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El camino de vuelta a casa le pareció eterno. Se sentía desganada, triste, sola. Pero por el momento, no había nada que hacer el respecto. Sólo una cosa: Esperar. Al bajar del taxi frente a su casa, se percató de que había un auto diferente estacionado enfrente. Un Dodge azul, el cual no reconoció. Caminó hasta la puerta y entró. Lo primero que vió, fue a un chico alto y corpulento de espaldas, platicando con James. Oh... ella lo conocía. Aclaró su garganta y ambos voltearon. Efectivamente, si lo conocía.

-¡Taylor!- Exclamó Rosalyn, feliz de verlo ahí. Él esbosó una enorme sonrisa y se acercó a ella.

-Rosalyn, ¿Cómo estás?- Respondió, mientras la abrazaba con fuerza. Ella sonrió.

-Muy bien, ¿Y tú?- Contestó dejando de abrazarlo.

-Estoy bien, pero vine para ver como estaban ustedes- Su sonrisa desapareció, al igual que la de ella. James no hablaba.

-Justin está en...- Taylor la interrumpió.

-Losé- Dijo de inmediato. -Tu hermano me lo ha contado. Esto es una verdadera mierda. ¿Aún no encuentran al sospechoso?- Preguntó esperanzado. Rosalyn suspiró y negó con la cabeza.

-No hay rastro- Susurró. Taylor pasó una mano por su cabello.

-¿No tienen idea de quién podría ser?- Preguntó.

-No. Creo que Justin sabe algo, pero no me lo ha dicho. No quiere preocuparme, supongo. Y realmente creo que tampoco quiero saberlo...- Dijo casi inaudible. -Solo quiero que esto termine- Finalizó. Taylor y James se quedaron mirándola, con empatía.

-También queremos eso- Aseguró James.

-

Rosalyn no podía parar de reír. No recordaba la última vez que se había reído así. Por ese momento se estaba olvidando de todos los problemas a los que se enfrentaba. Era sumamente gracioso ver a Bruce fallar todas las canastas. Pero él continuaba aferrado a lanzar la pelota de básquetbol, con fé en si mismo. Por suerte no había más personas en el campo de aquél parque, por que de lo contrario, quizás estarían tomando fotos de su mala puntería. Eran las 11 de la mañana del sábado.

-Ríete cuanto quieras mujer, encestaré una- Aseguró él, corriendo por el balón que se había ido un poco lejos. Ella se rió más y más, mientras lo observaba desde las gradas.

-Eso dijiste hace treinta lanzadas- Dijo ella, sin parar de reír. Bruce frunció el ceño y se puso en posición para lanzar.

-Quizás sea malo, pero tú no podrías ni alcanzar a tocar la canasta con la pelota- Se burló. Rosalyn hizo rostro de ofendida.

-¿Qué has dicho?- Preguntó, abriendo la boca en gesto de sorpresa. Se puso de pié y empezó a caminar lentamente hacia él.

-Lo que oíste, Rosy. Yo soy excelente en esto. Lo que me falla son las canastas, pero es porque perdí la práctica. Solo necesito retomarla. En cambio tú, no podrías ni quitarme la pelota- Volvió a burlarse. Rosalyn llegó hasta él y se cruzó de brazos.

-¿Estás retándome, Lekker?- Preguntó ella, alzando las cejas. Él rió.

-No me intimida que me llames por mi apellido, no funciona- Aseguró él. Le dio varios botes a la pelota, y sin pensárselo, Rosalyn se la arrebató de las manos con fuerza. Él se quedó sorprendido. -¡Hey!- Gritó. Ella empezó a reír, mientras corría con la pelota en su poder. Bruce la siguió.

-Alcánzame si puedes, Lekker- Dijo ella divertida. Corrió por toda la cancha hasta darle vuelta. Bruce corría tras ella, pero era rápida. Llegó hasta quedar frente a la canasta, y lanzó su primer tiro. Para la sorpresa de Bruce, la pelota entró perfectamente. Ella empezó a gritar de alegría, mientras él seguía atónito. -¡En el primer tiro!- Gritó emocionada, mientras recuperaba el balón.

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora