¡Hola a todas y todos! Perdón por la demora pero ya volví y como recompensa por la espera, publicaré dos capítulos seguidos. ¡Feliz lectura!!
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Las calles de mi barrio, Arenales Campestre, son peatonales. ¡Esas benditas calles peatonales! Solo cuatro metros separaban mi puerta de la de Leidy. Solo cuatro metros separaban mi hogar normal de la misteriosa familia que acababa de mudarse.
Entré en penumbra a mi habitación en el segundo piso para espiar a mis vecinos. ¡Qué irónica es la vida! La ventana de mi habitación estaba frente a la de la habitación de Leidy. Allí ya habían instalado la cortina blanca que habían recogido para permitir la entrada del fresco de la noche que calmaba el calor al que, obviamente no estaban acostumbrados.
Esta familia procedente de un lugar frío no sabía el hirviente destino que en Girón les aguardaba y pude ver a aquellas hermanas con sus abrigadoras blusas arremangadas y el cabello recogido, mientras jugaban con la baraja nuevamente, como habían hecho esa tarde. El cansancio las dominó así que dieron por terminado el juego, Leidy se acercó a la ventana a cerrar la cortina y creo que me descubrió espiándola porque por un largo instante miró hacia mi ventana, hacia donde yo estaba, y cerró la cortina, rato después las luces se apagaron y el manto del sueño fue cubriendo la ciudad, acompañado por el silencio que era interrumpido a veces por el molesto ruido de los grillos.
El alba me sorprendió con los ojos bien abiertos. No recuerdo haber dormido la primera noche de la llegada de Leidy pero si recuerdo haber pensado en sus ojos violetas constantemente y mientras estos pensamientos rondaban por mi mente una voz que tarareaba la canción de un comercial dirigió mi atención hacia la calle. Me asomé por la ventana y vi a Leidy arrodillada revolviendo la tierra de su diminuto jardín para sembrar flores de caléndula, estaba sola así que pensé que era la oportunidad perfecta para hablar con ella y, arreglándome rápidamente, salí a verla porque necesitaba satisfacer esa curiosidad.
Abrí la puerta y me quedé de pie allí. Ante mi presencia, Leidy dejó de tararear pero no volteó a mirarme. Mientras me acercaba a ella, parecía que el temor la invadía y antes de que huyera decidí saludarla:
- ¡Buenos días!
- ¡Buenos días!-me contestó un poco tímida, mirándome apenas.
- ¿Siempre te levantas tan temprano?-le pregunté ubicándome junto a ella.
-Eh... no... Sólo por hoy. No suelo levantarme temprano los domingos.
La noté un poco nerviosa y algo incómoda con mi presencia y sin embargo continué:
-Yo tampoco me levanto temprano los domingos pero hoy hice la excepción. Por cierto, ¿cómo te llamas?
-Leidy... Leidy Carolina.
-Me llamo Vanessa-le dije mientras me agachaba junto a ella.
Leidy esquivaba constantemente mi mirada y me di cuenta que, más que ser tímida, era otro el motivo de su nerviosismo. Ella miraba constantemente hacia el interior de su casa por la puerta abierta en la que apareció su hermana.
-Leidy, entra-le ordenó Sandra.
Leidy me miró por fin a los ojos y me sonrió tímidamente.
-Chao, Vanessa-me dijo mientras se levantaba y se sacudía la tierra de sus jeans.
-Chao, Leidy. Nos vemos luego.
Mientras me levantaba dirigí mi mirada hacia Sandra, una joven de ojos color miel, aunque en ese momento no había dulzura en ellos sino una expresión seria; de piel morena y cabello rizo. Sandra había cumplido recientemente los diecinueve años lo que significaba cinco años de diferencia con Leidy.
- ¡Buenos días!-saludé por cortesía.
- ¡Buenos días!-me contestó con voz seca.
Esa tarde me dormí en el sofá viendo televisión hasta que mi madre me despertó para cenar. Tan pronto como llevé el último bocado de comida a mi boca y me lavé los dientes salí para ver si me encontraba con Leidy y efectivamente fue así, la vi sentada en un mueble de su sala viendo televisión y luego de llamar su atención la invité a que saliera. Ella miró hacia el interior de su casa buscando a su familia, antes de salir lo que me hizo pensar en ese momento que les temía y que ellos la sobreprotegían mucho.
-Hola, Vanessa-me dijo un poco tímida pero muy alegre.
-Hola.
Miré por encima de su hombro a Sandra, quien nos vigilaba desde la puerta con la misma expresión seria de esa mañana. Leidy también volteó a mirarla y creí que se repetiría la historia pero no fue así.
-Mira, te presento a mi hermana mayor, Sandra.
-Mucho gusto-dijimos al tiempo sin acercarnos la una a la otra.
Sandra parecía la guardiana de Leidy y no era la única, su abuelo apareció en la escena sentándose en el mueble donde encontrara a Leidy para vigilarnos con sus ojos grises. Así, bajo la mirada atenta de sus centinelas, Leidy me abrió la puerta a su vida con una invitación:
-Me preguntaba si querías venir mañana a almorzar-me dijo mirando al piso.
- ¡Por supuesto!-contesté sin pensarlo dos veces.
Pero me sorprendió un poco que solo tuviéramos pocas horas de conocernos y quisiera invitarme a almorzar. En ese momento pensé que al decirme, eso trataba de buscar el comienzo de nuestra amistad.
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Los invito a continuar con el capítulo 3 pero antes los invito también a votar y comentar cómo les ha parecido mi trabajo.
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EL GATO NEGRO
ParanormalEra un día como cualquier otro: las vacaciones de enero, jugar con los amigos en la calle... Para Vanessa todo era normal. Hasta que vio doblar la esquina a un auto y un camión de mudanzas. Del auto se bajó una familia entre ellos, una niña de su mi...