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Los ardientes labios de Justin le besaban el cuello en todo su contorno. Ella estaba consciente de que si esto continuaba, no pararían. Sentía una enorme culpa encima, no podía hacer esto. No podía seguir engañándolo. Retrocedió de él, poniendo una mano sobre su pecho. Justin la miró, confundido. Ella se apartó y empezó a nadar hacia la orilla de la piscina. Pero Justin actuó rápido. Nadó tras ella, y justo cuando Rosalyn estaba a punto de impulsarse con sus manos para salirse, él la sujetó de la cintura y la obligó a girarse hacia él. Se pegó a su cuerpo rápidamente, acorralándola.

—¿A dónde crees que vas?— Preguntó él, amarrándola con fuerza a sus brazos. Ella tragó saliva.

—Suéltame Justin... no me siento bien— Se excusó.

—Yo haré que te sientas bien— Aseguró. Diablos, estaba aferradísimo. Sin soltarla de la cintura, empezó a besarla de nuevo. Ahora con más exigencia y profundidad. Llenándola toda de su sabor. Mientras abarcaba cada parte de su boca, empezó a pegarse más y más contra ella. La necesitaba demasiado. Sus cuerpos estaban llenándose de calor. El agua solo volvía esto más excitante. Sin avisar, la sujetó del trasero y la apretó contra él. Ella pudo sentir el palpitar de su feminidad encenderse.

—No, por favor Justin...— Rogó, antes de que él volviera a apretarla con ganas. La hizo sentir su crecida erección. Le provocó una oleada de lujuria, que la hizo apretar los labios.

—Déjate llevar— Le susurró él. Por debajo del agua la agarró de ambas piernas y la hizo que se rodeara en su cadera. Volvió a besarla con pasión, sujetándola de la nuca para que ladeara su cabeza hacia atrás. Bajó de sus labios a su cuello y tuvo más acceso a el. La mordisqueó levemente, haciéndola retorcerse. El cuello era su punto débil. Ella supo que era momento de detenerse. Con sus pocas fuerzas de voluntad, volvió a empujarlo con fuerza, logrando apartarlo. Él frunció el ceño.

—Basta— Dijo ella. —Quiero que te detengas— Imploró. Justin pareció quedarse sordo, pues exigentemente volvió a besarla, tomándola de ambos costados del rostro. Ella se quedó atónita, pero también enojada. Volvió a empujarlo. —¡Dije que pares!— Gritó. —¡Tengo algo importante que decirte!— Ahora estaba enojada, él pudo notarlo.

—Te dije que me lo dijeras mañana— Contestó él. —Quiero hacerte disfrutar esta noche, pero parece que te importa una mierda— Ahora él también estaba enojado. —¿Sabes qué? Tampoco te rogaré, muñeca. Que pases buena noche— Su mandíbula se apretó, ella pudo notarlo. Demonios. ¡No! No quería esto, no, no, no. Justin se impulsó con sus manos para salir de la piscina, escurriendo. Empezó a caminar hacia las puertas corredizas de la casa, pero ella habló.

—Te engañé— Susurró débilmente. En ese preciso momento, Justin se detuvo en seco. Ella podía verlo de espaldas, no se movía. Parecía que estaba analizando lo que acababa de escuchar. Ella se salió de la piscina y se paró unos metros detrás de él. Pasaron pocos segundos para que él se diera de nuevo la vuelta. La observó fijamente.

—No— Dijo él, cerrando sus ojos. Su mandíbula seguía apretada. Ella sentía que su cuerpo se debilitaba, estaba aterrada. —¿Qué clase de engaño?— Abrió los ojos, pero su mirada ahora era obscura. Maldición. Ella se mantuvo callada unos segundos. Un nudo se formó en su garganta, no sabía como decírselo.

—Me acosté con Anthony Hookman— Confesó de pronto. Justin entreabrió los labios de sorpresa. Sus ojos se abrieron enormemente. Se quedó callado. Cerró con fuerza sus ojos, apretando su mandíbula. Su dolor se vió reflejado al instante. Ella agachó su mirada y sintió como sus ojos se cristalizaban. Un miedo enorme se apoderó de sus venas, tenía miedo de lo que pasaría ahora. Se sentía horrible, era una de las peores sensaciones de todas. El corazón le palpitaba a mil por segundo. Y Justin seguía quieto, con sus ojos cerrados. Lo observó fijamente y al cabo de unos segundos, él abrió sus ojos. Estos estaban más obscuros que antes. Entonces pudo verlo... su demonio interior estaba allí. Su coraje, su ira, su rencor, su tristeza y su dolor estaban reflejados en esa simple mirada.

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora