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-Hija, ¿Qué haces aquí?- Preguntó Johán, al escucharla que había entrado a la casa. Bajó apresuradamente las escaleras y la vió parada frente a la puerta, envuelta en un mar de lágrimas. -¡Rosalyn! ¿Qué rayos te pasó?- Preguntó asustadísimo. Llegó hasta ella, pero Rosalyn lo esquivó.

-Estoy bien- Caminó rápidamente a las escaleras y empezó a subirlas casi corriendo.

-Rosalyn, ¡Ven aquí!- Gritó Johán desde abajo, pero ella llegó hasta el segundo piso y corrió a su habitación. Él la siguió. Tan pronto como subió, ella cerró la puerta tremendamente fuerte. -¡Ábreme!- Ordenó, desde el otro lado de la puerta. Solo escuchaba su descontrolado llanto.

-¡Vete, déjame sola!- Gritó ella, cubriéndose la cara con una almohada. Johán suspiró, estaba asustado por el estado de su hija.

-¿Por qué no te quedaste con Justin? ¿Él vino a traerte? ¿Se pelearon? ¡Dime que sucedió!- Volvió a ordenarle. Rosalyn no respondió esta vez. -¡Voy a castigarte una semana entera si no me respondes, Diana Rosalyn!- Dijo desesperado. Oh, era notable su enojo. Siempre la llamaba con sus dos nombres cuando lo estaba. Ella finalmente se puso de pié y abrió ligeramente la puerta.

-Puedes castigarme toda mi vida si quieres papá, no me importaría- Le informó. Él hizo gesto de sorpresa. Jamás pensó escuchar algo así. -Necesito estar sola. Ahora no quiero hablar. Por favor entiéndeme- Rogó. Él la miraba con preocupación. -Por favor...- Dijo en un susurro. Él se quedó serio unos instantes.

-Hablaremos de esto mañana- Dijo él. Ella negó con la cabeza.

-No es de tu incumbencia, papá. Es entre Justin y yo. Realmente no necesitas saberlo- Avisó.

-¿Puedo hacer algo por ayudarte?- Preguntó, con empatía por su hija. Odiaba verla así, con los ojos llenos de lágrimas, hinchados por tanto llorar. -Puedo hablar con él, si quieres...- Sugirió.

-No puedes hacer nada- Aseguró ella de inmediato. -Además, la última vez que hablaste con él, le impediste que me viera, ¿No?- Ahora su tono era de reproche. Johán recordó el trato, maldición. Ahora se sintió mal. Pudo ver que ella realmente lo amaba. Esto era real, no era un juego de adolescentes como él lo creía. -No te entrometas más de lo que ya lo has hecho, por favor...- Y sin más que decir, cerró la puerta, dejando a su padre atónito. Al cerrarla, sintió una punzada en su corazón. Vió la pintura que Justin le había hecho, pegada allí. Suspiró y se devolvió a su cama, para intentar dormir... mientras lágrimas de dolor, arrepentimiento y tristeza invadían su rostro.

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Justin bajó las escaleras, luego de escuchar el llamado de Gates. Lo primero que vió fue la mesa servida para dos, con varios platillos y postre.

-Wow- Susurró, llegando hasta ahí. Gates llegó desde la cocina y sonrió. -No debió poner este pastel de chocolate aquí. Soy bueno devorándome la comida-.

Gates rió.

-Me lo dio una compañera del trabajo ayer. Puedes comer cuando termines el desayuno- Dijo amable. -Anda, siéntate- Pidió. Justin sonrió y asintió. Se sentó y tomó un tenedor en sus manos, para empezar a comer. Le dio el primer bocado a su pán francés, cuando Gates habló. -Sé que no debo meterme en tu vida- Dijo repentinamente. Justin alzó la mirada, mientras masticaba. -Pero... ¿Dónde está Rosalyn?- Preguntó. Justin se quedó callado. Su expresión cambió notablemente. Tomó jugo para ahogar ese nudo repentino que amenazaba con aparecer.

-En su casa- Contestó Justin en un susurro. -Ella... ella tuvo que irse ayer- Mintió. Gates lo miró con pena. Tenía enormes ojeras y los ojos ligeramente rojos. Estaba devastado. Hasta un niño pequeño podía darse cuenta de lo mucho que había estado llorando.

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora