Capítulo 53: Guille

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Aquella confesión me había caído como un jarro de agua fría. Le gustaba a Samuel. No tenía ningún sentido, éramos amigos desde hace muchísimos años, ¿cómo podía gustarle? Además, los dos éramos chicos. Si fuera a decir que yo soy una chica. O que ella es una chica... Pues mira. Que no estoy diciendo que sea homofóbico ni nada por el estilo, pero esto se me hacía de lo más irreal.


No me estaba viendo, pero apostaría a que tenía toda la cara blanca. Madre mía, estaba alucinando. Me quería. No sabía qué sentía, si alegría o repulsión. Y lo malo ahora sería disimularlo. ¿Cómo podría actuar como si yo no supiera nada? No había cosa que deseara más que olvidar lo que había escuchado.


-Sabía que era algo raro, pero esto lo es demasiado -dijo Inma impresionada. No me extrañaba.

-No sé cómo -iba diciendo Samuel mientras se alejaban.


Los dos salieron del baño y me dejaron solo allí, sin saber que yo había escuchado todo y ahora me encontraba mal. Quería vomitar, quería irme de aquí, quería... Lo último que quería era hablar con Samuel. Y no me refería solo a esto, me refería a cualquier cosa, ya fuera sobre algo de clase o de alguna quedada.


Me dirigí a los lavabos y dejé caer la mochila de mi hombro. Al mirarme al espejo, mi reflejo me dio miedo. Como pensaba, mi rostro estaba blanco y mis ojos, abiertos de una manera exagerada. Abrí el grifo y me eché agua fría. No conseguía cambiar de color y me dio mucha rabia. Miré hacia abajo, mis manos temblaban. Seguí echándome agua en la cara, pero no servía para nada, seguía estando igual. Di un golpe fuerte al lavabo. Lo único que conseguí fue dejarme las manos moradas.


¿Por qué me tenía que pasar a mí? ¿Por qué no Cheeto le decía a Alex que lo quería? ¿O Fran a Luzu? ¿O cualquier persona a su mejor amigo? Odiaba esto, odiaba esta situación tan incómoda. Quería tirarme por la ventana y desaparecer.


Las lágrimas empezaban a resbalar por mi cara, sin yo darles permiso. Parecía un estúpido, llorando en el baño de los chicos del instituto. En realidad no parecía un estúpido, lo era. Me había enfadado con él porque pensaba que quería a Amara. Ahora no sabía qué sentía, no lograba distinguir si seguía estando enfadado, o era tristeza... Quizás eran ambas cosas, ¿quién sabe? O puede que ninguna, que sea un sentimiento completamente diferente. Podía ser cualquier cosa. Hasta podría ser asco, pero no precisamente hacia él.


Un chico de segundo de bachillerato entró y se me quedó mirando. Estuvo a punto de acercarse y preguntarme si estaba bien, pero decidió pasar de largo y hacer sus necesidades. Después salió y, esta vez, ni me miró, lo cual yo agradecí.


-El puto profesor va y me dice "A mí me da igual que trabajes mucho en clase y hagas muy bien tus tareas, si no estudias suficiente en casa vas a suspender." -dijo Mangel imitando al profesor. Mierda, ¿ahora por qué él? Podría haber sido otro desconocido, como el chico que se decidió por ignorarme hace unos segundos.

-Hey, Willy -Rubén se acercó a mí y puso su mano sobre mi espalda-. ¿Te encuentras bien?


No, no estaba nada bien. Me había enfadado con mi mejor amigo porque pensaba que le gustaba mi novia, pero luego me había enterado que a quien quería resultaba ser yo. Luego me había dado coraje ser tan estúpido y por poco me rompo las manos con el golpe que me he dado con la piedra de los lavabos.


-Sí, claro. No os preocupéis chicos, estoy perfectamente.

-Menos mal, te había visto con mala cara -Rubén seguía un poco preocupado.

-¡Ah! ¿si? Pues será de la luz, hoy hace un mal día y está todo lleno de nubes. Como no sea eso, no se me ocurre el qué...


Genial, se preocupaban por mí, y les mentía. Soy el mejor...


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