Capítulo 71: Guille

24 5 2
                                    

Tras decirle aquello, lo de que me había decepcionado, su cara cambió. Estaba casi seguro de que iba a llorar. Estos días habían sido los más raros de mi vida, sin duda alguna. Y no era por culpa suya. Era por mi culpa. Él tan solo estaba enamorado. ¿Pero yo? ¿Qué había hecho yo ante esta situación? Esconderme y huir. No se merecía, para colmo, todas las palabras que acababan de salir de mi boca. Por eso intenté arreglarlo.

-Aunque, si aún sientes lo mismo, podríamos intentarlo. ¿No crees?

-¿Cómo?

-No sé, creo que estaría bien probarlo. Igual nos va bien.

-¿Qué te ha hecho cambiar de idea tan rápido? –preguntó, notablemente confuso.

-No tenía por qué enfadarme, ni sentirme mal ni nada. Y mucho menos tenía que hacerte sentir mal a ti. Creo que es lo mínimo que puedo hacer.

-¿Pero sientes algo por mí? Me refiero, ¿de veras te lo estás planteando o es solo para consolarme?

Me acerqué a él, lo agarré del cuello y le di un beso en la nariz. Se supone que eso hacen las parejas normales y felices. ¡Oh, no! ¡Mierda! ¿Ahora qué haríamos con Amara? No podía acercarme a ella y decirle "Oye mira, que creo que soy gay y me gusta mi mejor amigo. Corto contigo, espero que no te moleste". Y aunque lo dijera de la manera más fina del mundo, o de la manera más persuasiva, seguiría siendo misión imposible. Ella se lo diría a sus amigas, sus amigas se lo dirían a los chicos y los chicos me joderían la vida.

-Piensas en Amara, ¿verdad? Tu cara lo dice todo. Puedo decírselo yo si quieres.

-La cosa es que no quiero que lo sepan los chicos. Al menos no de momento. Y si ella lo sabe, lo saben ellos.

-Willy –dijo, levantándome la barbilla-, nosotros podemos con todo. Si Amara cuenta algo ya le haremos algo.

Lógicamente era una broma, pero a juzgar por su cara, ya no estaba tan seguro. Vegetta era capaz de cualquier cosa por un amigo. Ahora que no éramos solo amigos... Mejor olvidarlo, disfrutaríamos de lo que quedaba de noche y ya lo solucionaríamos en otro momento.

Al abrir la puerta, vimos a Amara con los ojos llenos de lágrimas. Desde luego, si queríamos atrasarlo, la habíamos cagado. Joder, lo malo no sería el impedir que dijera nada, sino disculparme para no acabar tremendamente mal.

-Amy, no te he dicho nada hasta ahora porque no sabía qué podía hacer. Eres mi novia y mi mejor amiga a la vez, te habría pedido ayuda a ti antes que a nadie. Perdona por enterarte así.

-¿Qué coño te pasa? –dijo pegando un golpe en mi pecho, intentando empujarme, pero ella era tan bajita y yo tan alto, que apenas consiguió moverme- ¿Qué coño os pasa a los dos? ¿Y qué coño le pasa a Inma, que lo sabía y no me ha dicho nada? Sois unas sucias ratas los tres. Y tú, que tanto miedo tenías a que lo supieran los demás, acabas de meter la pata hasta el fondo.

-¡Amara, escucha! Podemos arreglar esto, podemos decir que te has cansado de mí o lo que sea, pero por favor, no digas nada.

-Tarde –nos sorprendió Inma R desde el pasillo-. Yo me he enterado y pienso ir ahora mismo a comunicarle a todo el mundo –dijo con una sonrisa cínica.

Hoy SéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora