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No tenía ni la menor idea de por qué su padre había aceptado que ella se quedara esa noche en casa de Gates, con Justin. Es decir... ¡Acababan de encontrarla! Quizás Justin debió rogarle mucho, o definitivamente Johán andaba muy de buenas. Pero ya estaba hecho. Luego de haberse despedido de su hermano y su padre, se encontraba parada frente a la puerta de aquella enorme casa, junto a Justin. Recién llegaban.

-¿Qué quieren cenar?- Preguntó Gates, totalmente amable. Caminó hasta la cocina mientras ellos dos se quedaban de pié, sin moverse. Justin volteó a verla, esperando a que hablara.

-Gracias señor, pero no tengo hambre- Respondió ella. Gates frunció el ceño.

-¿De verdad?- Preguntó. Ella asintió con la cabeza. Gates volteó a ver ahora a Justin.

-Si ella no come, tampoco yo- Se excusó. Eso los hizo sonreír a ambos.

-Bien- Dijo algo desconcertado. Volteó a ver su reloj de mano. -Son casi las doce. Iré a dormirme. Supongo que podrán dormir en la misma habitación, ¿No?- Dijo alzando las cejas. Los dos rieron, aunque ella no tanto.

-Supones bien- Respondió Justin, acariciándole los nudillos con suavidad. Gates sonrió mientras se dirigía a las escaleras de la casa.

-Bien. Entonces buenas noches, que descansen- Concluyó mientras subía lentamente hacia arriba.

-Buenas noches- Respondieron ambos al unísono. A los pocos segundos se escuchó como Gates se encerraba en su habitación. Un ambiente de silencio e incomodidad se apoderó de la estancia. Justin volteó a verla y ella permanecía quieta.

-Has estado como toda una estatua desde que te encontré- Dijo él. Ella finalmente se movió, para voltear a verlo. Justin sonreía. -Una hermosa estatua- Finalizó. Ella sonrió, mientras sostenía la mirada de él con la suya. Se miraron por unos segundos. -Estoy tratando de desifrar que hay detrás de esos bonitos ojos azules...- Susurró él, acariciándole con suavidad la mejilla. Ella continuaba viéndolo, y sintió ruborizarse un poco. -Creo que veo miedo... quizás preocupación- Dijo, mirándola más fijamente. Los latidos de ella aumentaron. -La pregunta es, ¿Por qué?-.

-Justin...- Susurró ella, volteando a todos lados menos a él. Estaba notablemente nerviosa.

-Dímelo, necesito saberlo- Pidió.

-Estoy bien- Se alejó un paso de él, logrando así que él apartara la mano de su mejilla. -Estoy feliz de que estés aquí- Aseguró.

-No, yo estoy feliz por eso- Aclaró él. -El problema es, que no puedo notarlo. No puedo notar tu felicidad...- Dio un paso hacia ella, pero Rosalyn dio uno más hacia atrás. Justin frunció el ceño. Dio otro paso al frente, mientras ella daba uno atrás. -¿Qué clase de juego es este?- Preguntó, con cierta diversión en sus palabras. Rosalyn continuó dando pasos cortos hacia atrás, mientras él repetía los suyos al frente. -¿Me concedes esta pieza?- Preguntó. De manera repentina, llegó hasta ella y la tomó con fuerza de la cintura. Tomó sus brazos y los colocó sobre su cuello. Empezó a darle vueltas por toda la estancia.

-¡Justin!- Gritó ella, mientras era obligada a girar y seguir los pasos de baile de él. Trató de contener la risa, pero le fue imposible. Una hermosa sonrisa apareció en sus labios al estar bailando de esta forma. Él la sujetaba tiernamente de la cintura.

-Tiempo de vals, un, dos, tres, un, dos, tres...-  Cantaba él a su oído, mientras ponía en práctica sus mejores pasos. Ella comenzó a carcajearse de la risa. Intentaba torpemente seguirle el paso.

-¡Ni siquiera hay música!- Habló ella mientras reía y reía. Él la encaminó hasta el centro de la sala, mientras eran rodeados por los sillones. Había un enorme espacio ahí.

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora