CAPÍTULO 45

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— ¡Vanessa, ponte a estudiar!

—No me presiones tanto, Leidy.

—Yo no quiero que vuelvas a quedar en cuarto lugar. La verdad quisiera que quedaras en primer lugar pero no creo que sea tan fácil.

—Ese lugar ya tiene dueña.

—Sí, el primer puesto siempre será para Angélica. Ella me contó en una ocasión que tú le explicaste un tema de matemáticas en séptimo.

Recordé cuando Angélica me pidió que guardara en secreto ese asunto y me sorprendió que le hubiera contado a Leidy. Por la mente me cruzó una duda: esa información sólo la conocíamos Angélica y yo. ¿Y si Leidy no era más que un invento de mi imaginación? Y aún si lo fuera, yo me sentía feliz con su compañía.

Para la actividad recreativa dedicamos una canción en inglés a nuestra difunta amiga. Nuestras compañeras recibieron una copia con la letra en español y, al leerla, acompañada de la música, muchas no pudieron contener el llanto. Angélica y yo también dejamos escapar algunas lágrimas.

Las sesiones de estudio en compañía de Leidy fueron muy útiles. Los exámenes finales no representaron ningún problema y pasé a ocupar el segundo lugar, como ya era costumbre. Angélica notó el cambio pero no hizo ninguna observación. Aunque yo también noté que actuaba de un modo muy extraño, como si quisiera decirme algo.

—Angélica, ¿tú alguna vez le contaste secretos nuestro a Leidy? Como, por ejemplo, cuando te expliqué matemáticas en séptimo.

—Bueno, precisamente le conté esa anécdota. ¿Por qué?

Su respuesta me dejó fría.

—No, por nada. Quería saber que tan cercana te habías vuelto de Leidy.

—¿Por qué me preguntas eso? —Esta vez ella parecía nerviosa.

—Perdón. No me prestes atención. Últimamente no soy yo.

* * *

—Y ahora que terminaron las clases, ¿qué vas a hacer? —me preguntaba Leidy mientras se paseaba de un lado al otro de mi habitación. No caminaba. Ella flotaba.

—No lo sé. ¿Y tú?

—Yo ya estoy muerta, no es mucho lo que tengo por hacer. O a dónde ir.

—Bueno, yo pienso que deberías... No sé... ¿Volver al mundo de los muertos?

—¿A qué te refieres, Vanessa? —Su rostro se deformó a causa de la ira y un miedo indescriptible se apoderó de mí—¿Estás aburrida de mí? ¿Quieres me marche? ¿Es eso?

—Sólo creo que... Bueno... Tú ya estás muerta. No deberías estar aquí.

—¡Por mis poderes morí y por ellos pude regresar!—El grito retumbó por la casa pero yo estaba sola—¡Y yo voy a estar en el lugar que yo quiera!

Randú le bufó y se ocultó debajo de la cama. Leidy parecía crecer en tamaño y deformarse hacia una apariencia tenebrosa. Mis piernas reaccionaron y salí corriendo de mi habitación mientras era perseguida por el ente que fuera mi amiga. Al llegar a las escaleras, no pude frenar, choqué con la pared y rodé por las escaleras. Lo siguiente lo supe del testimonio de mi hermana y mi mamá, cuando llegaron a casa y me encontraron con una herida abierta en la cabeza y completamente inconsciente.

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¡Hola a tod@s! Ya llegamos al penúltimo capítulo de El Gato Negro. En los próximos días subiré el último. Les invito a comentar cómo les ha parecido la historia y a que visiten mi otro trabajo, Sangre, una novela vampírica de romance y aventura. ¡Feliz lectura!


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