Subí a la planta de arriba con la niña en brazos y el arma en la mano. Revisé habitación por habitación y no encontré a nadie. Justo en ese momento sonó mi celular.
—¿Bueno?
—____, soy Kai. Oye, no me puedo dormir. ¿Qué haces?
—Mierda, Kim. Escucha, no volveré al pueblo por un tiempo.
—¿Cómo? No me jodas.
—La policía nos descubrió, así que estamos fuera de Texas. Estamos en México.
—____, por dios. Debiste habérmelo dicho. Que puta mierda.
—Si, ahora sólo necesito que cortes la llamada, ¿puede ser? —pregunté un poco desesperada. Por la niña que no dejaba de llorar, la búsqueda de sus padres y Kai que no dejaba de hablarme.
—¿Hay un bebé ahí? —preguntó.
—Si, Kai. Acabo de encontrar a una niña dentro de un lavarropas.
— Que infelices.
—Pues hicieron casi lo que tú con mi sobrino.
— ¿Puedes olvidar eso? Ya pasó, ___. Amo a mi sobrino, ya pensé bien las cosas.
—Pues entonces me alegro mucho, Kai. Ahora debo hacer que la bebé deje de llorar.
—Me gustaría verte en este momento con esa niña en brazos. ____, me das muchas ganas de tener hijos. —dijo riendo.
—Cierra el culo, Kim. Deja de decir estupideces.
—Quiero 20 hijos contigo.
—Entonces mi vagina será más grande que la capa de ozono. Idiota. —dije. Seguidamente se oyó una voz femenina detrás de Kai. Estaba repitiendo lo que yo decía en un tono burlón. —Con quien mierda estás, Kim. — pregunté con tono sospechoso.
— Ah, es Amanda, la novia de mi mejor amigo.
—Pues, dile que mi oídos están bien limpios y que puedo oir lo que dice detrás de la línea. Que cierre su maldita boca si no quiere pertenecer al país de cadáveres de la laguna. —si algo me molestaba, era la gente payasa. No los aguantaba. Los odiaba por una anécdota muy vieja. Era muy pequeña y mis padres habían parado en una estación de servicio para cargar nafta. Cuando me decidí a mirar por la ventana, ya que estaba leyendo el libro de blancanieves, había visto a una persona de espaldas con un traje muy colorido. Mi curiosidad me ganó y fui junto al sujeto. Al ser tan pequeña, los colores me daban mucha intriga, y esa persona tenía a montones. Cuando tiré suavemente de su pantalón se dio vuelta y era un payaso, con una cara verdaderamente horrible. Estaba cantando una canción en otro idioma, y al verlo caí al suelo. Me internaron un par de días porque sufrí algo parecido a un paro cardíaco. Y desde aquella vez odiaba a toda la gente que se burlaba de los demás, como comunmente hacían los payasos, odiaba las canciones en idiomas extranjeros, y odiaba mucho a los payasos.
—Tranquila, ____. Ella solo estaba bromeando.—dijo Kai riendo.
—Deja de defenderla, Kim. Porque tu amancerás como ella.
— Ya, basta. Era una simple broma. No te lo tomes a pecho.
— Me vale. Tu no sabes un carajo, no sabes nada. ¿Vale? Adiós.—dije y corté la llamada. No eran celos, era bronca. Yo le había contado sobre esa experiencia, y no se acuerda. Que imbécil. Noté que la bebé se había dormido sobre mi pecho, así que guardé mi celular y me decidí a bajar. Ahí estaba papá revisando la casa. Se alarmó cuando me vio bajar.
—¿Quién es esa niña, ___?—preguntó.
—Tobias y yo la encontramos dentro de un lavarropas. ¿No vieron a nadie?
—No, ya revisamos toda la casa y no hay movimiento. Supongo que está despejado, así que iré a avisarle a los demás. Puedes irte a dormir hija, hiciste un buen trabajo hoy.
—¿Pued...?
—Si, puedes quedarte con la niña. Pero vamos a tratar de encontrar a su madre, eh.
— Está bien. Buenas noches, papá.—dije y me fui a una habitación en la que dormía regularmente cuando veníamos a visitar a mi abuelo. Tenía dos camas individuales. —Ah, traelo a Tomas a la habitación también.
Llegué a la habitación y esta daba aspecto a que había sido utilizada recientemente. Había ropa de bebé, y una pañalera. Seguramente la madre escapó. Era lo más probable.
Coloqué a la bebé en la cama y me di cuenta de que estaba muy desabrigada, por lo que busqué en la ropa que había allí y cambié su ropa, que estaba sucia. Le puse un pijamita color amarillo, un par de medias y un suéter. Una vez la cambié. Me subí a una silla y busqué en lo alto de un mueble, varias frazadas para pasar la noche. Las camas ya tenían dos frazadas, pero hacía mucho frío y decidí poner tres frazadas más encima de cada una. Le preparé la cama a Tomas, y yo me acosté en la mía con la bebé sobre mi pecho.
Luego de un rato, la puerta del cuarto se abrió y entró Tomas.
— ¡Wow! ¿Esa es mi primita? —dije dirigiéndose a ver a la niña. El pequeño piensa que es la prima de la que le hablamos siempre, del futuro hijo de mi hermano. Decidí decirle que si para no arruinar sus ilusiones.
—Ella es tu primita, pero más adelante tendrás a otro u otra, tal vez sea varón.
—No importa, yo la cuidaré. — y en ese momento me derretí de amor. De veras amaba a Tomas.
—Así se habla, campeón. Acuéstate en la cama que está a mi lado, ¿vale? Hasta mañana.
—Hasta mañana, mami. —dijo dándome un sonoro beso en la mejilla y seguidamente hizo lo mismo con la bebé. Instantáneamente cerré los ojos, pero los volví a abrir cuando mi celular sonó. Un mensaje de Kai,
"Perdón, estoy un poco mal por lo de antes. Es nuestra primer pelea, si así le podemos decir. Ahora recordé lo que me contaste. Espero que me perdones, y quiero verte. Mañana ve a Chihuahua, debo hacer una entrega y de paso nos quedamos en la casa de mi primo. Él está de viaje."
También tenía ganas de verlo. A pesar de semejante olvido, y de esa perra.
Le devolví el mensaje diciéndole:
"Chihuahua será, pero llevaré a la bebé para que la conozcas. No la pienso dejar con los brutos de mis hermanos. Dime la hora, y dónde. Allí estaré."
Al rato llegó otro:
"Sirve y de paso practicamos para le futuro. Ja ja ja ja. En la plaza central nos encontramos, a las tres de la tarde. Te amo."
Y contesté.
"Te amo."
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Destructora (Kai y tú)
FanfictionNoralí Yeun pertenecía a una familia narcotraficante. Un día, los Vélez quisieron tomar su territorio y comenzó una gran guerra de familias. ¿Alguna de éstas dos familias ganará? Para los jóvenes de las familias la guerra es casi inexistente.