CAPÍTULO 42

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Tenía pensado ir al cementerio a visitar la tumba de Leidy después de clases pero le había prometido a mi madre que cuidaría de Sacha quien, por cierto, estaba por cumplir cinco años de edad. No sé por qué sentí que había hecho mal al contarle a mi hermana que Leidy había muerto.

—Vanessa, ¿por qué se tenía que morir Leidy?—me preguntó Sacha jalándome la camiseta.

—Así es la vida, Sacha. Está llena de cosas que a veces no se pueden explicar. Leidy era una niña muy extraña y donde ella estuviera ocurrían cosas extrañas. En otras palabras, un aura de misterio la rodeaba.

—Era porque ella podía mover las cosas con la mente, ¿verdad?

— ¿Tú sabías eso, Sacha?

Me senté en el sofá y mi hermana se sentó junto a mí con una muñeca en sus manos que tenía el cabello enredado.

—Sí, yo ya sabía porque el día que Leidy me llevó al parque porque tú te habías levantado tarde, ella hizo bailar sola a Lina—dijo mientras movía la muñeca sobre sus piernas—y luego me dijo que no le dijera a nadie.

— ¡Qué traidora! Me lo estás contando.

—Pero ya lo sabías.

—Yo también opino que Sacha es una traidora—dijo la voz de Leidy.

— ¿Quién es?—pregunté mirando al interior de mi casa.

— ¿Qué pasa, Vanessa?—preguntó mi hermana tomándome de la mano.

Era probable que Sacha no pudiese escuchar la voz de Leidy pero el gato y yo sí. Me levanté del sofá y solté la mano de mi hermana. No entendía lo que sucedía, me sentía confusa y temerosa mientras escuchaba a lo lejos la voz de mi hermana quien me preguntaba "¿Qué pasa, Vanessa? ¿A quién buscas?". La miré a los ojos y vi el temor en ellos.

—Vanessa, tus ojos son del mismo color del que se le ponían a Leidy.

La miré con incredulidad. Sin embargo, mi atención estaba puesta en la voz de Leidy que llenaba toda la casa.

—Sacha, ¿no escuchas la voz de Leidy?

— ¿La voz de Leidy? Pero si Leidy se murió.

—Sacha no puede escucharme, Vanessa.

El miedo me invadió y comencé a ver que las paredes de mi casa y los objetos en ella se movían de un lado a otro en una especie de danza lenta que fue cubriéndose poco a poco con oscuridad y comencé a escuchar la voz de mi hermana cada vez más lejana. No recuerdo más.

*             *             *

— ¿Te sientes bien, Vanessa?—me preguntó Sacha con los ojos llenos de lágrimas.

Por fin había despertado. Me dolía la cabeza como si me hubiese golpeado y me vi acostada en el suelo. De repente recordé la voz de Leidy que ya no se escuchaba en la casa.

— ¿Qué pasó?—le pregunté a mi hermanita menor.

—Que te desmayaste. Estabas diciendo que escuchabas la voz de Leidy y de pronto te fuiste de para atrás y te diste en la cabeza.

Me senté en el suelo con las piernas cruzadas mientras esperaba a que disminuyera el dolor.

—Por favor, Sacha, no le cuentes a nadie lo que sucedió hoy, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Me sentía mareada pero me incorporé, aunque con dificultad, para ir hasta mi habitación con la ayuda de Sacha. Me recosté en la cama y ella permaneció a mi lado hasta que me dormí. Más tarde, la llegada de mi madre me despertó pero me creyó dormida y enferma por lo que no entró a buscarme.

—Perdóname por asustarte, Vanessa, perdóname—dijo la voz de Leidy.

EL GATO NEGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora