Cap. 2

61 2 1
                                    


Un par de días después de lo ocurrido con aquel tipo, todo parecía ir normal. Nuestros negocios cada día iban mejor.

Tobías se encargaba de despejar el camino a las afueras de nuestra granja, en la cual guardabamos gran parte de la mercancía. Yo me encontraba aburrida por lo que salí de la granja y volví a casa que quedaba a sólo 200 metros de aquí.

Era sábado, y me tocaba entrenamiento. Salimos nuevamente en la camioneta de Carl, conducida por él y nos acompañaban John y papá, quien se encargaba de darnos todas las órdenes para un buen entrenamiento. Después de unos 30 minutos de viaje, llegamos a la orilla de un río, al cual siempre en época de verano visitábamos para darnos un buen baño u organizar carreras de natación con mis hermanos y primos. Siempre dejábamos afuera a mis primas, todos coincidíamos con que eran unas niñas caprichosas.

Allí comenzamos con unos circuitos de crossfit que Jorge, un entrenador personal muy amigo de mi familia, nos había ordenado. Entre saltos, abdominales, sentadillas, pesas y demás, el sol empezó a caer, señal de que debíamos volver a casa. Me aparté un segundo del grupo y me dirigí a la orilla del río para refrescar un poco mi rostro. Por mi apariencia pareciera que recién hubiese salido del agua.

Cuando nos despedimos del entrenador, se oyó un disparo a lo lejos.Cerca de casa. Actuamos rápidamente y nos dirigimos al baúl a recoger nuestras armas. Sigilosamente comenzamos a adentrarnos al bosque para descubrir de dónde y quien provenía ese disparo.

- Miren por dónde caminan, no vaya a ser que pisen cualquier ridiculez y quien sea que ande por aquí nos oiga y nos termine por destruír a todos - dije en voz baja, preocupada.

- Sobre mi cadáver - respondió Carl.

Yo iba adelante de todo y los demás se encargaban de revisar por detrás de los árboles o algún escondite en el cual el individuo se pudiera camuflar. Se oyó un golpe seco. Eso fue un objeto estrellándose.

- Mierda. - no pude articular otra palabra.

Aceleré mi paso y miré hacia todos lados con el arma en alto. Unos 15 metros más adelante distinguí a un sujeto alto. Hablé con mi grupo y tomamos una decisión. Lo acorralaríamos.

Papá, Carl y John se movían de árbol por árbol, cada uno en distinta dirección. Yo me acercaba. En un principio Jacob me reprochó porque no quería que fuese sola hasta donde se encontraba el hombre alto. Yo me opuse a sus reproches y aquí estoy. Dando pasos silenciosos para no despertar sospechas.

El tipo giró bruscamente hacia mi y me apuntó con su pistola. Enseguida pude escuchar como las armas de mi familia se preparaban.

- Baja el arma. - le ordené a ese sujeto. De contextura alta y delgada, piel morena y labios gruesos.

- Bájala tú, muñeca .

- No me desafíes o disparo.

- Vamos, no lo harías.

- Pues, si no lo hago yo, lo hará cualquiera de mis compañeros. No tienes escapatoria. Deja el arma en el suelo y ponte de rodillas.

- Tranquila. - dijo con una sonrisa en su rostro, acatando mis órdenes.

- Vamos, ¿Qué es lo que te resulta gracioso, maldito bastardo? - dijo papá apareciendo entre los arbustos.

- Pues, es la primera vez que le hago caso a una mujer, exceptuando a mi madre. - respondió el tipo moreno.

- Carl, John. Amárrenlo. - dije mientras me dirigía hasta el hombre arrodillado - cuidado con intentar algo, o terminaras colgado de un árbol sin tus partes íntimas. - lo amenacé mientras colocaba la punta de mi pistola en su sien.

Carl y mi hermano hicieron lo que les dije y lo llevamos hasta la camioneta.

- Oigan, que olor a pedo que hay aquí dentro - dijo el joven arrugando la nariz, haciendo cara de asco.

Mi primo lanzó una mirada indiferente a través del espejo y yo no pude evitar reír. Dejé de hacerlo ante la mirada amenazante de papá.

Una vez llegados a casa, bajamos al tipo y lo llevamos hasta la puerta trasera para al fin tirarlo dentro del sótano.

- ¿Quién eres? - preguntó Jacob.

- Soy Kai. Kim. - dijo quien decía llamarse Kai con una mirada fría.

- Hostia puta. A qué viniste? Quién te envió? - interrogó mi padre preocupado.

Al notar que Kim no respondía, posicioné la punta de mi cuchillo sobre su garganta.

- Abre tu maldita boca, Kim. Ahora o nunca. - dije enojada.

- Wow, tienes mucho poder sobre mí. Bien, me enviaron mis padres.

- A qué o por qué? - siguió papá.

- Pues, verán, venimos fijándonos en este terreno desde hace vario tiempo, y queremos adueñarnos de él. Sabemos que aquí se mueven muy bien.

- Y crees que lo lograran? Mira, aquí tenemos a uno de los suyos confesándonos todo. Terminaran todos en el estómago de los cocodrilos si se atreven a pisar nuestra propiedad. Es una advertencia. - dije.

- Pues... cuando menos lo esperen, llegarán por mi. - respondió seco.

Seguido de esto se oyó un disparo y un grito desesperado.




Destructora (Kai y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora