33

78 3 0
                                    

                  

Estoy llorando y es como si mis lágrimas quemaran mis mejillas. Me duele. Me siento debilitada y sin fuerzas. Sé que he llorado por horas pero no puedo parar. El nudo que abunda en mi garganta es grande y ha estado allí para ahorcarme desde esta mañana. La mañana en la que me informaron que Justin murió. Cuando mi mundo se derrumbó y sentí que tenía que morir también. Por que de alguna manera, no soy nada sin él. Soy una pizca de sal en un océano. No comprendo como apenas puedo respirar. Como el aliento se me escapa y siento estas ganas de morir. Y sé que todos están buscándome, pero no quiero verlos. No necesito de nadie. Solo de él. Y aquí estoy, parada en esta azotea del rascacielos más grande del mundo... el Empire State. El mismo lugar al que Justin me trajo aquél día en el que me regaló aquella preciosa pintura, esa obra de arte en la que estoy yo frente a la ventana de una mañana lluviosa. Y eso es lo que hay ahora. Lluvia. Está lloviendo a mí alrededor con fuerza, las gotas de lluvia golpean contra mi cuerpo, helándome y haciéndose pasar por mis lágrimas. El aire choca fuerte contra mí y me empuja hacia atrás. Pero no... yo quiero ir hacia adelante. Hacia aquél precipicio que quizás sea mi única salida. Por que no entiendo. ¿Por qué murió? Porque no puede haber dolor más grande para mí que este. Me cuchilla el alma, me arrebata mi felicidad, mis aspiraciones, mi futuro... mi futuro era él. Él era mi todo. No comprendo por qué se fue. Por que me abandonó si dijo que sería para siempre. Lo prometimos muchas veces. Era una promesa, una jodida promesa que se esfumó, se desvaneció en el aire sin avisar. Y aún no entiendo el motivo de las cosas... apenas ayer veía a mi hermano volver a casa y estuve a punto de dispararle. De hecho una bala salió sin que me diera cuenta. Pero él estaba bien y eso era lo que importaba. Me había llevado a un lugar a salvo mientras se aseguraba de que Justin llegara y Hookman no se acercara. Pero no sé nada de Bruce. Pero sinceramente eso no me importa ahora... solo recuerdo las palabras de James hoy al despertar, y resuenan en mi cabeza con fuerza: "Justin está muerto". Y no comprendo nada. Solo sé que no puedo respirar... no puedo seguir viviendo. La lluvia aumenta y con ello mis ganas por morir. Me acerco más a la superficie y siento como la adrenalina se apodera de mí. Y recuerdo que esto ya lo había vivido... no... lo había soñado. Si. Lo soñé muchas veces y despertaba aterrorizada. Pero ahora no tengo miedo. Ahora tengo ganas de hacerlo, de aventarme por ese barandal y morir... quizás así pueda ver a Justin. Lloro más fuerte y mis ganas crecen. Me acerco lo suficiente y me inclino hacia abajo. Veo a la gente en tamaño miniatura caminar allí abajo. Algunas parejas se ven felices caminando tomados de la mano. Y eso quiero yo. Tomarme de la mano de Justin y vivir junto a él por el resto de mi vida. Y sé que ahora no podré hacerlo. Por eso tengo que continuar. Tomo todo el aliento que puedo y miro hacia arriba. Le dirijo una mirada a mi madre y le pido perdón por esto que haré... deseando que ella me entienda. Es lo mejor, sé que lo és. Nada va a detenerme, lo haré.

—Esto es por ti, Justin— Susurro. —Por que te amo— Ya no me permito decir nada más porque nisiquiera eso puedo. El llanto me gana y me sujeto bien del tubo del barandal que está al borde. Estoy decidida de esto. Levanto mis piernas y me cruzo al otro extremo del barandal para quedar colgada de lado. Siento que el viento me empuja ahora en dirección contraria. Ahora me empuja al precipicio. Bien. Solo necesito soltarme y caeré... me iré con él. Cierro mis ojos y me sujeto fuerte, pero estoy por perder el equilibrio. Suspiro. Voy a hacerlo. Me iré de este mundo. Decidida, suelto una mano. Pero justo cuando soltaré la segunda, una voz aparece, sobresaltándome.

—No lo hagas— Me dice. Su voz es angelical y la reconozco. Abro mis ojos y no puedo creerlo... es mi madre. Toda mi piel se eriza al verla parada frente a mí en la azotea. Está vestida como la última vez que la ví. Pero su rostro brilla... y no puedo creérmelo. Tiene que ser mi mente la que ha creado esa imagen, pero vuelve a hablarme. —Sube, hija— Me susurra. Niego con la cabeza y me enfoco en llorar más. No puedo detenerme.

—No eres real— Susurro débilmente. —Voy a hacerlo porque lo amo. No vas a detenerme— Aseguro.

—Él está vivo y te necesita— Su voz suena tan sincera que me quedo sin aliento. Ahora me sujeto con ambas manos y recobro el aliento. Se acerca a mí y no tengo miedo... si no ganas de abrazarla fuerte.

—¿Cómo?— Pregunto confundida. —¿Cómo sabes eso? Él está muerto— Afirmo.

—Cree en mí. Te han engañado. El amor siempre será más fuerte... yo te amo hija. Te cuidaré siempre desde arriba— Me toca la mejilla y no la siento, pero sé que lo hace, y sé que me ama. Entonces creo en ella. Y mi corazón sana en una milésima de segundo. —Búscalo— Susurra. Abro y cierro mis ojos y ha desaparecido. Es como si la lluvia se la hubiera llevado. No hay nada pero sé lo que ví. Sé que fue tan claro y real. Entonces me vuelvo a la azotea desesperadamente, apartándome del vacío. Me quedo hincada en el medio y trato de comprender esto. Mis lágrimas continúan pero ahora ya puedo pensar. Sé que mi madre me ha dicho la verdad. Es la persona que nunca me mintió... sé que estuvo allí por alguna razón. También sé que ella me salvó del incendio. Cierro mis ojos y me abrazo a mis piernas. Trato de pensar. Ella dijo que me han engañado. ¿Quién? ¿James? Nolosé, y no puedo descartar la posibilidad. Pero es mi hermano... ¿Por qué? No logro entender. "Búscalo" retumba en mi cabeza una y otra vez. Y no veo más salidas... eso haré... buscaré al chico que me hace sentir viva... al chico que amo con todas mis fuerzas... Justin Bieber.

-

Abro los ojos y el sol me cala fuerte directo al rostro. Me cubro con el brazo y espero unos segundos. Estoy acostado sobre... ¿Qué? Toco debajo de mí. Es tierra. Y está caliente, ardiendo. Dios. Quema. Me siento lentamente y algo me alerta. Un terrible dolor se pasea por mi abdomen y me pica una y otra vez. Me levanto la camisa, que está rasgada, y veo. Una profunda herida que ha parado de sangrar, pero sigue intacta. Y recuerdo. Me acuchillaron. Se suponía que yo debería estar muerto. ¿Esto será el infierno? Volteo a mis alrededores y no... no lo és. Es solo un desierto y alcanzo a ver a lo lejos una carretera solitaria. Me han tirado aquí, en medio de la nada. ¿Por qué estoy vivo? No lo entiendo. Y nosé si sentirme feliz o triste. Tengo poca fuerza en el cuerpo pero sé que este no es el fin. Entonces una sonrisa aparece sin que me de cuenta en mi rostro... ¡No es el fin! ¡Dios me dio otra oportunidad! Me alegro y ya puedo sentir mis latidos de nuevo. Toco mi pecho y si... allí están, fuertes y acelerados. No puedo creerlo. Siento ganas de llorar y al mismo tiempo de gritar. Y lo hago. De cualquier forma no hay nadie viéndome. Lloro y grito fuerte. Muy fuerte. Como aquél demonio que era yo, pero ahora soy yo mismo, Justin Bieber, que está gritándole al desierto lo feliz que se siente de revivir. Me siento como si hubiera ganado una copa de oro. Le gané a ese cabrón, le gané a Anthony Hookman. Jamás sentí esto. El dolor se ha desvanecido y veo a mí alrededor. Me callo por un momento y comprendo las cosas. Si desperté es porque tengo un motivo para vivir. Y es ella. Rosalyn Mester. No hay nadie más en este mundo que me haga sentir feliz y vivo. Solo ella. Estoy seguro de que tendré las fuerzas para llegar a esa carretera y pedir ayuda. Puedo hacerlo. Nosé donde estoy pero no importa. Voy a encontrarla. Voy a acabar con todo de una vez. Tomo todas las fuerzas que puedo y me arrastro por la tierra. Y sigo... y sigo... no sé cuántos minutos u horas han pasado... pero sigo moviéndome hacia allí. Han pasado varios carros pero no me ven. Y continúo. Ella es mi fortaleza. Rosalyn me alienta a seguir. Quiero esto. No importa el dolor. Quiero llegar. Estoy cerca... entonces me levanto. Mis piernas apenas responden pero puedo... sé que puedo. Un paso... otro paso... estoy a centímetros de la carretera. Entonces lo consigo. Caigo sobre el cemento de la carretera, sin fuerzas. Pero he llegado. Me mantengo unos minutos en esta posición tratando de recobrar energías. Hasta que escucho un ruido a lo lejos. Levanto mi cabeza y volteo hacia el frente. Me quedo quieto, sin moverme. Sonrío... un auto se ha detenido frente a mí. Y por primera vez en años, siento que esto ha sido un milagro.

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora