La casa estaba invadida en silencio. Rosalyn volteaba a todos lados, nerviosa, esperando a que Anthony regresara de la cocina. El cuerpo le temblaba, pero no tenía miedo... ¿Cómo era eso posible? ¿Por qué temblaba? ¿Estaba nerviosa? Demonios, si. No entendía porqué.
—Es vino blanco— Dijo él, regresando de la cocina. Tenía dos copas en sus manos, una se la entregó a ella y se sentó a su lado del sillón. —El mejor que tengo— Dijo, sonriendo. Ella sonrió fingidamente y observó la bebida. Dudó un poco si debía beberla o no. —Anda, sin miedo— Susurró él. Ella suspiró e hizo caso. Tomó la copa en sus manos y se la bebió de un solo trago. Anthony se quedó sorprendido y sonrió, casi pareció una carcajada más bien. Ella hizo rostro de disgusto, pero luego lo cambió por una leve sonrisa. —Era de trago en trago, pero veo que eres rápida— Dijo él divertido. —Tampoco pretendo embriagarte. ¿Y bien?— Preguntó. Ella dejó la copa sobre la mesita de centro.
—Muy bueno— Susurró ella.
—Efectivamente— Dijo él, dándole un trago al suyo. —Podemos iniciar de nuevo, después de todo...— Susurró él. Y de pronto, ella se sintió arrepentida de estar ahí con él, hablando como si nada. —¿Sabes? No pretendo hacerte daño— Confesó él. Ella se mantuvo quieta y esquivó su mirada. —Como te dije. Si cooperas, todo saldrá bien y podrás irte pronto. Solo necesito ajustar cuentas— Prometió. Ella se quedó quieta de nuevo, así que Anthony se acercó más a ella. Los nervios en ella aumentaron.
—Me gustaría que te alejaras— Susurró ella. Anthony solo se acercó más, ignorándola. —Por favor— Pidió. Él pasó una mano por su hombro y la acarició suavemente.
—Sé lo que piensas de mi, y sé que me tienes miedo— Dijo él, sin apartarle la mirada. Ella continuaba mirando al suelo. —Pero supongo que eso puede cambiar— Dejó la copa de vino junto a la de ella y con la mano ahora libre, la tomó del rostro y la obligó a que lo mirara a los ojos. Sus miradas se encontraron. —Eres una mujer muy bella, Rosalyn— Susurró. Ella tragó saliva. Lentamente y sin avisar, él fue acercándose provocativamente a sus labios. Ella se mantuvo quieta.
—No— Susurró. —Por favor...— Rogó. Pero fue demasiado tarde, porque de nueva cuenta, los labios de Hookman se hundieron sobre los de ella.
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—Necesito que te calmes y pienses— Pidió Gates de nuevo. James continuaba dando vueltas por toda la casa sin rumbo alguno. Justin, Johán, Frank y Gates lo observaban impacientes.
—¡Joder! ¡Es que no recuerdo una mierda!— Se lamentó, mientras el dolor de los golpes provocados por Hookman le ardían en el rostro. Eso solo lo enojaba más. —Necesito estar solo— Y sin más, salió de la casa, con un fuerte portazo.
—Esto está matándome...— Susurró Justin. —No podemos estar aquí sin hacer nada...— Se lamentó.
—No tenemos alternativas— Habló Frank. —Dejémos a James que trate de recordar el camino. Tarde o temprano, la encontraremos— Afirmó.
—La encontraremos, eso es seguro— Reafirmó Justin. —Pero temo que sea demasiado tarde...— Y una inesperada lágrima de desesperación, miedo y coraje, rodó por su mejilla.
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No sabía como había llegado a esto. Anthony estaba sobre ella en el sillón, y la besaba como si no hubiera un mañana. Hundía su aliento y su lengua en ella. Con exigencia y al mismo tiempo pasión. ¿Qué demonios era esto? Rosalyn estaba correspondiéndole. Había rodeado sus brazos en el cuello de él, tal como lo hacia con Justin... el chico que en ese momento de perdición... no estaba en su mente. Anthony sabía besar. Sabía acariciar. Sabía provocar. Ella acarició su cabello con suavidad. En un momento desesperado, ella le quitó la camisa, dejándolo con el torso desnudo. Él sonrió y se separó de sus labios. Dios... la había dejado sin aliento. Ahora le comió el cuello. Con una mano acarició una pierna de ella, hasta llegar a su trasero. La apretó fuerte, haciéndola arquear la espalda. ¡Maldita sea, no! Volvió a hacerlo, haciéndola sentir su miembro en un placentero roce. Ella tenía sus ojos cerrados... ¡Se estaba dejando llevar! Dios... estaba cegada por él y sus caricias. De pronto, Anthony empezó a despojarse de su ropa. En un dos por tres, ella estaba en ropa interior, siendo besada de pies a cabeza por él. Su pecho subía y bajaba rápidamente, ni siquiera se había dado cuenta cuando Anthony se había quedado sin pantalones, únicamente en bóxers.
—Oh... eres preciosa...— Susurró él, besándole su abdomen. Ella se retorció entre un dulce gemido. Pasó por sus pechos cubiertos por el brassier y le dejó suaves besos. Llegó hasta sus labios para succionarla de nuevo, con fuerza. Se movió sobre ella nuevamente, haciendo que sus sexos se rozaran tremendamente. La hizo gemir.
—Ah...— Gimió ella.
—¿Quieres esto?— Preguntó él, volviendo a repetir su montada. Ella sintió como su feminidad palpitaba por necesidad. Diablos.
—Si...— Susurró, envuelta en una nube de sensaciones.
—¿Te quedarás conmigo?— Le preguntó de nuevo, ahora moviéndose con más ganas. ¡Joder! Esto era tan caliente. No podía pensar claramente ahora, y él estaba aprovechándose de eso.
—Si...— Volvió a susurrar. Hookman volvió a besarla desenfrenadamente, mientras alcanzaba un condón del bolsillo de su pantalón. Sin que ella se diera cuenta, se bajó los bóxers y se lo colocó. Lentamente le bajó la única prenda que la cubría y de manera repentina... se hundió en ella. —¡Ah!— Gritó ella al sentirlo. Él empezó a moverse lentamente, para acostumbrarla. Rosalyn apretó los labios, maldición. Empezó a ser bombeada de placer. Anthony empezó a incrementar sus movimientos sobre ella, más rápido.
—¡Dios! ¡Si!— Gritó ella, encantada, fascinada, hechizada por este prohibido hombre. Hookman continuó embistiéndola con fuerza, con ganas.
—Siénteme, este soy yo— Le susurró al oído, besándole el lóbulo de la oreja, luego el cuello, acariciándole los senos. Ella no podía dejar de gemir.
—Más... ¡Ah!— Gritó de nuevo. Estaba cegada, respiraba agitadamente. Alzó más sus caderas para sentirlo más adentro. —Mhm...—.
—Si, así muñeca... córrete conmigo— La animó, penetrándola con fuerza. Fue en ese momento en el que la realidad cayó sobre Rosalyn, como un saco de piedras, dolorosas piedras. Él le había dicho muñeca. Pero entonces abrió sus ojos y lo vió... no era Justin. No eran las palabras de Justin. No era él. No era su rostro. No era su cabello. No era su cuerpo. Era ella teniendo sexo con Anthony Hookman, el chico que quería matar a Justin. La realidad la golpeó fuerte directo al corazón. Pero era demasiado tarde, por que con un grito ahogado... alcanzó su clímax junto a ese hombre, ese hombre que acababa de darle placer, pero solo eso, placer y no amor. Ese hombre que para su desgracia... no era Justin Bieber, el chico del que realmente estaba enamorada. Y mientras su cuerpo disfrutaba del placer, su corazón se destrozaba pedazo por pedazo... y una desgarradora lágrima rodó por su mejilla.
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El Paso Final. 2temp
Подростковая литератураSinopsis. Él se había dado cuenta de que esto apenas iniciaba. Aunque todo estuviera en su contra, estaba decidido a hacerlo. Acabaría con todo de una vez por todas. Pero ahora, había un pequeño problema: No estaba solo. Si creía que su pasado había...