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Abro la puerta de mi casa. He llegado de la escuela y estoy exhausta, necesito un baño. Me dirijo a las escaleras, pero algo me impide seguir subiendo. Tocan la puerta. Me regreso y abro con toda confianza. Me quedo pasmada al ver al detective Gates que hacía mucho que no veía, y está acompañado de dos oficiales de policía. Frunzo el ceño.

—Buen día, señorita Mester— Me dice con total tranquilidad.

—Qué tal, hace tanto tiempo— Digo tratando de parecer calmada. Pero estoy confundida así que necesito aclarar mis dudas. —¿Qué hace aquí?— Pregunto con extrañeza. Me mira y luego le dirije una mirada a sus compañeros. Sigo sin entender.

—¿Se encuentra su hermano?— Pregunta.

—Si. Está arriba. ¿Pasa algo?— Pregunto ahora con tono preocupante. Pero apenas lo digo, escucho pasos que bajan las escaleras detrás de mí. Volteo. Es James. Viene con la cabeza agachada, no se ha dado cuenta de nuestra presencia. Aclaro mi garganta para que nos note, y lo hace. Levanta su mirada y se queda quieto de inmediato. No se mueve, sus pupilas se dilatan y su respiración se entrecorta... puedo notarlo. Está asustado. Pero, ¿Por qué? En ese momento lo veo que se da la vuelta e intenta correr. ¿Qué? Me quedo pasmada al ver como Gates y los otros dos oficiales entran de manera apresurada a la casa y lo siguen. Quiero gritar o decirles algo pero cubro mi boca observando la impactante escena. ¿Por qué rayos van hacia él? Un oficial lo atrapa a medias escaleras y entre todos lo jalan hacia el piso de abajo. Sigo quieta, pasmada, atónita. Mi hermano tiene expresión de coraje, pero a la vez de arrepentimiento y vergüenza. Y sigo sin entender nada. Entre los dos oficiales que no conozco, lo sujetan fuerte. Uno de ellos saca un par de esposas y se las coloca en las manos, detrás de la espalda. Niego con la cabeza de inmediato.

—¡¿Qué le hacen?!— Pregunto envuelta en un mar de confusión. Me acerco pero Gates se interpone frente a mí. —¡Suéltenlo, él no ha hecho nada!— Lo defiendo. James no dice nada, evita mi mirada y agacha la cabeza, mirando al suelo. No logro entender, nadie me dice nada. Todos me miran como si fuera una inocente, como si fuera la única en la casa que no sabe algo. Como si estuvieran ocultándome algo. Me desespero. —¡Detective, suéltenlo ahora!— Grito. Me ha hecho enojar el silencio que se prolonga. Pero no dicen nada. Un oficial lo conduce a la puerta y me paro enfrente. —¡¿A dónde rayos lo llevan?! ¡Que alguien me diga algo!— Vuelvo a gritar. Es entonces cuando Gates me toma del brazo y me aparta de James. ¡Me aparta de mi hermano como si fuera un criminal! Siento un nudo en la garganta al no saber qué está sucediendo. El detective me mira y suspira antes de hablar.

—James Mester, quedas arrestado por el intento de asesinato de Justin Bieber y el incendio de tu propia casa en Manhattan— Le explica uno de los oficiales a James. En ese momento me quedo paralizada. Mis latidos se aceleran y siento como una corriente eléctrica se pasea por mi cuerpo. Mi mente da vueltas y no soy capaz de hablar. Gates me mira y asiente. Yo niego con la cabeza, incrédula. Volteo a ver a mi hermano y él sigue esquivando mi mirada. No puedo créermelo, él no pudo haber hecho eso. No. No. No. Mi mente se niega a aceptar esa idea en mi cabeza. Él es bueno. Él es mi hermano. Él no me engañaría. Pero no dice nada y eso solo me hace dudar más de él. Me da un miedo terrible, no sé que decir. Estoy temblando. Me posiciono frente a él.

—James— Susurro débilmente. —¡Di algo!— Grito. —¡Tú no hiciste esas cosas, defiéndete! ¡Maldición!— Exijo desesperada. Él niega con la cabeza y cierra sus ojos. Sé que no quiere verme. Pero no entiendo por qué. —¡MÍRAME!— Le ordeno. Abre sus ojos y estos reflejan un arrepentimiento increíblemente sincero. Está apenado de verme.

—Si lo hice— Susurra. Mi corazón se detiene al oírlo. —Lo hice y te pido perdón. Me alié con Hookman para destruir a Bieber— Su voz se entrecorta, parece realmente arrepentido. Sigo estupefacta mirándolo. —Creí que era lo mejor para todos... pero me equivoqué— Agacha de nuevo su mirada. —Lo lamento tanto— Termina. Y en ese momento, lo entiendo todo. Todo cobra sentido, las piezas encajan en el jodido rompecabezas. Fue James quien me dijo que Justin había muerto, él fue el único que afirmó eso y todos le creímos. Pues claro... porque él mismo se había encargado de matarlo. Junto a Hookman. Mi corazón se parte en mil pedazos mientras analizo todo. Por eso aquél día que llegó a casa, me sacó de allí y me mintió diciéndome que me pondría a salvo, para encargarse de Justin cuando llegara. Y seguramente también le hicieron algo a Bruce. Días después James se aseguró de que nos mudáramos de casa, poniendo la excusa de que "no le había gustado la nueva" pero lo hizo por si Justin regresaba, ya no nos encontrara allí. No me cabe en la cabeza como no sospeché nada... pero es porque es mi hermano. No lo creí capaz. Y no puedo creerlo, no quiero creer esto. Después de dos largos meses, me doy cuenta de que mi propio hermano me traicionó, fue él quien provocó todas mis lágrimas, mis preocupaciones, mis ganas por suicidarme. No me cabe en la cabeza esto. Siento un nudo en mi garganta al verlo, por haberle creído, por haberle brindado mi confianza, mis abrazos, mi cariño, mi amor. Lo veo y sé que lo odio. Se convirtió en un maldito bastardo, igual que Anthony. Lágrimas caen por mis mejillas mientras sigo viéndolo fijamente, esperando a que vuelva a abrir su maldita boca para decir algo y darle una bofetada. Levanto mi mano dispuesta a hacerlo... me mira asustado, pero no soy capaz de abofetearlo y bajo mi mano. Soy una estúpida. Debería golpearlo, debería matarlo. Pero nada de eso puedo. Yo no tengo la maldad que él tiene. Esa maldad que ocultó estos meses, viéndome sufrir sin hacer nada. Lloro en silencio y vuelvo a mirarle.

—¿Por qué?— Pregunto sin aliento. —¿Por qué tú?— El nudo crece y llega hasta lo más profundo de mi garganta, reflejándose con mis lágrimas. Pero no dice nada y se queda callado. Sus ojos se cristalizan y sé que llorará fuertemente... lo conozco de toda mi vida. Y quiero que lo haga, demonios, quiero que llore y sufra como lo hice yo. —Te odio— Escupo en su cara. Es ahí donde derrama una lágrima tras otra. —Mamá estaría muy decepcionada de tí— Le aseguro. Más lágrimas rondan por sus mejillas y no me importa verlo así. Antes me dolía, ahora no. —Lo está. Al igual que mi padre y yo. Vive con ello y púdrete en la cárcel— Condeno. —Te amaba hermano— Susurro envuelta en lágrimas. —Confiaba en ti y me hiciste esto. Me das pena. Que se quede grabado en tu mente por siempre— No soy capaz de decirle nada más ni de mirarlo. Limpio mis lágrimas con una mano y me dirijo a uno de los oficiales. —Llévenselo— Ordeno. Y ellos no esperan ni un segundo más, lo empujan hacia fuera de la casa y lo conducen a una patrulla. Lo miro desde la puerta por última vez y nos dirijimos una mirada. Nuestros ojos reflejan el mismo dolor. Pero sé que el mío es mayor. Y así, viéndolo con ese rostro que nunca olvidaré, el de mi hermano mayor, el que creí que era mi ejemplo a seguir, mi mayor ídolo, me doy la vuelta, le doy la espalda y cierro la puerta. Y allí lo decido. Esa fue la última vez que le dirijí la palabra. No quiero volver a verlo. Por que por más que lo ame profundamente... lo que mi propio hermano me hizo, no tiene perdón.

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora