Capítulo 30: Melo

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He estado como dos días sin colgar, no me maten plz


Me desperté cerca de las doce, algo tarde para mí. Desayuné y salí un rato con Juanma. Hacía tiempo que no lo veía. Al separarnos de clase este año, ya no estábamos tan unidos.


Su madre me invitó a comer en su casa. Yo avisé a mis padres, quienes me dieron permiso con mucho agrado, y fuimos para allá. Cuando sus padres me vieron mi nuevo pelo, se quedaron tan asombrados como su hijo antes al verme. Parecía que no se esperaban el pelo rojo [Sí, sé que el pelo rojo de Melo es del año de la patata, pero tenía ganas de meter ese cambio de look jaja]. La madre nos puso pasta con tomate. Algo muy socorrido, pero que nunca habrá nadie que no lo quiera.


Estábamos comiendo, cuando se me ocurrió preguntarle si quería venir esta noche con nosotros. Me dijo que pasaba ir de fiesta, que si fuera una quedada por la tarde de estar un rato andando o algo así, vale, pero que no quería emborracharse y acabar tirado por la carretera. En cierta manera, si lo pensabas, tenía razón. Sin embargo, nosotros nos lo íbamos a pasar genial mientras él solo iba a estar en su casa, viendo alguna serie y luego durmiendo. Pero vaya, que haga lo que quiera. Él se lo pierde.


Ya eran las seis y media de la tarde, así que decidí ir ya a casa. Me di una ducha para refrescarme un poco. Esta noche tendría que ligar con alguna pava por lo menos. Y si no con una, con dos. Me reí tan solo de pensar lo que estaba pensando.


Ya estaba en camino de casa Rush. Íbamos a ir juntos a donde habíamos quedado. Chus tendría que estar ya en casa de nuestro amigo. Como me imaginaba, cuando llegué, ya estaba ella allí. Ella llevaba unos vaqueros, una blusa verde agua y unos tacones negros. El color de la blusa quedaba perfecto con su pelo rojo con mechas rubias. Iba guapísima. Yo llevaba unos vaqueros, una camiseta negra, unas botas negras y una chaqueta negra. No hacía frío y la chaqueta me iba a estorbar, así que le pedí a mi amigo si podía dejarla en su casa.


Cuando llegamos, no había casi ninguno de nuestro amigos. Solo estaban Cheeto, Alex y Frank. Todavía faltaban un montón.


Vimos de lejos a Lorena acercarse con Amara. Lorena llevaba unos pantalones negros de cuero, una camisa blanca, una chaqueta marrón, unos tacones negros y un collar negro grande de piedras con un bolso pequeño de estampado de leopardo.


-¿Enserio, Lorena? -pregunté incrédula. Se pensaba que iba a una fiesta formal o qué, tan arreglada. ¿Se habría dado cuenta de que para beber no hace falta ir así? Lo que le faltaba era ya un anillo de un diamante, vamos.

-Vengo de una comida con mis padres y mi hermana. Es el cumpleaños de mi madre.


Eso lo explicaba todo. Amara, por el contrario, iba solo con un vestido corto y ceñido y unos tacones negros. Ella sí iba como debía. Otra vez, mi pensamiento me hizo gracia. Ya estaba subnormal "perdía" y no había bebido nada todavía...


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