Capítulo 68: Dalas (Maratón II)

26 5 1
                                    

Desde hacía un tiempo, tan solo podía pensar en una cosa. Miare era mi novia y la quería con locura. Sin embargo, desde que llegó Shibi, no tenía tan claro si la quería como novia o como amiga. Ya era hora de solucionar esto de una vez por todas, si no salía de dudas mi cabeza acabaría explotando de un momento a otro.

Me choqué con alguien. Era Lorena. Le pedí perdón y seguí vagando como alma en pena. Después pensé que ella sabría dónde podría estar Shibi, eran buenas amigas.

-Creo que ha entrado en la casa porque se encontraba mal.

Arrastraba un poco las palabras. La que se encontraba mal en estos momentos era ella, pensé. En vez de decirle nada de esto porque me arrancaría los ojos, me dediqué a darle las gracias y salir pitando a donde me había dicho. Paula había pedido expresamente que no entráramos, pero me daba igual.

-¡Shibi! –la llamé al verla recostada en la encimera- ¿Qué tal?

-Me duele un poco la cabeza, pero ya se me está pasando. ¿Tú que haces aquí? –me preguntó.

-Te estaba buscando, tengo que hablar sobre algo contigo.

Me miró con expresión de sorpresa y se irguió un poco para estar a la misma altura. Iba a decir algo, pero me cortó diciendo que como fuera algo malo me mataba. Muy propio suyo.

-Desde que llegaste, te he visto como alguien especial. Cada día me caes mejor y, no sé si tú también, pero yo siento que tenemos una conexión. Si me dices que no, claramente estás en tu derecho y lo entendería. Quisiera preguntarte si me harías el favor de besarme para saber qué demonios me pasa. Ya sabes, si te quiero como amiga o algo más.

Sus ojos eran grandes como platos y no se movía. Como era de suponer, le había sorprendido. Incluso a mí me había sorprendido que lo hubiera dicho. Como no me decía nada, yo tampoco hablaba. En este momento, seguramente quisiera mandarme de una patada a la luna para no verme más...

Al parecer no, porque se acercó a mí en un rápido paso, me agarró la cara con las manos y juntó sus labios con los míos. Fue tan rápido que aún no lo asimilo.

-¡Eres un puto cabrón, Dalas!

Me separé de Shibi y me giré en dirección de quien había hablado. Mierda, era Miare. La había cagado. La había cagado del todo, pensaría que la había engañado. Bueno, era exactamente lo que había hecho, engañarla.

-Te lo puedo explicar, de veras.

-¡Eres un maldito mentiroso de mierda! –abrí la boca para hablar, pero no me dejó- ¡No! ¡Ni se te ocurra decir nada porque te corto los huevos! Eres un capullo. Yo confiaba en ti y lo has jodido todo por esta. Eres la persona a la que más he querido, pero... ¡Joder, no sabes cuánto te odio! Desde que llegó, sabía que había algo entre vosotros dos, pero no me he dado cuenta de que era real hasta ahora. ¿Cuánto lleváis?

-No es eso, tan solo quería asegurarme de que no la quería a ella –intenté sonar lo más calmado y convincente posible.

-¡Y una mierda! Sabes perfectamente que me has mandado a la mierda. ¿O acaso no te has dado cuenta de que me has distanciado? Antes estábamos muy unidos, siempre lo compartíamos todo. Desde aquel puñetero día, apenas hablamos, y mucho menos nos besamos. Además, si solo querías comprobar que me prefieres a mí... Por favor, si me dices la verdad, dime que no has sentido nada con ese beso.

Me quedé en silencio, no quería mentir más. Había disfrutado aquel breve contacto. Podría describirlo como "maravilloso", "placentero" o "algo que deseaba hacía mucho". Lo último que sentí antes de que Miare saliese corriendo, fue un golpe en la cara.

Hoy SéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora