Cap. 1

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Nos hallábamos en plena carretera dirigiéndonos hacia Austin para entregar un pedido a un cliente. Usualmente viajamos en nuestro propio avión privado ya que con nuestro negocio generamos muy buen dinero, pero hoy nos tocó viajar en la camioneta oxidada de mi primo Carl.  Había olor a gases, envoltorios de comida chatarra y manchas de humedad dentro de ella, un completo asco. Pero que digo, estoy acostumbrada a convivir con hombres. Soy la única chica de 5 hermanos.

 Mamá y mi abuela vivían retándome y enseñándome a como mejorar mi comportamiento, pero lo dejaba pasar. Pues es obvio, desde niña me gustan los autos, las pistolas, y las groserías, esas cosas típicas de hombres. Mi padre me ha enseñado a manejar pistolas desde los 4 años de edad llevándome al medio de bosque a practicar, generalmente le dábamos a los jarrones de la abuela sin que se enterase, también cazábamos animales de todo tipo. A medida que fui creciendo me enseñó a usar cuchillos y espadas. Admito que se siente bien clavar las puntas filosas en el medio del estómago de los malditos que querían adueñarse de nuestra mercadería, o simplemente de quienes obstruían nuestro camino. Me faltó decir que también obtuve un titulo como boxeadora profesional a los quince años. Digamos que estaba lista para defenderme por mí misma. Y a pesar de las críticas que recibo de las demás mujeres de la casa, soy la única que les puede salvar el culo ya que ni saben cargar un arma. Me siento orgullosa de eso, y eternamente agradecida a mi padre Jacob.

En la radio sonaba un tema de Nirvana.... me fascinaba esa banda. Instantáneamente comencé a mover mi cabeza de aquí para allá al ritmo de la música, mi hermano John gritaba conmigo al unísono un "uooooooooohhhhhh" y Claudio seguía la música golpeando sus dedos sobre el maletero de metal que contenía la mercancía.

- La madre que la parió - dijo mi padre deteniendo la camioneta sobre la banquina.

- Qué carajos sucede ahora? - dije enojada, pues al apagar la camioneta la radio también lo hizo y estaban dando justo mi parte favorita.

- Hay patrulleros controlando vehículos, acaso no los ven? Estamos jodidos - contestó Jacob con un tono preocupado. Mi vista no era demasiado buena, pero podía distinguir las luces de los patrulleros y una gran cola de autos un par de metros mas adelante.

- Retrocede, he visto una entrada al bosque, no queda tan lejos. Dejaremos el coche por allí y seguiremos a pie por la parte de atrás. - dije sin pensarlo. Era una buena idea.

- El horario de entrega es dentro de una hora, ___. No llegaremos. - dijo Tobias, mi hermano.

- Me vale madres. Si el maldito vicioso quiere su polvo, no le importará la hora. Calculo que estaremos en Austin a la media noche. - dije obvia. La gente que accede a nuestra mercancía siempre nos exige un lugar y horario determinado, pero nunca los respetamos. Aunque al fin y al cabo nunca nos reprochan nada, lo único que les importa es su maldita droga.

- Tienes razón. Vamos, busquen un arma y un cuchillo, los necesitaremos. El bosque a la noche se pone jodido con todos los animales salvajes. Guarden los polvos dentro de sus zapatos, o en sus calzones. Sean ingeniosos. - dijo papá seguro de si mismo, en un tono demandante.

Seguimos sus órdenes y me dirigí primera al baúl del coche. Saqué las armas y cuchillos y cada uno buscó el suyo. Saqué mi P99 y la coloqué en mi cinturón, al igual que mi cuchillo. A la mercancía la guardé dentro de mi sostén. Dijo que seamos ingeniosos. 

Una vez listos emprendimos viaje hasta la ciudad. No hubo inconvenientes en el camino salvo un pequeño zorro que terminó muerto. Yo lo dije, podía acabar con quien nos obstruyera el paso. No me dio pena, sueno insensible, lo sé. Y lo soy.

Llegamos casi a la medianoche a Austin y alquilamos un coche, nos dirigimos hasta un callejón que se hallaba atrás de un viejo hospital. Y allí estaba el individuo, tirado contra la pared y con su cabeza apoyada en un bote de basura. Estaba destruído. John lo tomó por la camiseta y lo levantó, papá se acercó con la mercadería mientras los demás hacíamos guardia. El hombre abrió los ojos sólo un poco, pero al ver la maleta con la droga, los terminó de abrir por completo.

-El dinero, ahora. - dijo Jacob serio.

El sujeto cogió un fajo que se encontraba dentro del bolsillo de su camisa y se lo entregó. Papá lo contó bien y claramente faltaban unos 300 dólares. Tal vez el precio era un poco elevado, pero era una buena mercancía, buena y duradera.

- Falta dinero, viejo. Anda, no quiero perder mi tiempo aquí. O lo que acordamos o no hay trato. Tú decides. - papá sonaba enojado y frustrado. Maldito imbécil. Mas le vale que entregue todo.

- Lo siento, las putas cobran bien caro hermano. También tuve que satisfacer mis necesidades y me compré un buen vodka. - el sujeto nos mostró la botella vacía. Estaba ebrio. Suficiente. Me acerqué y estampé mi puño en su cara.

- Mira maldito hijo de puta, nos entregas todo el dinero o tu cráneo será lo más parecido a un colador. - dije enfurecida.

- Que buena que estás. Mira, por ser tú, espero que con esto te conformes, las otras zorras cobraban demasiado caro. - me dijo entregándome 500 dólares. Bastardo. Piensa que soy una de sus muñecas inflables. Sin pensarlo clavé mi rodilla en su parte baja y salimos de aquel lugar.

Esperamos hasta el amanecer y volvimos hacia el bosque en busca de nuestra camioneta. A casa de nuevo.


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Buenas! Soy muy nueva en esto y me gustaría saber que les parece :)



Destructora (Kai y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora