Ese fin de semana sería la primera clase de natación para Leidy. Busqué mi traje de baño, lo empaque en un maletín con una toalla y esperé que el reloj marcara la una y cincuenta de la tarde para ir con Leidy al parque de recreación. No sabía por qué llevé el traje de baño si no iba a entrar a la piscina.
—Hola, Vanessa. Mi hermana nos está esperando—me dijo Sandra cuando faltaban escasos dos minutos para las dos, luego de encontrarla sentada en un bajo muro que bordea el jardín de mi casa.
Sandra había cumplido los diecinueve años de edad unas semanas antes de llegar a mi barrio, seis años mayor que Leidy y yo. No hacía nada. Sólo se dedicaba a cursos cortos de bisutería, peinados y comidas rápidas pero no convertía en ingreso ninguno de ellos. En realidad pasaba más tiempo vigilando de cerca—muy de cerca—a Leidy o, si no, ayudaba en los quehaceres del hogar a su madre.
Ese día conocería un poco más a Sandra.
* * *
Sandra me había pedido que le diera las clases de natación a Leidy en un día en que no hubiese nadie en las piscinas. Ese día, a pesar de ser domingo, no había nadie allí porque todos estaban desperdiciando su tiempo con un concurso de belleza de niñas de ocho años.
Cuando salí de los vestidores, vi a Leidy de pie junto a la piscina, como si tuviera miedo del agua. Me acerqué por detrás con cuidado y la empujé al agua. La piscina no era muy profunda, por eso no había problema.
— ¿Por qué lo hiciste, Vanessa?—me dijo Leidy desde el agua.
—Porque estaba cansada de esperar a que entraras a la piscina.
Misteriosamente caí al agua. Miré a Leidy y sus ojos habían cambiado a ese extraño color violeta.
—A veces pienso que eres una niña muy extraña—le dije y salí de la piscina.
— ¡Leidy! ¿Qué te hemos dicho sobre eso?—Sandra se acercó.
—Que no lo haga. Además... —Leidy se interrumpió ante la mirada de ira de su hermana.
—Mejor lo discutimos en la casa—Sandra dio media vuelta y se alejó de la piscina sólo para evitar las salpicaduras del agua.
Comencé indicándole a Leidy como sujetarse del borde de la piscina para dejar flotar su cuerpo. La guiaba desde fuera de la piscina pero enseñarle a Leidy un deporte tan hermoso me impedía la melancolía.
—No puedo hacerlo—se quejó.
—Es porque pesas demasiado—me burlé sin pensar en lo que pudiera pasar.
Aún me encontraba yo en el borde de la piscina en ese momento en el que sus ojos se tornaron violeta y algo me dijo en el fondo de mi cabeza que caería de nuevo al agua pero algo extraño, como siempre, sucedió. Los ojos de Leidy volvieron a ser negros como la noche más oscura y se dirigieron a Sandra quien se encontraba a mi lado sin que yo me percatara de su presencia.
—Sandra...
Miré a Sandra y mi sorpresa fue grande: ¡Sus ojos también habían cambiado de color! Un azul oscuro como el de muchos atardeceres tibios de Girón. Dejó de mirar a Leidy, sus ojos volvieron a ser miel y volteo a mirarme con rostro de autoridad de hermana mayor.
—La clase terminó por hoy—dijo Sandra "misterio".
Sandra se acercó más a mí y tocó mis sienes con ambas manos, luego se dirigió a los vestidores. Acto seguido, su hermana menor hizo exactamente lo mismo, se dirigió también a los vestidores donde la esperaba Sandra con una toalla. Me miraban desde allí fijamente, con sus ojos misteriosos pero de su color normal, esperaban algo en mí.
Me sentía extraña, como con todo el mundo que gira en torno a Leidy. Sentí que esto que había visto se refundía con mis otros recuerdos en mi mente y sólo volvió a surgir tiempo después. Por un momento todo fue sombras, el mundo se ondulaba, se estremecía y creía que iba a caer fuertemente al suelo, ese suelo que parecía tan inquieto como yo.
Luego, todo fue normal. Leidy y Sandra me observaban quién sabe por cuánto tiempo y esperaron hasta que me hubiera cambiado para caminar a casa. El camino fue largo y silencioso y el silencio se extendió hasta la noche.
Ahora Sandra también se convertía en un enigma para mí.
* * * * * * *
¡Hola lectoras y lectores! Espero que haya sido de su agrado el capítulo. Sí es así, pueden dejar su voto y comentar cómo les ha parecido.
¡Feliz Año Nuevo!
ESTÁS LEYENDO
EL GATO NEGRO
ParanormalEra un día como cualquier otro: las vacaciones de enero, jugar con los amigos en la calle... Para Vanessa todo era normal. Hasta que vio doblar la esquina a un auto y un camión de mudanzas. Del auto se bajó una familia entre ellos, una niña de su mi...