de hermosa sí. Lo de perfecta también... pero no lo soy— Se defendió.

—Lo eres. Eres perfecta para mí y te amo— Volvió a robarle otro dulce beso. Rosalyn sonrió sin entender mucho a qué se debía su actitud, pero prefirió no preguntar. Amaba que Justin fuera así con ella, era tan espontáneo y dulce.

—También yo— Aseguró ella.

-

Eran las 4:06 de la madrugada y ya no había nadie en la fiesta. La casa estaba hecha un desastre, sobre todo el patio de atrás. Rosalyn sintió que le retumbaba la cabeza al ver tal remolino de basura. Solo quedaban ella y Justin. Por supuesto, James también, pero él se había ido a acostar desde casi las 3.

—Esto es... hay Dios— Dijo ella, pasando ambas manos por su cara. Justin sonrió.

—Lo limpiaremos mañana— Dijo él. —Eso no me preocupa. Al contrario, me siento aliviado de que esto haya terminado bien y que Hookman no se haya aparecido—.

—Pienso igual. Fue increíble, de las mejores fiestas, gracias Justin— Dijo sonriéndole. —Ahora estoy cansadísima. Vamos a la cama— Imploró.

—¿Cansadísima?— Preguntó. —Eso puede arreglarse— A continuación, la sujetó de piernas y cintura y la cargó en sus brazos. Ella dio un gritito de sorpresa.

—¡Justin, no! ¡Bájame estoy pesada!— Gritó. Él rió mientras la guiaba hacia las escaleras y proseguía a subir.

—Estás como una pluma, podría tenerte en mis brazos todo el día— Aseguró él. Ella reía mientras Justin la subía al segundo piso. Llegaron a su habitación y Justin cerró con candado. La lanzó a la cama y le quitó los tacones.

—Justin, no tienes que...— Se quedó callada cuando Justin terminó de quitarle ambos tacones y prosiguió a besarle un pié suavemente... oh por Dios. Una corriente eléctrica pasó de su pié, a su pierna, aterrizando en su parte íntima. Pasó de su pié a su tobillo y fue subiendo por su pierna hasta su rodilla. Dejaba besos ardientes por su piel. Ella tragó saliva al sentir que llegaba a su entrepierna. Cerró sus ojos, pero cuando iba a dejarse llevar, recordó algo. —¡Quítate, quítate!— Dijo saltando de la cama. Justin frunció el ceño y se quedó sorprendido al verla como se levantaba y corría hasta un cajón. —¡Aquí está!— Dijo orgullosa, al tomar algo en sus manos. Justin no entendía.

—¿Qué rayos tienes allí? ¡Quiero sexo salvaje!— Se quejó. Ella se rió a carcajadas.

—Aún no me he vengado de tí— Recordó, acercándose a la cama. Mantenía ambas manos en su espalda, sin mostrarle lo que tenía.

—Dime que tienes allí— Dijo él, ahora ligeramente asustado. Ella sonrió. Finalmente le mostró lo que tenía. —¿Qué rayos?— Preguntó él.

—Mi estuche de pinturas— Señaló ella con una mano. Justin frunció el ceño.

—¿Qué?— Preguntó sin poder creerlo. Pero de inmediato entendió, cuando Rosalyn le mostró lo que sostenía en su otra mano.

—Y mi esmalte de uñas— Dijocon una sonrisa de maldad en su rostro. —Morado— Finalizó.

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora