CAPÍTULO 41

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Pasaron dos semanas desde que comencé a sentir la presencia de Leidy detrás de mí al dirigirme al colegio y un mes desde su fallecimiento. Se cumplía un mes desde que Leidy se marchó de este mundo. La mañana de ese día, aparte de sus pasos y su respiración, escuché su voz llamándome por lo que me volteé para mirar quien me llamaba, teniendo en el fondo la esperanza de que fuera ella, pero como siempre no vi a nadie. Volví a escuchar su llamado y sucedió lo mismo.

Esa tarde en lugar de ir directamente a mi hogar fui al cementerio. Antes de entrar allí, me acerqué al jardín de una casa donde habían cultivado rosas y violetas, de las cuales me robé algunas pero un enorme perro salió a ladrarme alarmando así a su ama. Al ver a la dueña de las flores comencé a correr y no me detuve hasta llegar al cementerio.

—Leidy—dije frente a su tumba—, déjame en paz, me pones muy nerviosa. Además, no es bueno que los muertos anden por ahí llamando a los vivos. Deberías descansar en paz de todos los problemas que te traían tus poderes. Toma, estas flores son para ti.

Me sentía extraña hablándole a una tumba pero no era la única que lo estaba haciendo. A mi derecha pude ver a un hombre que la cantaba a la tumba de su esposa difunta por motivo de su aniversario de bodas.

*             *            *

— ¿En dónde estabas, Vanessa?—me preguntó mi madre cuando llegué a casa.

—En el cementerio visitando la tumba de Leidy.

Mi madre guardó silencio por largo tiempo y su mirada se llenó de una profunda tristeza.

—Raúl quiere que vayas a su casa urgentemente. Te espera a las tres.

—Sí, mamá, gracias.

Devoré mi almuerzo, subí a mi habitación a cambiarme de ropa y salí a casa de Raúl quien me esperaba en compañía de Luis y no tenían cara de felicidad.

— ¿Para qué querías verme, Raúl?

—Primero, no me gustó tu discurso—me reprochó Luis. Raúl le dio un golpe con el codo.

—Segundo, hace más de un mes que no vienes a jugar video juegos con nosotros—dijo Raúl.

—Lo siento, es que estaba de luto.

Luis iba a decirme algo pero Raúl no se lo permitió. Al parecer, Raúl consideraba que era mejor guardar silencio ante tal situación. Pero pronto se decidió a romperlo.

—Tercero, Vanessa, no sabía que eres una ladronzuela—me dijo Raúl.

— ¿De qué estás hablando?

—De las flores que te robaste de un jardín para llevárselas a Leidy—contestó Luis. Raúl y yo íbamos a visitar la tumba de tu difunta amiga cuando te vimos salir corriendo de un jardín con unas flores en tu mano. Esperamos a que te fueras para entrar al cementerio.

Esto sí que me sorprendió. Nunca pensé que Luis y Raúl, luego de tanto molestar a Leidy, fueran a visitar su tumba.

— ¡Sinvergüenzas! Esperaron a que Leidy muriera para visitarla.

—Es que así no nos hace nada—bromeó Raúl pero se percató que no era un comentario adecuado para un momento así.

Permanecí en casa de Raúl hasta muy entrada la noche. La madre de Raúl nos invitó a comer a mi amigo Luis y a mí y nos despedimos a las nueve y treinta.

Entré a mi casa y busqué inmediatamente mi cama pues tenía mucho sueño y quería dormir. La voz de Leidy me despertó. La busqué con la mirada por toda la habitación, incluso miré por la ventana hacia su habitación vacía aún, pero no la vi. Sólo vi a Randú sentando junto a mi cama como si hubiese escuchado también la voz de su antigua ama.

—Vanessa, duerme amiga mía. Descansa tranquila que mañana será otro día.


* * * * * * * * 

Hola a  tod@s. Perdón por el retraso, he estado un poco ocupada con la universidad y hasta hoy tuve un respiro. Espero que este capítulo haya sido de su agrado. Pronto subiré el siguiente (antes de los exámenes XD). ¡Feliz lectura!

EL GATO NEGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora