Capítulo 39: Inma

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Él estaba pálido, y no me extrañaba, acababa de soltarle todo. Que en realidad, no parecía tan fuerte. Además, lo había dicho de una manera así más... neutra para que no sea tan sentimental, por así decirlo.


-Yo también siento cosas cuando te abrazo, siento que te quiero -¡Oh! Qué afortunada me sentía en ese momento, pero qué desdichada sería en apenas segundos-, pero te quiero como amiga. Para mí eres como una hermana de mi edad, como una prima muy cercana. Lo siento, pero creo que... tengo que irme.


Y con esas palabras, me dejó sola en el parque. Me sentía destrozada y herida, después de haberme creído agraciada. Había sido una ingenua al creer que había alguna posibilidad. Después de tantas relaciones fallidas, y de tantos chicos que me rompieron el corazón, no comprendía cómo volvía a caer en el mismo agujero. Dicen que el humano es el único animal que tropieza en el mismo sitio tres veces. Yo había tropezado mil.


No tenía ganas de ir a casa, no quería encontrarme aún más sola de lo que me sentía, ya que mis padres seguirían en la boda. Chus estaba libre ahora mismo, así que la iría a ver.


-Hola, Inma -dijo ella dándome un abrazo-. No te esperaba aquí, pasa.


No decía nada, no podía. Sabía que, si abría la boca, empezaría a llorar. Ella notó que me encontraba mal, así que me guió a su cuarto sin decir nada más. Cuando ya estuvimos sentadas en su cama con la puerta cerrada, me preguntó qué había pasado, así que yo se lo conté. Las lágrimas me empapaban la cara y tenía los ojos hinchados y rojos como tomates. Odiaba verme así, pero en este momento me daba igual. Lo único que quería era sentir el calor del abrazo de mi amiga.


-Todo saldrá bien. Ya verás como mañana va a tu casa con un ramo de flores y te pide perdón. Seguro que acabáis casados y con dos pequeños Rubencitos corriendo por la casa -esa tontería me hizo sonreír, aunque acto seguido volví a derramar lágrimas y lágrimas-. Además, tú eres una valiente. Yo estoy colada por Rush, pero no se lo digo porque no quiero que me diga que no.


Yo ya sabía que estaba enamorada de Rush desde hace tiempo, solo que ella no me lo había dicho hasta ahora. Pensé que ojalá no se lo dijera, que lo peor que le podría pasar en su vida sería esto: querer a una persona, y que esta te diga que no. Que sí, que vale, que a muchas personas les habría pasado lo mismo, pero para mí esto era peor que estar en el infierno. Seguro que Dean Winchester lo pasó mejor cuarenta años en el infierno, que yo esta media hora desde que Rubén me rechazó.


Miré el reloj y me sorprendí de la hora que era. Hasta se nos había olvidado almorzar. Eran cerca de las siete y media, aún no había terminado los deberes y mañana venían Lorena, Amara, Chus y Melo a dormir. Había tenido un largo puente, pero no me había sentado a estudiar ni un solo segundo. De todas maneras, era domingo y no teníamos clase hasta miércoles. Si estudiaba ahora, podría quedar el martes también con... Ah, no, espera, que con Rubius ya no puedo quedar, esta mañana me dio calabazas...


-Creo que ya es hora de irse. Además, mañana por la mañana tengo que ira comprar unas cosas. Nos vemos mañana por la noche. Y, enserio, gracias por tu ayuda.


Nos despedimos y me fui a casa. Estaba casi llegando ya, cuando recibí una llamada. Miré el teléfono y era Mangel. Seguro que era para hablar de lo de Rubén hace unas horas, por lo que dejé que sonara.




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