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La sujetó de las piernas y la subió a sus caderas con un ágil movimiento. La condujo hasta la cama y la tumbó allí. Se subió arriba de ella y empezó a besarle el cuello como si fuera un bocadillo.

—¿Sabes...— Pausó al sentir como Justin apretaba su erección contra su vientre. Santa madre de Dios. —... que— Volvió a pausar. —... si— Apretó los labios al sentir el exquisito roce sobre sus pantalones. —... nos— Bajó de su cuello y le alzó la blusa, para dejarle ardientes besos sobre su abdomen, enviando punzadas directo a su feminidad. Dios. —...encuentran— No solo la besaba con los labios, si no también con la lengua. ¡Maldito! —...estaremos— Justin bajó provocativamente a su pantalón y empezó a bajarle el cierre. —...en— Terminó de bajárselo. —...problemas?— Finalizó entre jadeos. De manera repentina él actuó con ambas manos y le bajó por completo el pantalón, dejándola semidesnuda.

—Sabes que me encantan los riesgos— Susurró él, comenzando a besarle uno de sus pies. Fue subiendo por ambas piernas, dejando una cantidad de besos que estaban provocando sensaciones realmente desesperantes en su vientre. Tenía que detenerse o ella se volvería loca. —Además, ¿Qué te preocupa?— Aventuraba en su entrepierna, haciendo que su feminidad palpitara en necesidad. Dios, ¡Estaba tan excitada! —Lo hemos hecho en una tienda de ropa, en un estacionamiento, en un hotel...— Le recordó. Su rostro estaba ahora justo frente a su parte íntima. Se sentía tan vulnerable así... joder. Vulnerable y necesitada por él. —Y recuerdo que lo disfrutamos mucho...— Su voz era tan jodidamente sensual. Con una mano acarició tentativamente la tela de su ropa interior, haciéndola desesperarse más. —Me gustaría repetir todo aquello, muñeca...— Le bajó lentamente la prenda y la dejó caer al suelo. Sonrió encantado. —Si supieras como me tienes, joder...— Se lambió los labios. —Pero quiero darte placer primero— Chocó sus expertos labios contra su feminidad.

—¡Ah!— Gimió fuerte ella. ¡Por Dios! Fue tan repentino y salvaje. Justin empezó a besarle todo su contorno, de arriba hacia abajo. Luego intervino con su santa lengua. —Mhm... si— Susurró Rosalyn, envuelta en una nube de lujuria.

—Sabes tan bien muñeca...— Susurró él fascinado. Continuó incrementando los movimientos de su boca, mientras ella le respondía con gemidos. Eso solo lo ponía más duro de lo que ya estaba. De pronto Rosalyn sintió como un dedo se introducía en su interior. Dio un grito ahogado al sentir la intensidad de esto... sus labios, su lengua y su dedo. ¿Podía ser mejor?

—Dios— Gimió ella. Justin lambía y chupaba fuerte su clítoris. —¡Justin!— Gritó. Él incrementó su velocidad.

—Vamos, dámelo muñeca— Susurró él hechizado por su sabor. Un segundo dedo entró en acción, volviéndola completamente loca. Empezó a moverse involuntariamente con sus caderas para sentirlo más intenso.

—Oh... ¡Si!— Gritó de nuevo. Se aferró a la sábana de la cama y ahí estaba, se había corrido. Justin la succionó toda, haciendo que se le nublara la vista.

—Mhm...— Jadeó él. —Me encantas— Depositó más besos y sacó sus dedos. Ella abrió sus ojos y se lambió los labios. Observó la mirada lujuriosa de Justin que se clavó en ella. Lo jaló desesperadamente, haciéndolo caer encima de su cuerpo. Lo sujetó de ambos costados del rostro.

—Me vuelves loca— Confesó ella. Justin sonrió.

—Eso mismo pienso desde el primer momento en que te ví...— Confesó él. Ambos se sonrieron antes de volver a chocar sus labios en un profundo beso. La intensidad incrementó, Justin le despojó la blusa y el sujetador, dejándola completamente desnuda. No tardaron mucho para que él quedara desnudo también. Rosalyn bajó con lentitud sus bóxers. Observó tentativamente hacia abajo, encontrándose con una escena demasiado caliente. El miembro erecto de Justin rozando su feminidad. Entreabrió los labios, encantada. Se imaginó a Justin penetrándola fuerte. Dios. Muchos pensamientos pornográficos. —A mi también me excita ver eso...— Interrumpió sus traviesos pensamientos. Ella volteó a verlo, sus ojos se encontraron. La hizo ruborizarse notablemente. —Que no te de pena. Eres perfecta de pies a cabeza— Aseguró. La besó intensamente de nuevo, metiéndose hasta su garganta. Ella no pudo ver, pero escuchó claramente un aluminio romperse. ¿Cómo lo hacía tan ágilmente? Sabía que se lo había colocado ya. Dios... una cantidad inmensa de mariposas invadió su vientre al saber lo que se venía ahora. Él chocó su miembro contra su feminidad, moviéndose lentamente, sin adentrarse aún. Ella jadeó. Lo necesitaba dentro ya.

—Justin por favor...— Imploró envuelta en sus redes.

—Losé muñeca— La sujetó de la cintura con fuerza y a continuación, metió poco a poco su miembro. Ella apretó los dientes al sentirlo... esa conocida incomodidad apareció, pero se fue reemplazando por placer.

—Oh, si...— Lo apretó por la espalda y alzó sus caderas. Justin metía y sacaba su miembro una y otra vez, llenándola entera. Empezó a acelerar, moviéndose desenfrenadamente, cabalgando en su interior. —¡Ah!— Gritó ella. Unas cuántas incoherencias salieron de su boca. Este hombre la tenía perdida en un sinfín de sensaciones. Era adictivo como una maldita droga.

—Eso es muñeca— Gimió él. Aceleró impresionantemente. Sus cuerpos se movían al compás de sus sexos y se aferraban el uno a otro. El calor se reflejaba en una capa de sudor sobre sus pieles. Sus gemidos llenaban dulcemente el silencio de la habitación. Sacaba y metía con fuerza, mientras le succionaba la boquita con ganas. Sus cuerpos juntos era el cielo.

—¡AH!— El grito más fuerte de parte de ella, y habían llegado. Un delicioso clímax que se apoderó de sus sexos viajando a cada parte de su cuerpo. Un perfecto orgasmo. El placer hizo que sus cuerpos temblaran y se detuvieran por una milésima de segundos, disfrutando esto exquisitamente.

—Oh, Rosalyn...— Gimió él. Movió nuevamente, despacio... lento y profundo... sintiendo como se bañaban en sus propios flujos de placer. —Eres maravillosa— Cayó rendido sobre su pecho. Continuaban con los ojos cerrados, disfrutando la infinidad de sensaciones. Ella le acarició el cabello levemente mojado por el sudor. Sus pechos subían y bajaban, tratando de recobrar la respiración. Se abrazaban con fuerza, deleitándose el uno al otro. Amándose como si no hubiese un mañana.

—Justin— Susurró ella, recuperando aire poco a poco.

—¿Mhm?— Respondió él, casi inaudible.

—Quédate conmigo siempre— Pidió ella. Fue en ese momento en el que Justin alzó su cabeza para verla. Ojos mieles con ojos azules se encontraron. Esas miradas que desde el primer momento se habían acoplado a la perfección. Con sus latidos creciendo y creciendo... con esa preciosa sensación recorriendo sus estómagos. El palpitar de sus corazones indicándoles una cosa: Lo mucho que se amaban. El motivo de estar allí, juntos después de todo. Después de que la vida intentara separarlos día tras día. Porque la fuerza de su amor, era más fuerte que todo.

—Lo haré. Lo prometo— Le besó la comisura de los labios y le acarició el cabello suavemente.

—También yo— Aseguró ella firmemente.

—¿Es una promesa?— Preguntó Justin, buscando su mano por debajo. La encontró y entrelazó sus dedos con los de él. Fuerte. Una corriente eléctrica los invadió... era precioso.

—Es una promesa— Respondió segura. —¿Para siempre?— Finalizó.

—Para siempre— Repitió él,atrayendo su mano hacia su boca para dejarle un cálido beso sobre su piel.Ahora se acercó lentamente a sus labios, para hundirse una vez más en su boca... lentay suavemente.

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora