Capítulo 16: Melo

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Hey, ¿qué tal? Lo primero que quería deciros es que el cargador de mi ordenador se había estropeado y no tenía batería, así que tuve que ir a comprarme uno nuevo y tal. Vale, sé que hay muchas veces en las que no subo durante semanas, pero esta vez ha sido por un motivo razonable xD

Otra cosa que quería decir era que desde aquí, España, quiero dar ánimos a todos los franceses por el atentado de ayer. Sé que mis palabras no sirven para nada, pero pienso que es menos duro para esas personas que han perdido familiares y amigos si hay gente que las apoya.

También quería recordaros que siempre que queráis salir en la historia, me lo podéis decir, como me ha dicho mi amiga Nutella ;)

No os molesto más y cierro el pico. Ahí tenéis el capítulo. Igual luego cuelgo otro, no sé xD



Cogí mi móvil para hablar un rato con Juanma, cuando vi que no tenía batería. Fui corriendo a enchufarlo a la red y lo encendí. Tenía dos llamadas perdidas. Una era de Shibi, la otra era de Inma de hace dos minutos. Decidí llamar primero a la segunda. Me contó que al final Shibi si podía quedar y que se estaba cambiando de ropa para ir esta tarde. Le dije que en un momento llegaba y le colgué. No era de las que se arreglaban para ir al instituto, así que iba a ir tal cual estaba. Agarré mi longboard y me fui.


Cuando llegué al parque, Shibi ya estaba allí. La saludé y le preguntépor nuestra amiga. Justo entonces, la vimos llegar corriendo con su skate en la mano. Menuda tontería correr teniendo un skate. Cuando estuvo con nosotras, nos dio un abrazo a cada una y me eché a reír.


-¿Porqué has tardado tanto? -pregunté.

-¿Sabes lo difícil que es convencer a mi madre de que un profesor ha mandado un trabajo para mañana? ¿Lo sabes? No, no lo sabes -se respondió ella misma por mí.


Estuvimos un buen rato intentando hacer saltos y tal. A las que mejor nos salía era a Shibi y a mí, llevábamos más tiempo practicando. Bueno, el porrazo que me di en la rodilla no me lo quitó nadie.


-¡Rubius! -gritó Inma. Me volví y vi a Rubén con el skate acercarse a nosotras. Primero le dio un abrazo a su mejor amiga, luego a mí y, por último, a Shibi. Después de unas horas, Rubén ya había hecho de todo: pasar debajo de mis piernas y hacernos caer, dejándome un moretón, intentar saltar unos arbustos... Desde luego, en solo unos días no conseguíamos hacerlo bien ni de coña. Inma, la verdad, era penosa, sin ánimos de ofender. Se había caído muchísimas veces, se había roto las mayas por las rodillas, casi se queda sin dientes... Menuda patosa, era peor que yo.


-¡Auch! -gritó Inma otra vez. ¿Cuántas caídas iban ya? ¿Veintiséis?

-Inma, creo que esto no es lo tuyo -rió Shibi.

-No os riáis, que ésta vez me he hecho daño -se quejó con el ceño [Psst, Lorena, ¿recuerdas lo que te mandé de un libro donde estaba escrito "con el coño fruncido"? Pues recuérdalo, ssorra] fruncido.


Rubius se acercó a ella y le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Le dio las gracias y la aceptó. Inma le dijo que iba a ir a que le miraran el dedo, que le dolía. Nosotros le dijimos que la acompañábamos. Salió de la consulta del traumatólogo, el cual le había hecho un hueco para que entrara ahora que estábamos ahí. Se acercó y nos dijo que tenía un esguince, que la habían mandado a enfermería a ponerse una prótesis.


Cuando salió, nos enseñó el dedo corazón con un cacharro metálico y una especie de esponja azul que daba con la piel. El chico le regaló una sonrisa y ella lo imitó. Entonces, su cara cambió rápidamente. El miedo se le notaba a leguas, además, con los ojos abiertos como platos estaba chistosa, incluso.



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