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Unos fuertes toquidos a mi puerta me levantan. Gruño. Me estiro y bostezo. Vuelven a tocar.

—¡Pasa!— Grito molesta, porque me despertaron de mi cómodo sueño. Pienso que es James el que molesta, pero me sorprendo al ver quien entra por mi puerta. Es mi padre... y sostiene una bandeja con un plato, en el cual hay huevos, hot cakes y tocino. Un vaso de jugo de naranja y un pedazo de postre adornan el resto de la bandeja. Me quedo boquiabierta.

—Recordé que hace mucho que no pasábamos tiempo juntos. Como padre e hija— Me explica. Se sienta en el borde de la cama y me entrega la bandeja. —Creí que sería una buena forma de comenzar— Susurra. Sé que está apenado, pero también arrepentido.

—Papá, no tenías que...— Me interrumpe.

—Si tenía. Quiero ofrecerte una disculpa, hija. Estoy muy arrepentido por la discusión de ayer... y estuve analizando las cosas— Me dice.

—No te preocu...— Vuelve a robarme la palabra.

—Déjame hablar, porfavor Diana— Suplica. Yo me quedo quieta y asiento al oír que me ha llamado Diana otra vez. —Tienes razón. No acepté a Justin no tanto por que fuera un criminal antes, si no porque tu madre murió cuando él apareció en tu vida. Y no lo culpo, él no la mató... fue Richard. Pero estoy hecho a esa estúpida idea errónea de que todo ha sido por ese muchacho, cuando no es así. Las cosas pasan por alguna razón, y porque Dios las quiere de esa manera. Y si Dios quiso llevarse a tu madre, es porque la necesitaba allá arriba. Y también si Dios quiso que Justin apareciera en tu vida, es por una razón importante... una razón que no he querido aceptar: Que ustedes se aman. Y su amor no es un amor de adolescentes inmaduros. Si no uno de jóvenes fuertes que lo han superado todo, a pesar de que el mundo y, me incluyo, estuviéramos en su contra— Se detiene y parpadea un par de veces. A este punto siento un nudo en mi garganta. —También tenías razón en que, no por que Lizbeth muriera, Justin tuvo que morir también. Yo te creo hija. Te creo en que viste a tu madre... porque también la he sentido. No se ha ido, ella sigue con nosotros— En ese momento una lágrima cae por mi mejilla. —Y si ella te dijo que Justin estaba vivo, es porque lo sabe. Estoy convencido de que lo está. Y quiero realmente que vuelvas a verlo. Por que sé lo feliz que te hace. Quiero volver a ver esa felicidad en ti. Es lo único que me importa— Se queda callado y espera mi respuesta. Y la tiene... me abalanzo a sus brazos y lo abrazo más fuerte que nunca. Una reconciliación, pero más que eso, el sello que nos une, que nos da fortaleza para continuar a ambos.

—Te amo papá— Es lo único que puedo decir sin soltarme a llorar como loca. —Gracias, te amo— Repito. Quiero dejarle en claro que es verdad, lo amo, mi padre se ha convertido ahora en papá y además mamá para mí. Y así será siempre. No es fácil para niguno de los dos, pero vamos a enfrentarlo y a superarlo. —Te perdono, perdóname también... te quiero— Lo aprieto fuerte y me siento tan aliviada así. Hacía tanto que no lo abrazaba de esta forma, y me corresponde igual.

—Eres mi todo, pequeña. Siempre querré lo mejor para ti y para tu hermano. Perdón por todo, estamos bien— Susurra contra mi oído y me besa el pelo. —Te amo hija— Dice con total sinceridad. Y no decimos nada más... nos mantenemos abrazados el uno al otro por varios minutos, recordando lo fuerte que es esto: El amor de padre e hija.

-

Le entrego el último pago al hombre corpulento que me ha estado rentando el departamento en el que viví dos meses. Estoy tan feliz... "El último pago". Porfin. Sonrío y el parece no entender el motivo de mi sonrisa.

—Gracias por todo— Le digo. —Pero no volveré— Concluyo. El asiente y no parece haber ningún tipo de sentimiento en su expresión.

—Que te vaya bien, muchacho— Finaliza. Asiento con la cabeza y le estrecho la mano.

—Hasta luego— Y sin más que decirle, me doy la vuelta y salgo del departamento. Camino hacia la banqueta para tomar un taxi, pero mi corazón casi se desprende de mi cuerpo al ver hacia el frente. Mi boca se abre y mis ojos brillan de emoción. —¡Mi lamborghini!— No puedo evitar gritarlo, y algunas personas que caminaban por la acera me miran con extrañeza. Pero no me importa, estoy feliz, jodidamente feliz y sorprendido de ver mi auto estacionado frente a mí. Entonces me sorprendo más al ver a la persona que se baja del conductor. —¡CHRISTIAN!— Grito fuerte. Dios. Él sonríe enormemente, nunca ví una sonrisa como esa en sus labios. Sé que está feliz de verme, y yo estoy lo triple de eso. —¡JODER, VEN IDIOTA!— Me acerco rápidamente y él también camina hacia mí. Nos fundimos en un abrazo amistoso, fuerte, uno que nos recuerda lo importante que era nuestra amistad. Me da palmadas en la espalda.

—No puedo creerlo, Bieber— Me dice sin soltarme. —Eres un cabrón de mierda, te extrañé— Y ahí está su "ternura" inconfundible hacia mí. Nos soltamos y no puedo dejar de sonreír tan estúpidamente al ver a uno de mis mejores amigos de nuevo.

—¿Qué coño hacías con mi auto?— Le pregunto. Él ríe.

—No solo estaba yo— Dice e inmediatamente comprendo. Me giro de nuevo a ver el auto y otro cabrón que extrañé se baja de él.

—¡ETHAN!— Le grito alegre. Me ve y se acerca rápidamente. Nos estrechamos la mano y después nos abrazamos fuerte.

—Imbécil, nos hacías falta— Exclama. Nos separamos y su sonrisa es clara igual que la mía.

—No puedo creer que los esté viendo. Esto es loco— Digo sorprendido.

—Pensamos exactamente lo mismo— Dice Christian. —Gates nos llamó ayer, luego de habernos buscado por horas en las computadoras de la comisaría debido a que nos mudamos, y dijo que habías vuelto a su casa y no podíamos creerlo. Tuvimos que verlo con nuestros propios ojos— Confiesa. Sonrío y me acerco al auto. —Luego nos avisó que iría a buscar tu auto en alguna agencia en la que lo tenían guardado. Y efectivamente lo tenían. Quiso que te diéramos esta sorpresa de encontrarte aquí hoy— Finaliza.

—Valla. Eso es jodidamente genial, Gates es un gran hombre— Digo totalmente contento. —Vamos a hablar en un lugar más privado, y sirve que me muestran su nueva casa. Necesito contárselos todo—.

—Claro— Dice Ethan. Volteo a ver a Christian porque me ha chiflado. Frunzo el ceño y me lanza algo. Lo atrapo. Veo a mi mano... son las llaves de mi auto.

—Es tu auto, tú conduces— Dice satisfactoriamente. Les sonrío a ambos y me acerco a la puerta del piloto.

—Joder. Como extrañaba esta máquina— Exclamo, acariciando el contorno de la puerta. Ellos me miran extrañados pero no dicen nada. No comprenden mi amor hacia este increíble auto. —Suban. Daremos un paseo junto a mi amor— Finalizo.

Mis amigos ríen al verme tan feliz y suben al auto junto conmigo. Lo enciendo y piso el acelerador a fuerza tremenda, mostrándole al mundo la potencia que tiene mi motor cuando está en mi posesión... como todo un jodido rápido y furioso, ja.

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Veo como se alejan y desaparecen dando vuelta en la cuadra siguiente. Me quedo parado, observando como el lamborghini de ese cabrón desaparece de mi vista. Estoy tentado a pisar el acelerador de mi malibú y seguirlos pero no lo hago. Tengo un plan mejor. Yo no interveniré en esto. Una vez lo hice y fallé. Necesito ayuda... pero no de James. Ese imbécil no hizo bien las cosas la última vez con Bieber. Entonces viene a mi mente alguien... o más bien, algunos. Sonrío y aspiro el humo de mi cigarro con satisfacción. Estoy seguro de que esto funcionará... no me cabe la menor duda. Bieber está acabado. Y esta vez no lo mataré... lo haré que sufra para toda la eternidad, que le duela hasta el punto de que ya no sea necesario matarlo, si no que él se mate a sí mismo.

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora