CAPITULO 28

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A las tres de la tarde fui al parque. Leidy ya había llegado y me esperaba en la banca donde solía sentarme con Raúl que para esos días se encontraba en Medellín visitando a su familia.

— ¿Para qué querías verme?—le pregunté como si no lo hubiera leído en su nota.

—Siéntate—dio unas palmadas en la banca—. Vanessa, me imagino que yo siempre te he parecido extraña, empezando porque mis ojos cambian de color. Aunque tú dices que ya te acostumbraste.

—Me has leído el pensamiento. Te confieso que siempre te he visto como una niña extraña.

—No seguiré con más rodeos. Vanessa yo... bueno—lo dudó por un momento—, yo tengo poder sobre la realidad.

— ¿Ah?—dije porque no comprendí.

—Tengo poderes síquicos. O extrasensoriales.

Esto no se trataba de un sueño. Era real. Yo sabía muy poco sobre los poderes síquicos, esos poderes que sirven para mover los objetos con el pensamiento, de ahí su nombre.

— ¿Cómo así que tienes poderes síquicos?

—Sí, Vanessa. Puedo mover los objetos con la mente. Mira.

Leidy se concentró en una lata de gaseosa que se hallaba tirada en el suelo. Esta empezó a moverse y flotar en el aire como si la misma mano invisible que salvó a Leidy el primer día de clases hiciera de nuevo acto de presencia. Era algo difícil de creer. Luego, Leidy dejó caer la lata al suelo.

—Yo creí que eras extraterrestre, bruja o que tenías un pacto con el Diablo pero nunca me imaginé que tienes poderes síquicos.

— ¿Qué ideas son esas, Vanessa?

—El primer día de clases, cuando el timbre sonó antes de la hora, fuiste tú, ¿verdad?

—Sí.

— ¿Y puedes adivinar el futuro?

—En realidad, la mayoría de las veces el futuro se me muestra a través de los sueños, especialmente si son sucesos terribles que me causan pesadillas. O también un acontecimiento que puede cambiar mi vida.

—El primer día de clases, si no estoy mal, tú tuviste una pesadilla esa noche, ¿cierto?

—Sí. Esa noche tuve el primer sueño relacionado con el suceso del puente por eso estaba tan nerviosa cuando subimos. A veces veo el futuro por medio de varios sueños. Supe en que salón quedaríamos a través de un solo sueño.

— ¿Sabes? El día en que el puente se cayó, que estuve en el agua, mi sinusitis no se empeoró.

—No sé si yo tuve algo que ver con eso.

Le pedí a Leidy que hiciera más demostraciones aprovechando que el parque estaba vacío por la oferta de mitad de precio en las piscinas. Leidy accedió, se puso de pie e hizo volar algunos objetos por el parque. Incluso me elevó unos centímetros del suelo mirándome fijamente con sus ojos color violeta.

— ¿Tu hermana tiene poderes síquicos?

—No. Pero ella puede controlar mis poderes. Cuando era más pequeña y mis poderes empezaron a funcionar, mis ojos cambiaron de color por primera vez y todos los objetos de mi casa volaban por todas partes formando un caos. No tenía control sobre ellos. Mi hermana y mis padres entraron pero no sabían qué hacer y esa fue la primera vez que a Sandra le cambiaron los ojos de color y logró controlar mis poderes. Nadie sabía qué sucedía excepto mi abuelo quien alguna vez tuvo estos poderes pero desaparecieron de repente. Mi vida cambió por completo desde ese día.

— ¡Qué envidia! Yo sería más feliz si tuviera esos poderes.

Leidy caminaba de un lado a otro y decidió sentarse de nuevo a mi lado.

—No, Vanessa, te equivocas, yo no soy feliz. Mis poderes me han traído más desgracias que felicidades. La razón por la que vivimos en Girón es porque en Bogotá le causé daño a una persona que me estaba molestando. Cuando estoy muy nerviosa o asustada mis ojos cambian de color y pierdo el control sobre mis poderes.

—También te ocurre cuando te enfadas, ¿verdad? Como lo que ocurrió con los vidrios de la ventana de la casa de Raúl.

Ella levantó y bajó sus cejas rápidamente y comenzó a reír.

—Sí. Mis poderes pueden influir en toda clase de objetos, personas, animales... y cuando me enfado, que no ocurre muy a menudo, los vidrios y los objetos eléctricos estallan.

—Por cierto, ¿el gato tiene algún poder?

—Randú siente mi poder síquico y es para él como una señal para encontrarme.

—El gato se guía por tus poderes. ¿Y tus padres? ¿Ellos qué poder tienen?

—Ninguno. Son personas comunes y corrientes con dos hijas extrañas—Leidy mandó su mano al bolsillo—. Vanessa, tú una vez me preguntaste qué son estos naipes. Bueno, estos naipes sirven para entrenar mi control sobre mis poderes. Colócalos frente a ti.

Tomé el primer naipe y lo coloqué de tal manera que sólo yo pudiera ver el dibujo, el cual era una estrella.

—Una estrella—respondió Leidy. Yo me sorprendí.

Tomé otro naipe al azar de la baraja para asegurarme de que no se trataba de una trampa y que Leidy había memorizado los dibujos.

—Un círculo—respondió y efectivamente yo tenía el naipe del círculo—. Puedo adivinar los dibujos de los naipes.

Al preguntarle que si ella practicaba con cucharas como los síquicos de la televisión me contestó afirmativamente pero que su madre se lo había prohibido después de acabar con los cubiertos de la casa. Yo fui corriendo a mi casa y tomé una cuchara de un grupo de cubiertos que mi madre había dejado de usar.

—Leidy—le dije al regresar—, quiero que me hagas la demostración como los síquicos de la televisión.

Ella tomó la cuchara y colocó frente a ella el fondo de la misma. Luego se concentró y la cuchara se dobló hacia atrás.

— ¡Increíble!—dije mientras observaba la cuchara sin salir de mi asombro.

— ¿Qué ocurre, Vanessa?

Recordé que hacía mucho había algo en mi cabeza dando vueltas. Un pensamiento que me arrebataba el sueño.

— ¿Por qué el día en que te pregunté la razón por la cual te querías morir me dijiste que no podías decírmelo o yo moriría?

—Porque quería ver la cara de susto que pones. Es que cuando te asustas haces una cara muy graciosa. ¿Creíste que en verdad morirías?

—Pues no podía creer otra cosa. Después de todo lo que ha ocurrido como el incidente del puente, lo de las ventanas de Raúl...

Me sentía estúpida. La razón por la cual me dijo que moriría era por verme la cara de susto. Aunque en el fondo sentí un gran alivio al saber que no moriría.

—Vanessa, ¿te puedo pedir un favor? No le digas a nadie sobre esto, no quiero que nadie se entere. Sería muy peligroso para mí.

— ¿Peligroso? Bueno, no le veo lo peligroso pero, está bien, te prometo que no se lo contaré a nadie.

Por fin se había resuelto el enigma.

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Hola lectoras y lectores. Perdón por la espera, es culpa de la universidad jejejejejeje. Por fin hemos descubierto el gran secreto de Leidy pero, ¿cambiará eso de alguna manera la amistad que tiene con Vanessa y Angélica? 

Gracias por leer. Si te ha gustado el capítulo no dudes en votar y siéntete libre de comentar. Nos leemos luego.

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