Al sábado siguiente de la feria, Angélica vino a mi casa para realizar un trabajo de Español junto con Leidy. Antes de que mi vecina llegara, su hermana apareció en la puerta de mi casa, entrando a la sala donde permanecíamos sentadas revisando las preguntas del trabajo.
—Hola, Vanessa. Hola, Angélica.
—Hola, Sandra—. Y en el fondo nos cuestionábamos su presencia.
—El dos de septiembre es el cumpleaños de mi hermana y tenemos pensado hacer algo especial... No muy grande, sólo compartir un pastel y pasabocas.
—Sí, suena bien—dijo Angélica animando a Sandra a continuar.
—Bueno, quiero que me ayuden a organizarle una fiesta sorpresa. Mi papá nos dará el dinero para comprar lo que se necesite.
— ¡Por supuesto!—exclamé sacudiendo de un hombro a Angélica quien también estaba entusiasmada.
El cumpleaños de Leidy caía en jueves. Evadimos a la cumpleañera para encontrarnos con Sandra en El Poblado—la zona comercial de Girón—y comprar algunos adornos y un obsequio. Fuimos a la casa de nuestra amiga mientras su mamá la llevaba al salón de belleza a arreglarse, como parte de una tradición. Leidy creía que sólo comería pastel con su familia. Angélica y yo éramos la sorpresa.
Con la ayuda de Sandra su abuelo, colgamos un letrero de "Feliz Cumpleaños" sobre la mesa del comedor, algunas guirnaldas y globos inflados a pulmón. Más tarde llegó el papá de Leidy con el pastel de fresas y vainilla, el favorito de su hija. Cuando volvía Leidy con su mamá, nos escondimos tras los muebles y esperamos su entrada.
— ¡Sorpresa!—gritamos al tiempo.
Leidy sí que estaba sorprendida. Miraba a sus amigas y a su familia con asombro y alegría. Ella nos sorprendió con su corte de cabello a la altura de los hombros.
— ¡Gracias! ¡Gracias!—decía una y otra vez mientras la felicitábamos.
Yo salí a la puerta para ver si mi mamá y mi hermana habían llegado ya. Una mariposa pasó volando frente a mí, entrando a la casa de Leidy. No le presté mucha atención pero Randú sí y quiso atraparla saltando a la mesa y aterrizando muy cerca del pastel arruinado con su peluda cola parte de la cubierta lateral. Randú se asustó con nuestra reacción y dio un giro muy brusco. Todos creímos que caería sobre el pastel hasta que Leidy intervino levantándolo con sus poderes para bajarlo al suelo. Su familia dirigió las miradas hacia las invitadas.
—Ellas ya lo saben—dijo Leidy con obviedad.
— ¡¿Estás loca?!—le gritó Sandra tomándola de los brazos con fuerza y sacudiéndola.
Leidy lanzó un quejido y se liberó de su hermana gritándole:
— ¡Son mis amigas! ¡¿Tú qué sabes de eso?!
—¡Leidy! Te hicimos una advertencia—. Su padre estaba realmente furioso—. ¿Acaso no recuerdas todo por lo que has pasado?
—¡Sí lo recuerdo! Pero ellas son diferentes, son mis amigas.
—Apuesto a que te han obligado a usar tus poderes para su beneficio.
—¡No hemos robado un banco!
Comprendimos que Leidy aún no le decía a su familia que ya nos había revelado su secreto. Los gritos iban y venían hasta que Leidy nos arrastró a su habitación, cerrando con llave. Se sentó en el suelo y comenzó a llorar ocultando el rostro entre sus manos.
—Tenías prohibido contarnos tu secreto, ¿verdad?—le pregunté.
—Sí—dijo entre sollozos.
—¿Por qué nos contaste?—. Angélica la rodeo con un brazo.
—Porque confío en ustedes...
Sandra tocaba la puerta y llamaba a su hermana con insistencia. Leidy la ignoraba. Afuera se escucharon murmullos y luego el abuelo de Leidy intervino.
—Leidy, abre la puerta—dijo con voz suave y ella accedió—. Dime, ¿confías en ellas?
—Sí.
—¿Mucho?
—Mucho.
—¿Eres feliz?
—Sí. Soy feliz.
—Entonces no le veo ningún problema. No había visto a Leidy ser tan feliz como ahora y sus amigas realmente la aprecian.
Nos dimos cuenta que la habíamos abrazado como para protegerla de su familia. Su abuelo la invitó a levantarse para continuar con la celebración. Mi mamá y mi hermana llegaron luego.
Con Angélica, compramos para Leidy un juego de aretes y collar de plata, en forma de estrella con una piedra violeta en el centro. Ella sonrió entendiendo el mensaje.
—Gracias, me gusta muchísimo.
Luego se frotó los ojos para quitar de ellos el color violeta.
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EL GATO NEGRO
ParanormalEra un día como cualquier otro: las vacaciones de enero, jugar con los amigos en la calle... Para Vanessa todo era normal. Hasta que vio doblar la esquina a un auto y un camión de mudanzas. Del auto se bajó una familia entre ellos, una niña de su mi...