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Estaba abrazado a sus piernas, sentado en la orilla del monte Rosenberg. Era tan relajante estar así, viendo el paisaje. Tenía sus pensamientos perdidos, pensando en todo lo que había pasado desde que la conoció. Si, desde que Rosalyn Mester apareció en su vida. Recordó lo impresionante que era todo esto. Ella había logrado conseguir sacarlo de la miseria de vida que tenía. Poco a poco lo alejaba de todo lo malo. A pesar de que ella supo su pasado, lo que él era, un asesino, un ladrón, no le había importado. Había vuelto para ayudarlo. Ella lo había sacado del hospital, metiéndose ella misma en problemas, solo por él. Le había brindado el amor que nadie jamás le había dado. El apoyo incondicional que nunca creyó recibir. Ella le daba eso y mucho más. Suspiró al recordar cada detalle que ella tuviera, por más mínimo que fuera. Cada sonrisa, cada mirada, cada beso... cerró sus ojos y divisó todo aquello con claridad. Como se sentía. Valla, la piel se le erizó. Un inexplicable cosquilleo invadió su estómago y prefirió ignorarlo. En ese momento deseó ser otra persona. Tuvo coraje por todo lo que había pasado. Pero mientras pensaba y pensaba, Gates lo sacó de esos pensamientos.

—¿En qué piensas?— Preguntó, sentándose junto a él. Justin se quedó mirando hacia el frente, con los rayos del sol dándole directo al rostro.

—En todo...— Susurró Justin. —En como terminé aquí. En como mi vida cambió tan drásticamente desde que...— Se detuvo y prefirió callar.

—¿Desde que la conociste?— Trató de adivinar Gates. Justin frunció el ceño y volteó a verlo, confundido.

—¿Cómo lo supo?— Preguntó. Gates sonrió levemente.

—Lo veo en ti— Respondió. —Quizás parezca absurdo, pero desde que todo esto empezó, desde que la familia Mester nos llamó a la comisaría para avisarnos que su hija había sido secuestrada, sentí que era algo realmente importante. Todo mi trabajo es importante, pero este caso... no sé, lo sentí... diferente. Un impulso me animó a resolverlo hasta darle punto final. Se volvió una especie de jobbie para mí. Y aunque ha sido difícil y no sabía nada de ti aún, sabía que debía resolverlo— Confesó. Justin se quedó callado unos segundos y volteó de nuevo hacia el frente.

—¿Usted cree que esto haya terminado?— Preguntó Justin de pronto.

—¿A qué te refieres? ¿A Hookman?— Preguntó. Justin suspiró.

—No. A ella. A Rosalyn— Susurró débilmente. Gates se quedó serio un momento.

—Nosé exactamente lo que pasó entre ustedes. De hecho, no sé absolutamente nada. Pero si no quieres decírmelo, lo entenderé— Respondió él.

—Ella me engañó, detective— Susurró de nuevo. Le costaba pronunciar esas palabras tan dolorosas para él. —Con un gran enemigo para mí. Nosé porqué lo hizo, pero lo hizo. Me sentí destrozado cuando me lo dijo ayer... le juro que jamás me había sentido así. Me enojé tanto, la sensación era horrible. La insulté, le dije cosas pésimas, cosas que jamás creí que sería capaz de decirlas. Pude habérselas dicho a cualquier otra mujer, pero no a ella... a ella... jamás quise insultarla de la forma que lo hize. Y no dejo de pensar en eso...— Un nudo se formó en su garganta, pero contuvo esas inmensas ganas de descargar su dolor una vez más. —Toda mi vida he solido ser un tipo rudo, usted sabe, rompo todas las reglas, mi estilo de vida era robar y matar. Terrible pero cierto, así me indujo Richard. Pero entonces, aquella tarde en la que preparábamos una misión más, como cualquier otra, ella llegó a mi vida y... nosé como explicarlo...— Suspiró fuerte. —La ví y... y...— Sonrió inconscientemente y volteó al cielo. Tomó más aire. —El tipo más rudo del mundo que era yo, se convirtió en el más débil ante ella. Me dejó sin defensas. Tuve el impulso de protegerla y amarla desde el primer momento en que la ví. Y valla... sonará tonto, pero es la mujer más hermosa que jamás había visto— Pausó un momento, mientras Gates lo observaba atento. —Y no solo eso, es que... vea lo que ha hecho conmigo. Usted sabe mis antescedentes, Gates. Jamás había hecho algo correcto o algo bueno en mi vida, hasta que ella apareció. Y no logro comprender como provocó eso en mí, eso que nadie había logrado. Me abrió los ojos a un sentimiento que no sabía que existía... el amor— Se quedó en silencio unos segundos, pero Gates no dijo nada, esperó a que recobrara el aire. —¿Sabe? A pesar de lo mucho que la amo, le pedí que se alejara de mí ayer. Estaba tan dolido... joder, lo estoy. Sentí que la odiaba demasiado por lo que hizo. Quería ahorcarla pero al mismo tiempo besarla. No sé como ella provoca esas cosas en mí. Me siento un imbécil por todo lo que le dije, no debí insultarla. Lo más curioso de todo esto es que yo también la he engañado. Pero... lo hice dos veces— Al decir esto, Gates se quedó boquiabierto. —La primera vez, fue raro. Ambos nos engañamos, yo con una ex novia y ella con un lejano amigo. Eso había sido todo. Pero ayer...— Puso ambas manos sobre su rostro, y gruñó en voz baja. Le costaba decirlo. —También la engañé—.

—¿Qué?— Preguntó Gates, abriendo los ojos enormemente.

—Cuando ella se fue de su casa, me esperé unos minutos y me largué también. Supongo que usted no se dio cuenta. Estaba tan jodido, tan devastado, tan dolido. Tomé mi auto y conduje hasta la primera esquina donde hubiera una jodida prostituta. Fui al primer hotel que se me pusiera enfrente y lo hice. Tuve sexo con aquella puta desconocida. Descargué todo mi coraje sobre esa morena. Creí que era lo correcto, lo creí en ese momento. Sé que estuvo mal...— Gates lo miraba realmente sorprendido. —Fue una mierda. No sentí absolutamente nada al hacerlo. Estaba desconcentrado, solo podía pensar en Rosalyn, mientras ahogaba mis ganas de llorar y las ocultaba bajo el placer. Soy una mierda, de verdad. Me la cogí para estar a mano con la mujer que verdaderamente amo. ¿Cree usted que eso está bien?— Una lágrima amenazó con caer sobre su mejilla, pero talló sus ojos con fuerza, para evitar llorar. Gates tragó saliva, wow. Esto era terrible. —Nosé que mierda hacer ahora. Ya me vengué de ella y quiero que sufra por mí. Soy un cabrón. Pero realmente creo que el que más sufre soy yo... he llegado al punto de llorar hasta que mi estómago se contrae y no puedo respirar— Ahora silenciosas lágrimas invadieron su rostro. —Quiero que sufra y al mismo tiempo quiero tenerla conmigo. Quiero abrazarla y hundirme en su pelo...— Dejó de hablar y agachó su mirada. Gates puso una mano sobre su hombro, brindándole aliento. —¿Qué mierda tengo que hacer? ¿Qué es lo correcto?— Finalizó, limpiando sus lágrimas.

—Te haré la misma pregunta que tú me hiciste al principio de esta conversación— Habló Gates. —¿Tú crees que esto haya terminado?— Preguntó. Justin alzó su rostro y se mantuvo quieto. Analizó lo que acababa de preguntarle. Sus latidos aumentaron y volteó hacia el paisaje de nuevo. Buscó una respuesta en su cabeza. Esto era tan difícil, pero al mismo tiempo tan claro.

—Creo que todos cometemos errores y que la vida no es fácil. Pero usted mismo me lo dijo antes de escalar hace un rato: La subida es agotadora, pero la vista es impresionante. Y tenía razón. Ahora que veo todo este hermoso paisaje frente a mí, me he dado cuenta de que no hay otra persona en el mundo con la que me gustaría observarlo toda la vida. Solo con ella. Y me he dado cuenta de algo más...— Susurró Justin. —Esto apenas está iniciando...—.

El Paso Final. 2tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora